CARTAGENA. Aunque propiciadas por conjunto del Gobierno español y sus aliados separatistas, la opinión pública ha situado a la ministra Irene Montero en el epicentro del carajal (copyright Borrell) que se ha armado con la aplicación de las reformas penales. Anda la peña discutiendo si la intención de Irene al promover esas reformas era de tipo punitivo o lenitivo. Ambas interpretaciones se basan en hondas tradiciones, aun contradictorias, de las izquierdas (y de las derechas), la de los halcones y la de las palomas. En realidad, la ambidiestra Irene estaba empleando ambos criterios a la vez.
Desde el punto de vista punitivo, las reformas pretenden extender la diversidad de posibles delincuentes, endurecerles las penas y ampliar el catálogo de víctimas. Este es el criterio que ha empleado en la ley de libertad sexual y en la de maltrato animal. Por eso ha convertido a los abusadores sexuales en agresores sexuales y ha equiparado a los maltratadores de animales en atacantes de personas. Se trata de la vieja tesis revolucionaria del progreso a través de la depuración, que halcones tan emblemáticos como Stalin, Mao y Guevara aplicaron con provecho (sin que Hitler, Pinochet o Videla desmereciesen en la puja desde la otra orilla, que diría Anguita). La contemporánea cultura de la cancelación va en el mismo sentido.
"Los críticos obvian que se graduó en Psicología con excelentes calificaciones"
Desde el punto de vista lenitivo, las reformas pretenden facilitar la reinserción de los delincuentes, aliviarles las penas y reducir el catálogo de delitos. Este es el criterio que ha aplicado con los separatistas. En la línea de todos merecen otra oportunidad y todos pueden regenerarse, ha convertido a los sediciosos en alborotadores del orden público. Se trata de la vieja tesis buenista del progreso a través del diálogo, la educación y la rehabilitación, que palomas tan emblemáticas como el cooperativista Owen, el sinérgico Kropotkin o el culturalista Gramsci aplicaron con provecho (sin que Palme, Kennedy o Gandhi desmereciesen en la puja desde la otra orilla, que diría Anguita).
Según los últimos indicios, nuestros gobernantes están postergando el acuerdo con los separatistas sobre qué hacer con la malversación. El principal motivo es que en ese tema ha chocado la visión punitiva de Irene con la lenitiva de Jaume Asens y Aragonés. Para Asens lo único malo es la propiedad privada, de modo que no hubo malversación en el proceso separatista porque no hubo lucro personal directo; para Irene, lo principal es el erario, de modo que hubo malversación porque se depreció el tesoro público. Como el hambriento asno de Buridán, indeciso entre dos equidistantes cubos con trigo, los promotores todavía están dudando y a la expectativa de que hará Aragonés.
A pesar de esa diferencia, Irene y Asens han logrado un buen punto de encuentro en postergar las ciencias duras en beneficio del voluntarismo. Los críticos señalan que la única experiencia laboral de Irene fue un año de cajera en una empresa comercial, pero obvian que se graduó en Psicología con excelentes calificaciones. Ese perfil es frecuente en la cúpula fundadora de Podemos. Tanto Iglesias como Monedero, Errejón y Verstrynge, entre otros, fueron buenos estudiantes, voluntaristas, poco inclinados a las ciencias duras y sin otra experiencia laboral que la actividad política o, como mucho, ciertos coqueteos con la docencia blanda y los informes políticos. Lo suyo eran los conocimientos psicológicos, sociológicos, lingüísticos y políticos, pero no los jurídicos, médicos o económicos. El motivo por el que contrataron de director general en el ayuntamiento de Palma a un Graduado Social, con pene, pero sin experiencia laboral, es bastante ilustrativo: "Capacidad ejecutiva, de superación del estrés y la frustración, de la posibilidad de defender los valores de Podemos más allá de las competencias de la regiduría, así como conocimiento activo del programa de Podemos para esta legislatura". Más claro, agua.
"Suelen pensar que, si hay que tomar el cielo por asalto, nadie debe perder varios años preparando oposiciones, sino que debe tomar el atajo más directo"
Ese voluntarismo y desprecio de las ciencias duras está en la base de que no solo tachen a los jueces de fachas y machistas, sino que crean que estudiar Derecho no ayuda a la revolución. Por eso eluden, siempre que pueden, los informes de órganos en los que presuntamente abunden los juristas sólidos, como el Consejo General del Poder Judicial o el Consejo de Estado. Para un voluntarista, los médicos también son machistas y practican la violencia obstétrica; además, por saber demasiada Anatomía, no se puede confiar en ellos a la hora de distinguir a los hombres de las mujeres. Para los partidarios del voluntarismo, saber demasiada Historia hace a cualquiera sospechoso de disentir de la versión adecuada de la Guerra Civil, la colonización o la toma de Granada a los musulmanes. Y así sucesivamente.
Bastantes de los promotores de las reformas comparten una tendencia a minusvalorar los conocimientos duros y exaltar los ideales y las buenas intenciones. Por eso pide que no juzguen sus medidas por sus resultados prácticos, sino por los objetivos que querían alcanzar. Suelen pensar que, si hay que tomar el cielo por asalto, nadie debe perder varios años preparando oposiciones, sino que, en cuanto pueda, debe tomar el atajo más directo al paraíso revolución. Un buen ejemplo fue el estalinista Lysenko, para quien la teoría de los genes era falsa, burguesa y reaccionaria. En consecuencia, envió a los verdaderos genetistas soviéticos a las cárceles.
Aquí, sin llegar a esos extremos, la idea básica es la misma: saber Economía, con sus zarandajas sobre deuda, déficit y productividad, es un obstáculo para el bien del pueblo; saber Genética dificulta la libre autodeterminación de género; estudiar español impide la secesión de las nacionalidades bilingües; saber la suficiente Gramática, y escribir siguiendo las normas de la Academia, retrasa el progreso feminista; profundizar en el Derecho, difumina las reformas penales. Así piensan Irene y sus aliados y así vamos.
JR Medina Precioso