Volver a reducir el nivel de riesgo ante el deterioro económico global o ponderar la bolsa por los sólidos resultados empresariales
MADRID. Los inversores se enfrentan a un complicado dilema: volver a reducir el nivel de riesgo ante el deterioro económico global en un mercado que ya ha sufrido una corrección de casi el 15% o volver a ponderar la renta variable favoreciendo los resultados corporativos actualmente sólidos, aunque potencialmente en riesgo. Resolvamos el debate: las estimaciones actuales de beneficios en Europa para 2022 son demasiado optimistas, con la ralentización económica de China, el deterioro de la economía mundial y el shock de oferta energética.
En primer lugar, los beneficios de las empresas en Europa son tan sensibles a los altibajos económicos chinos como a la actividad económica europea, que se ve afectada por la fuerte ralentización de Alemania. Incluso si la oferta de crédito chino se recupera, el efecto retardado de la anterior ralentización de los flujos de crédito seguirá lastrando el crecimiento europeo a corto plazo. Además, la respuesta política de Pekín a la última ola de covid-19 no hace sino agravar este obstáculo.
En segundo lugar, la ralentización del crecimiento mundial fuera de China supone también una amenaza para los beneficios europeos. El descenso del ratio de nuevos pedidos/inventarios del índice ISM estadounidense es un indicador avanzado de la ralentización del crecimiento de los beneficios en la zona euro. El crecimiento de las exportaciones mundiales se hundió al 5,5%, frente al más del 20% del año anterior, y es probable que siga empeorando.
En tercer lugar, el efecto del aumento de los precios energéticos no es lo suficientemente fuerte como para proteger los márgenes de beneficios de las empresas. Los efectos secundarios (espiral de precios/salarios) ya presentes en Estados Unidos empiezan a verse en Alemania. Tradicionalmente, esto se traduce en una contracción de los márgenes del beneficio de explotación.
Por tanto, hay que orientar nuestras inversiones a empresas cuyos beneficios crezcan más que la inflación a largo plazo, que para simplificar estimamos será de un 3%. Por ejemplo, un crecimiento de los beneficios del 10% permite pagar a una empresa 16 veces sus beneficios para poder compensar la inflación a 10 años, pero solo 12 veces si la inflación asciende al 5%. El S&P se sitúa actualmente en niveles de 19 veces los beneficios y el STOXX600 de 13 veces, pero con unas expectativas del ciclo de beneficios históricamente más débiles.
Se entiende bien la complejidad de la ecuación por resolver. Por tanto, debe combinarse en la cartera empresas con descuento y acciones de crecimiento (growth) rentables para construir una cartera sólida.
Laurent Denize es CIO en ODDO BHF Asset Management