MURCIA. … Y en la comida contigo, en el coche contigo… Era cuestión de tiempo que esto pasara. Es lo que tiene el roce, que hace el cariño que te lleva a la confianza que desemboca en la intimidad y cuando te vienes a dar cuenta de repente ahí estamos… metidos en la cama juntos.
Pero ¿cómo? ¿Cree que hablo de mí? ¿Piensa que soy yo la que se mete en la cama con usted? No, hombre, no; no soy tan morbosa, aunque cuando le diga con quién se acuesta a lo mejor hasta preferiría que fuera la menda. Cierto es que la gravedad empieza a hacer su efecto pero todavía sigo guardando mi mojo.
"Es importante disfrutar y pasar por la vida siendo dueños de nuestros momentos y no que la vida pase por nosotros"
Sabía usted que más de la mitad de la población mundial no puede disponer del lujo de ducharse y disfrutar de ese chorro de agua a presión, calentita y relajante. En cambio la otra mitad, nos lanzamos al booking de turno a la caza del fin de semana perfecto en un resort y dentro de los imprescindibles marcamos spa y masajes. Llegas allí y a tu cónyuge le parece "superideal" que os deis un masajito en pareja. ¿Cómo? ¿Pero qué hace usted? ¿Está loco? ¡No acepte bajo ningún concepto! Lleva unos meses de mierda con la presión del trabajo, ha caído la facturación con la pandemia, los clientes no pagan, los proveedores apretando, el Gobierno jugando a los trileros (¿dónde está la bolita?)... Necesita como agua de mayo un momento para usted ¿y se va a dar un masaje con la parienta? ¿La misma que le recuerda todos los días que es una bendita, que lo es, porque le lava los calzoncillos? Definitivamente ha perdido usted el juicio.
Se empeñó en cambiar la regadera de la alcachofa, que le hacía sentir como bien sugiere su propio nombre como una lechuga romana de Torre Pacheco, por una columna de hidromasaje digna de un dios y diosa del Olimpo como usted y todo ¿para qué? No se avergüence, todos sabemos con quién se mete en la ducha… Sabemos que lo hace con su jefe, ¡sí! y con el compañero gilipollas y con su cuñado y a veces hasta con su suegra ¡Agg, qué asco! Reconózcalo, lo suyo no es un plato de ducha, es el camarote de los hermanos Marx. Toc, toc:
—¿Quién?
—¿Ha llamado al asesor fiscal?
—No, pero adelante. No se me había ocurrido llamarlo, pero en una ducha como ésta ahora pienso que no debo privarme de ninguna compañía.
Desperdiciamos los mejores momentos del día siendo infieles con otros a nosotros mismos. Desde que ha sonado el despertador hasta que ha arrancado el ordenador hoy o ha llegado a su puesto de trabajo piense con sinceridad: ¿De qué se acuerda? ¿Lo ve? Lo mismo que un coche automático que no sabes si llevas puesta la segunda o la quinta. Es importante disfrutar y pasar por la vida siendo dueños de nuestros momentos y no que la vida pase por nosotros; piense que ese momento nunca lo recuperará. Levante la cabeza del móvil y disfrute de su hijo, póngase ACDC en el coche y cante hasta desgañitarse… ¡Lávese los calzoncillos, coño! Que también tiene su punto. Hay tiempo para todo en el día, pero hay que saber gestionarlo y le puedo asegurar que la ducha no es el momento para estar con su jefe. Póngase debajo de ese lujo asiático y deje la mente en blanco. Sólo piense: ¡Qué a gustito estoy! ¡Me lo merezco! ¡Qué gran día va a ser hoy…! Porque no va a volver.
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