LA VENTANA DE COLABORA MUJER RM / OPINIÓN

El Puerto de Cartagena: la joya de la corona

28/09/2020 - 

MURCIA. A nadie se le escapa el potencial de Cartagena, del Puerto de Cartagena más concretamente. Sólo hay que contar con el sentido de la vista para comprobar la grandeza y la majestuosidad con la que el sol ilumina cual foco a la gran estrella que luce en el escenario de éste emplazamiento privilegiado del levante español. El Puerto de Cartagena no es la niña bonita del Mediterráneo. Es ya una distinguida señora muy noble, muy leal y siempre heroica, que no se nos olvide.

Cuando cuentas con unos tres mil quinientos años de historia propia, no te hace gracia que te traten como a una adolescente. A una niña bonita se la adorna y se le ponen lazos, se le dan chapitas con méritos cuestionables, como cuando me dieron a mí en los scouts las insignias "A la ardilla perdida" y a "A la tropera más coqueta" que con 12 años tiene hasta su gracia, pero con cierta edad tiene un punto ridículo, ya que estoy segura que mi querida Cartagena que puede aspirar a más.

A una señora se la cuida desde dentro, respetando y potenciando los rasgos más expresivos de su belleza, como a la gran mujer de las mil batallas, y que cada mañana vuelve a levantarse con la mejor de las sonrisas, dispuesta a comerse el mundo antes de que el mundo se la coma a ella.

Nuestro puerto no es sólo la entrada de mercancías y pasajeros (ya volverán...) más importante de la Región de Murcia y del Sureste españolEl Puerto de Cartagena es una emoción, es un sentimiento coral de una población que vibra al amparo de la Virgen del Carmen, que vive con la sal en la piel, que se nos enreda el pelo y respiramos la brisa con olor al viento de Mistral. Esa brisa característica que tanto echamos de menos cuando no estamos aquí, es la que a veces cuando nos encontramos fuera nos hace sentirnos raros.

El privilegio de ganarnos las habichuelas al lado del mar, en un precioso edificio modernista cuyo diseño data de 1909, a un paso del casco histórico, al lado del teatro romano, de la catedral más antigua de España y de increíbles montes de los que sólo me bajo para comer, hacen que no pueda estar más orgullosa de mis raíces. 

Ahora trabajo aquí y lo que más me cuesta es no subir las escaleras corriendo como cuando salía del cole e iba a ver a mi madre a la planta de arriba, o pasar por al lado del Club Social y no acordarme del olor del césped y al cloro de la piscina de mi abuelo, como yo la llamaba, que tenía los alrededores de un pulcro que se podía comer en cualquier punto de las instalaciones.

Es un sentimiento porque es nuestro, porque somos familia, porque para referirnos a ella la llamamos "la casa" y realmente lo es.

Tenemos muchísima suerte de contar en la Región de Murcia con el Puerto de Cartagena, como casa antigua y bien cuidada que da cobijo a todas las gentes del mar, vengan de donde vengan, y nos alimenta como una gran madre incansable que nunca se toma a mal si alguno de sus hijos se trastorna y se enfada con ella, porque como madre sabe perdonar.

Tenemos la obligación de cuidarla, de cuidar nuestra casa, de invertir cariño y tiempo en ella, porque sabemos que nos da mucho más de lo que le hemos pedido, y respetarla como a la señora trimilenaria que es. No sólo cuidarla para que nos dé "la paga" y olvidarnos de ella los domingos, o hacerle la pelota para que nos preste el coche, sino hacerla sentir que está en buenas manos, decirle que la queremos y que la cuidaremos, y además hacerlo.

Como gran y eterna señora, ella sabrá recompensarnos con creces.

Laura García Sánchez es Ingeniera en Telemática y Docente de Formación Profesional

Twitter: @LauraGarcia_IT

LinkedIn: Laura García Sánchez

 

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