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HECHO A MANO / OPINIÓN

Estudiante a los cuarenta

28/11/2021 - 

MURCIA. Infeliz de mí, que me negué a estudiar una oposición porque cuando terminé el último examen de la carrera, Hacienda Pública, oral, quinientas setenta y seis páginas con el ilustrísimo D. Enrique Egea pensé: ¡su p*** madre! A Dios pongo por testigo que no volveré a tocar un libro en la vida.

Como es habitual en mí, me las prometía muy felices: empresa privada, vida apasionante, entraré en un banco o quizá en una multinacional que sepa apreciar mi valía y me envíen directa a la Gran Manzana a un despacho de cristal desde donde acariciar el skyline cada mañana con un Starbucks humeante entre las manos y un Birkin de coco blanco encima de la mesa.

"Pues sí, he vuelto a estudiar y la experiencia es más que lamentable"

Pero llega la realidad y te encuentras en un zulo sin ventanas, donde el único perfil que ves desde tu mesa es el gordo de tu compañero y lo que llevas al hombro es una mochila con el logo de la empresa como si de un repartidor de Glovo se tratara. No sólo eso, sino que ese sueño de no estudiar nunca más es pura entelequia y dando gracias a Dios de no trabajar en un banco. Ya tengo bastante con la sequedad vaginal para que encima me llamen prejubilada.

Si trabajas en la privada, la sombra de un milenial ocupando tu puesto planea diariamente sobre tu cabeza, como un buitre leonado sobrevolando tu cadáver. Gente ¡tan preparada!, ¡tan a la última!, que los tíos ven la tele ¡en versión original! ¡Uy, uy, uy!... Claro, esto te empuja a estar dando clases de conversación con un nativo desde hace ocho años. Total, para no salir del "I am forty years old" and "I come from Cartagena". Como si eso le importara una mierda a tu cliente. 

Pues sí, he vuelto a estudiar y la experiencia es más que lamentable. Me creía moderna porque trabajo en una multinacional y el método ágile, data analytics y Linkedin son viejos conocidos. Ahora la realidad estudiantil es otra; estás en clase y el que no toma notas en su Macbook, directamente no toma notas. Pero, ¿esta gente conoce la importancia de la neuro plasticidad? Así que a estos chicos, de clase al baño, se les olvida que iban a miccionar.

Te afanas en coger apuntes, pero tu destreza ya no es la hace veinte años. Menos mal que siempre hay algún alma caritativa que te ayuda:

—No te preocupes, está todo en el aula virtual.

—¡Qué modernos! En mi época a eso se le llamaba reprografía. ¿Y por dónde voy a ese aula?

Con la cara que me puso pensé que era mejor no seguir preguntando.

Ahora que ya controlo el aula virtual (que lo mío me ha costado), he decidido hacerlo todo desde casa. Es más aséptico y no me siento tan observada. Sigue habiendo mucho golfo en la cantina y alguno me hace ojitos. Está claro…, le tira la experiencia. No quiero líos que una cosa es una cana al aire... no vaya a ser que se encapriche y yo no puedo corresponderlo. Ya si eso en otra vida. La de jubilada donde espero no tener que seguir estudiando.

Gracias por su lectura.

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