Se percibe una gran incertidumbre donde se duda sobre si la publicación de un aparentemente buen dato macro debe tener una lectura positiva o negativa
MADRID. Hace unos días, tras las recuperaciones del último tramo de mayo en los principales índices de renta variable, empezamos a escuchar el repicar de muchas 'campanas al viento' y a percibir algunas opiniones, que apuntaban a un rebote inmediato y consistente de unas bolsas que "podían haber hecho suelo".
Pero de momento no hay síntomas de tal rebote, recuperación o cómo la queramos llamar, ya que -si finalmente la hubiese-, no creemos que tenga un gran recorrido. Al menos las ventas han dominado en el conjunto de las cuatro últimas sesiones, que configuran los dos últimos días de mayo y los dos primeros de junio, que es cuando estamos escribiendo estas líneas.
Es normal que cuando un mercado incurre en descensos continuados en algún momento se vea un rebote. Ocurre siempre. Pero lejos estamos de haberse generado un soporte consistente y todavía quedan episodios de fuertes ventas hasta uno final de capitulación. Una primera señal para corroborar esa capitulación, y por tanto tener claro que hemos visto suelo, la tendríamos con unos índices de volatilidad notablemente más elevados que los que tenemos ahora mismo: 23,39 puntos para el índice paneuropeo Euro Stoxx50 y 23,22 puntos para el norteamericano S&P 500.
Pero lejos de un momento así, lo que se percibe en el entorno del mercado es una gran incertidumbre, un ambiente en el que el mercado duda si la publicación de un aparentemente buen dato macro debe tener una lectura positiva o negativa. Y es que, en los últimos tiempos, un buen dato se interpreta negativamente porque se piensa que los bancos centrales pueden actuar con más dureza; mientras los datos 'malos' también tienen interpretación negativa porque "pueden estar señalando recesión". Y en este sentido ahí van tres ejemplos:
Durante la semana pasada, en Estados Unidos las expectativas de tipos oficiales repuntaban con claridad. Y lo hacían superando de nuevo el 3% el nivel de tipos esperado para finales de 2023, cuando el pasado viernes se situaba por debajo del 2,8%.
También lo hicieron las expectativas de inflación, siendo una de las causas precisamente los repuntes del precio del petróleo. Las rentabilidades nominales lo hicieron en mayor medida, de manera que las rentabilidades reales a diez años se encuentran de nuevo muy cerca de los máximos de principios de mayo. De ahí que no haya que descartar un mayor recorrido en las rentabilidades reales, reforzado por el recién iniciado proceso de reducción del balance de la Reserva Federal estadounidense (FED).
El resumen final es que diversas 'fuerzas' están empujando a los mercados en diferentes y contrapuestas direcciones:
En definitiva, duda e incertidumbre por comprobar si las subidas de tipos y reducción de balance de los bancos centrales van a tener realmente incidencia en la reducción de la alta inflación en la que estamos inmersos; o, si por el contrario, lo que van a hacer es eliminar de golpe cualquier ápice de crecimiento y llevar incluso a un proceso de estanflación. Sigue siendo prematuro apostar, porque el final del mercado bajista ha llegado ya.
Antonio Castelo es analista de iBroker