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visión financiera

El mundo ha cambiado por completo para los inversores en renta fija

9/05/2022 - 

MADRID. En general, se considera que quienes invierten en bonos tienen una menor propensión al riesgo que quienes invierten en acciones. Los inversores que compran bonos de países industrializados normalmente no tienen que preocuparse por un posible impago y suelen recuperar el capital invertido cuando vence el bono, algo de lo que los inversores en acciones nunca pueden estar seguros. 

Por el contrario, los inversores en renta fija están completamente desprotegidos ante un brusco aumento de la inflación y no hay garantías de que puedan recuperar todo el capital (nominal) si venden antes de la fecha de vencimiento del bono, ya que los precios fluctúan. Esa es la situación ahora mismo. Los inversores en bonos nunca antes en la historia reciente se vieron tan penalizados por las oscilaciones de precios como esta primavera. Y lo que más les duele es que les está yendo peor incluso que a los inversores en acciones, más propensos al riesgo.

Como ilustra nuestro gráfico de la semana, la pérdida máxima teórica que podría sufrirse ahora mismo en el segmento de los bonos grado de inversión no solo supera con creces sus propios datos históricos, sino que también supera la de la renta variable (medidas, en ambos casos, por el respectivo índice global. Si bien es cierto que la pérdida máxima no es más que una cifra teórica que presupone que un inversor entró en el mercado en el peor momento posible, es decir, cuando el activo cotizaba en máximos, ningún inversor puede descartar que la teoría acabe haciéndose realidad y aquellos que invirtieron antes o después de que el precio marcase un máximo también sufrirán las consecuencias.

En concreto, el gráfico muestra que quien pensó que podía aparcar tranquilamente su dinero en el índice de renta fija global a principios de agosto de 2021, acumula una pérdida del 14,5% a consecuencia, sobre todo, de los bonos a más largo plazo, que registran caídas de precios más acusadas cuando aumentan los rendimientos. 


Por ejemplo, quien comprase un treasury estadounidense a 30 años en agosto lleva perdido más del 22%. El rendimiento del bono del Tesoro estadounidense a 10 años prácticamente se ha duplicado en lo que va de año (del 1,52% a casi el 3%), mientras que el bund alemán ha pasado de rendir un -0,18% a un 0,99% en el mismo periodo.

Nuestro gráfico también revela que las pérdidas de los inversores en bonos no han implicado ganancias para los que lo hacen en acciones. Hasta la fecha, ambas clases de activos han caído de forma considerable, al igual que en años anteriores ambas solían avanzaban al unísono, puesto que la deuda gubernamental ofrecía rendimientos cada vez más bajos, respaldando prácticamente a todas las clases de activo. 

La inflación acaba con la tendencia

La recuperación económica pospandemia y la inflación han puesto punto final a esta tendencia. Sin embargo, resulta sorprendente que la carnicería que está viviendo el mercado de bonos –el peor comienzo de año para los treasuries en más de 200 años– está recibiendo relativamente poca atención mediática, sobre todo teniendo en cuenta que solo en el índice global de renta fija, la pérdida de riqueza asciende a 8 billones de dólares desde el nivel máximo. Esto implica que la rentabilidad media del índice en los últimos diez años se ha desplomado hasta un mísero 0,35% en términos nominales, por lo que la pérdida real, ajustada por la inflación, es mucho mayor. 

Por el contrario, la rentabilidad media anual del índice MSCI AC World en el mismo periodo se sitúa en torno al 10%. Aunque probablemente no sea buena idea usar esa cifra como una referencia de lo que podría ocurrir en los próximos diez años.

Johannes Müller es responsable de Análisis Macro de DWS

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