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Elecciones en la India: una democracia reforzada (¡al fin buenas noticias!)

Foto: PRADEEP GAUR/ZUMA PRESS/CONTACTOPHOTO
20/06/2024 - 

El 4 de junio pasado concluyó una de las citas electorales más relevantes de este año 2024 (junto con las elecciones en los Estados Unidos y las elecciones europeas): las elecciones en India. Se trata, probablemente, de los comicios más importantes en décadas que van a marcar el futuro de un país en ascenso que puede convertirse en una de las potencias cruciales en los años venideros. A continuación, destacaremos algunas de las singularidades del caso indio, así como las cuestiones más relevantes que se han producido en esta contienda electoral. Y, obviamente, reflexionaremos sobre el resultado electoral y trataremos de hacer una lectura desapasionada, aunque esperanzada, del mismo.

Las elecciones en India son, por su tamaño, un colosal ejercicio no solo de democracia, sino también de formidable logística. De los 1.400 millones de habitantes (sí, es el país más poblado del mundo), el censo electoral se compone de 968 millones de votantes, un número superior a la suma de la población de la Unión Europea y de los Estados Unidos. Las elecciones arrancaron el 19 de abril y se desarrolló de forma engrasada el proceso de votación durante casi un mes y medio. El objetivo es la elección de los 543 diputados del Lok Sabha, la cámara baja del Parlamento indio. 

"El sistema electoral indio está muy de cerca inspirado por el británico"

India es una democracia parlamentaria, por lo que de los resultados de estas elecciones saldrá el nuevo Gobierno de India. El sistema electoral indio está muy de cerca inspirado por el británico. De esta forma, se han establecido 543 distritos electorales o circunscripciones de los que se genera de cada uno de ellos un escaño único para la cámara baja que se lleva el candidato más votado. Otra especificidad del sistema es que los votos no se ejercitan a través de papeletas, sino a través de máquinas de votación electrónica. Por otro lado, no es difícil intuir que las elecciones en la India son las más caras del planeta. Así, candidatos, partidos y entes reguladores de la contienda han gastado más de 8.600 millones de dólares. Sin duda la democracia no es barata. 

Otro elemento curioso, muy ilustrativo de la idiosincrasia y la magia del país, es que la autoridad electoral asigna a cada partido un dibujo que aparece en los mecanismos electrónicos de ejercicio del voto. Se trata de objetos poco glamurosos, cotidianos como unas gafas, un cubo, una escoba. Esto permite no solo que los partidos puedan distinguirse fácilmente entre sí, sino que ayuda a que los votantes, muchos de ellos analfabetos (en India la población analfabeta representa el 25%) puedan saber a qué partido votan. Así el partido gobernante de la derecha liderado  por el incombustible Narendra Modi, el Partido Bharatiya Janata (el PBJ) tiene atribuido el loto. Mientras que el opositor, el tradicional partido del Congreso lo representa una mano alzada con la palma abierta.

Narendra Modi junto al símbolo del loto atribuido a su partido. Foto: KABIR JHANGIANI/ZUMA PRESS WIRE/DPA

De esta forma, llegamos a quienes ha sido las dos principales fuerzas políticas en esta contienda. Por un lado el PBJ, partido en el poder desde 2014. Se trata del partido nacionalista hindú por excelencia cuyo artífice ha sido el Sr. Modi. Resulta evidente que estos 10 años, Modi ha transformado profundamente a India. Es un personaje casi mitológico que se merecerá en su momento un análisis más detallado. Aquí me limitaré a recordar que es de orígenes humildes (aunque quizás no tanto como ha insistido su biografía oficial): su padre era un vendedor de té de la estación de tren de un pueblo de Gujarat, el tercero de seis hermanos, un niño pobre, recibió en consonancia una educación humilde y como estudiante fue mediocre (aunque ya despuntaba su obsesión por ser el protagonista en las obras teatrales del colegio hasta el punto que si no se le daba esos roles principales, no actuaba. Como siempre, las claves de todo están en la infancia). 

