MURCIA. Es indudable que el Trasvase Tajo-Segura ha sido el principal motor del desarrollo socioeconómico del sureste español; incluso los negacionistas no pueden obviar que la puesta en regadío de amplias zonas de Murcia, Alicante y Almería ha convertido el Sureste de España en uno de los más importantes polos de producción de alimentos de Europa.
También es evidente que el Plan Hidrológico Nacional de 2001 fue la iniciativa más importante de los últimos tiempos para modernizar el acceso al agua y convertir el agua en un elemento vertebrador del territorio, poniendo al alcance de todos uno de los recursos fundamentales para asegurar la prosperidad y el futuro.
"La transición ecológica es una seña de identidad de los regantes de la región que abanderan el uso medioambientalmente sostenible del agua"
Incontestable es también el beneficio que ha supuesto con la creación de decenas de miles de empleos y el desarrollo de una actividad agroalimentaria y logística puntera en Europa. Además, ha garantizado que el agua fluya de nuestros grifos cuando se abren, que buena parte del mundo pueda alimentarse con nuestros productos y que en lugar de ser tierra de emigrantes nos hayamos convertido en esperanza de futuro para muchos inmigrantes.
Los agricultores no se han limitado a recibir agua y usarla. Se han comprometido mediante fuertes inversiones, incorporando nuevas tecnologías, sistemas de riego digitalizados y reutilizando aguas depuradas. Han sustituido el concepto de "más cultivos y empleo por gota" por el de "más dinero y naturaleza por gota", que permite preservar el medio ambiente sin afección de la actividad económica y el empleo, uniendo los intereses de agricultores y medioambientalistas.
El trasvase también nos ha permitido realizar estrategias de lucha contra el cambio climático en la línea de las propuestas por FAO y con los objetivos ODS 2 y 6 de la ONU promoviendo el regadío y la agricultura intensiva para producir más alimentos con menos coste ambiental. La superficie verde agrícola conseguida permite no sólo evitar la erosión, sino también crear grandes sumideros de CO2 en consonancia con el objetivo ODS 13. La transición ecológica es, desde hace años, una seña de identidad de los regantes de la región que abanderan el uso medioambientalmente sostenible del agua.
Los objetivos planteados para asegurar la producción de alimentos, el acceso al agua para todos y el compromiso con el clima y el planeta no se pueden alcanzar sin el aporte del agua procedente del Tajo. Sin embargo, nos encontramos con iniciativas no fundamentadas para reducir la aportación de agua del trasvase, lo que supondrá un irreversible retroceso económico y medioambiental.
La reciente Ley de Cambio Climático y Transición Ecológica no puede suponer una excusa partidista para eliminar la principal fuente de suministro de agua que permite desarrollar una transición ecológica justa. Tampoco se debe utilizar para enmascarar la carencia de una política nacional de uso sostenible y compartido del agua manteniendo un debate ya superado entre agricultura y conservacionismo. Al contrario, se debe convertir en el principal blindaje del trasvase ya que permite combatir la desertificación, producir alimentos, fortalecer la cohesión social evitando desigualdades y conseguir un planeta más habitable y un mundo mejor.
Miguel Ángel Cámara Botía
Catedrático de Química Agrícola
Director Cátedra de Ecoeficiencia Hídrica
Universidad de Murcia