MURCIA. Espolsar, bajocas, pésoles, albercoques, boria… ¿Suenan estas palabras? Estas y algunas más acostumbramos a emplearlas en el lenguaje coloquial de nuestra vida cotidiana, y quizá se tiene la percepción de que son palabras endémicas de nuestra Región. Pero, sorpresa. Mucho del vocabulario que forma parte del dialecto murciano deriva de la influencia de la lengua catalana.
¿Se habla catalán en Murcia? Al margen de que todavía algunas personas se comunican en el dialecto valenciano en la región murciana de El Carche, la presencia del catalán en la Región de Murcia está latente en las palabras más cotidianas. Todos los dialectos son un resultado del devenir histórico, y tendremos que remontarnos a la conquista de la taifa de Murcia por Jaime I de Aragón (en nombre del rey murciano por excelencia, Alfonso X el Sabio) en 1265-66.
Los aragoneses trajeron consigo su lengua y dejaron un legado que todavía perdura: capaza, calentor, jetazo, pebre, pinatar o uno de los platos murcianos más representativos, el zarangollo. También, se debe a ellos el empleo del sufijo –ico tan característico de nuestra Región. Pero, hemos de tener en cuenta que la mayoría de estos repobladores que llegaron a Murcia de la Corona de Aragón eran catalanes, por lo que el catalán incluso llegó a convertirse en lengua única en algunos pueblos y también en los barrios extramuros de Murcia, Lorca y Cartagena.
El insigne escritor de la Corona de Aragón, Ramón Muntaner, llegó a declarar que "en la ciudad de Murcia y en su reino se habla el más bello catalán del mundo". Y aquellas voces catalanas todavía suenan en la tierra del Segura: solaje (solatge), espolsar (pols), flamará (flama), llanda, pésol, bufar, bambolla, bulle (bull),ca (abreviación de casa también utilizada en el habla de Murcia), charreta (xarreta, xarradeta), cucar (cuc), embozar (enbossar)… Además, el legado del seseo en la Vega Baja (sur de Alicante que también adopta el dialecto murciano) y en algunas zonas del Campo de Cartagena también derivan del antiguo uso del catalán, a lo que se añaden los diminutivos en –ete/a.
De hecho, Justo García Soriano en Vocabulario del Dialecto Murciano apuntaba que "casi la mitad del léxico peculiar de la región es de origen catalán". Por si fuera poco, muchos de los términos adquiridos del catalán son imprescindibles para entender la Huerta de Murcia, como esparteña, boria, olivera, fangue, paleta, mota o abercoques. Y, aún hay más, poblaciones y accidentes geográficos de la Región de Murcia llevan por nombre vocablos catalanes, es el caso de Isla Grosa, Calnegre, Calblanque o Calarreona.
Muchos de todos los términos que se han nombrado han sido aceptados por la Real Academia Española de la Lengua como murcianismos, quizá por el uso extendido de ellos en nuestro dialecto. No obstante, ya conocemos que realmente se debe al poso que los repobladores catalanes dejaron tras la conquista del Reino por Jaime I. Otra prueba contundente del peso catalán en la Región es la lista de apellidos de origen catalán que han dejado en esta tierra. Según indican los historiadores, más del 40% de los pobladores del ‘Repartimiento de Murcia’ tras la conquista procedían de allí y solo cerca del 20% eran castellanos.
Así, Pujante, Guirao, Guillamón, Durante, Reverte, Riquelme, Puche, Capel, Cerdán, Arnao, Noguera, Meseguer, Miralles, Ballester, Soler, Viudes… Son algunos de los apellidos comunes en la Región y que demuestran el pasado catalán. A veces, lejos de las diferencias que se obsesionan con marcarnos o distinguirnos, guardamos menos diferencias de las que creemos y nos olvidamos de que muchas de las pequeñas cosas que ya tenemos asimiladas vienen de un pasado común.