Sus padres concertaron su matrimonio con una joven de 17 años. Cuando empezó a implicarse a fondo en la política, se separó de su mujer y de cualquier placer terrenal para dedicarse en cuerpo y alma a su misión consistente en que India tras decadentes, en su opinión, gobiernos islámicos y luego coloniales recupere su esplendor y lugar en el mundo. De esta forma, representa lo contrario de las anteriores élites políticas educadas en Cambridge, Oxford y Harvard. Se trata del hombre capaz de conectar con la compleja y exuberante alma de India. Los elementos populistas están más que servidos. Cabe destacar sus importantes logros económicos, desde que fue gobernador de su estado de origen, Gujarat, cuyo modelo exportó al resto de India desde su elección como Primer Ministro. 

Se ha centrado en la ejecución de importantes y necesarias infraestructuras para modernizar la obsoleta red de transportes del país. Así, la construcción de autopistas ha permitido conectar localidades más pequeñas con grandes ciudades y, de esta manera, se ha conseguido una mejor vertebración del territorio. Se han promovido cerca de 40 millones de viviendas sociales para familias con escasos recursos económicos. Se ha garantizado el previsible aumento del consumo de energía con la construcción de nuevas centrales eléctricas. Se trata de medidas desarrollistas y sociales que están permitiendo un crecimiento económico muy notable que este año será previsiblemente de más del 7%. Sin embargo, no todo son logros, ya que se ha detectado un retroceso en la laicidad que imperaba en un país muy complejo y bajo su mandato se ha disparado una indisimulada persecución religiosa y la islamofobia (cuando la población musulmana representa casi el 15% del país). 

Asimismo, algunos grupos económicos, como el de Gautam Adani, uno de los hombres más ricos del mundo, se han beneficiado escandalosamente. Pero sobre todo, hay una cuestión económica no resuelta y que es probablemente la que mejor explica el resultado de las elecciones, es que India es incapaz de crear los puestos de trabajo que su población necesita. Es verdad que se están haciendo esfuerzos para aumentar el componente manufacturero de su economía, pero todavía con escaso éxito. Frente al PBJ, está el resto, más escorado a la izquierda. Muy brevemente, para las elecciones se ha creado la Alianza Inclusiva para el Desarrollo Nacional de India cuyo miembro más relevante es el partido del Congreso liderado por Rahul Gandhi que pertenece a la estirpe y a la elite que gobernó la política nacional desde la independencia. Defiende como piedra angular de su programa el laicismo del Estado indio. Sin embargo, se trata de un bloque no cohesionado, dividido por luchas intestinas. Por ello el resultado de las elecciones ha sorprendido a todos y desafiado a todas las encuestas que pronosticaban una victoria aplastante del PBJ.

Narendra Modi celebrando la victoria en las elecciones. Foto: KABIR JHANGIANI/ZUMA PRESS WIRE/DPA

En efecto, los resultados del 4 de junio suponen una esperanza para el regreso de la democracia multipartidista en India. El BJP ha conseguido solo 240 escaños muy por debajo de los 272 que necesitaba para conseguir la mayoría absoluta y, sobre todo, muy por debajo de sus resultados en 2014 (con 282 escaños) o en 2019 (con 303). Estos resultados evidencian que el electorado indio está más comprometido con un desarrollo equilibrado y sostenido del país que con el hinduismo militante y excluyente del Sr. Modi. La onda expansiva de estos resultados ha sido muy considerable. Por un lado, Narendra Modi ha perdido su aurea de invencibilidad lo que va a requerir por parte del primer ministro más flexibilidad y adoptar posicionamientos más integradores e inclusivos. Hay un cierto regreso de la política de coaliciones. Por otro lado, el mercado bursátil se ha desplomado ya que muchos inversores confiaban que una revalidación de Modi iba a permitir que la actividad de los grupos económicos que le apoyan y que he mencionado antes se disparase. No teniendo el poder del que ha gozado hasta ahora, esta conclusión no es tan evidente. Del punto de vista internacional, no se anticipan muchos cambios ya que las fricciones con China continuarán (son los dos grandes potencias regionales) lo que conlleva que India acentuará su acercamiento a Occidente.

Pero, finalmente, lo más relevante es que cabe proclamar la victoria de la democracia india. Lo que va a permitir un cambio del país probablemente para mejorarlo. Estos resultados sobre todo han evitado que India se convirtiera en otra autocracia. Y estoy convencido que para los retos que afronta India (de creación de empleos, ambientales, de industrialización y urbanización) el consenso es necesario. Veremos si Narendra Modi es capaz de mutar de ser un líder carismático pero polarizador en un político que vea más allá y consiga unificar a India en las prosperidad y la modernidad. 

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