CARTAGENA. Dada la pluralidad de siglas que concurren a las elecciones podría pensarse que el mapa de los partidos políticos está completo en España y que no queda ningún nicho político sin cubrir. Sin embargo, no es ese el caso. Los dos componentes principales del mapa político español son el que va de la izquierda a la derecha y el que va del separatismo al unionismo.
"O se está con España como nación, o sea contra España como nación"
En contra de lo que se cree, ambos ejes son fáciles de identificar: la ultraizquierda y la izquierda prefieren la igualdad a la libertad y pasan de la seguridad, mientras que la ultraderecha y la derecha prefieren la libertad a la igualdad y dan cierta importancia a la seguridad, tanto física como jurídica. Por otra parte, los españolistas creen que España es una nación, mientras que los separatistas consideran que el territorio español alberga varias naciones, oscilando entre ocho y nueve según los autores. La claridad es importante: o bien se admite que la soberanía reside en el pueblo español en su conjunto, o bien se proclama que el pueblo español no es soberano, sino que lo son el valenciano, el balear, el andaluz, el catalán, el vasco, el gallego, el asturiano y el canario... Quedaría un residuo insaponificable en el cual, compañero del metal, se halla Murcia. En suma, una vez fragmentada la soberanía española, apostar por la completa separación o por la confederación es tan irrelevante como ilusorio. O se está con España como nación, o sea contra España como nación. No cabe una tercera posición entre el españolismo y el separatismo porque lo esencial es la soberanía. Por eso es más crucial decidir si Cataluña (por ejemplo) tiene o no derecho a autodeterminarse que decidir si uno votará a favor o en contra de su separación efectiva. Rota la soberanía española, no hay parche que la arregle.
En primera aproximación, tres de los cuatro campos posibles al combinar el eje social con el territorial están políticamente cubiertos. Hay partidos de derechas y españolistas (Partido Popular y Vox), de derechas y separatistas (Partido Nacionalista Vasco y Juntos por Cataluña) y finalmente partidos de izquierdas y separatistas (Reunirse-Bildu, Izquierda Republicana de Cataluña, Bloque Nacionalista Gallego y Adelante Andalucía). Más dudoso es si existen partidos de izquierdas y españolistas. El candidato más natural sería el PSOE, pero no cabe otorgarle sin más carácter de españolista. ¿Argumentos? Básicamente, tres.
Primero: el PSOE no existe en Cataluña, donde lo sustituye por el PSC. Se dirá que son lo mismo, pero lo cierto es que son dos partidos distintos, con sus propios estatutos y órganos de dirección. Si fuesen lo mismo, constarían como un único partido en el registro, cosa que no ocurre. Y es obvio que renunciar a estar presente en Cataluña envía un potente mensaje de que esa región (el ministro socialista Iceta la llama nación) no forma parte de España. De hecho, el PSC ha llevado hasta hace unos años la autodeterminación de Cataluña en su programa.
"la Ley de Restauración de la Naturaleza ha quedado bloqueada en la ue gracias al voto de cuatro eurodiputados liberales"
Segundo dato: allá donde pueden, el PSOE y el PSC se alían sistemáticamente con los partidos nítidamente separatistas, que nunca con el PP. En 2009 el PP apoyó a Patxi López para que gobernase en las provincias vascas, pero no pasaron ni cinco meses antes de que López se entendiese con el PNV. Y ahora el PP ha apoyado al socialista catalán Collboni para alcalde de Barcelona, pero el PSC está pactando con IRC y con JpC las diputaciones y cuantas alcaldías puede. Tercer argumento: allá donde gobierna, el PSOE y el PSC apoyan la inmersión en la lengua cooficial de turno, siempre en detrimento del castellano. Es incierto declararse españolista en ciertas regiones, pero no en otras. Lo crítico no es averiguar si se es españolista en Madrid o en Murcia, sino si también se es españolista en Cataluña, Baleares y el País Vasco. Y, desde ese punto de vista, el españolismo del PSOE es bastante dudoso.
Anotando que quizás falte un partido españolista de izquierda moderada, se podría aducir que también cuenta el eje ecologismo-economismo, tan de actualidad. En ese aspecto cabe notar que las dos formaciones específicamente ecologistas españolas, Equo y Alianza Verde, se han situado históricamente en la ultraizquierda. De hecho, ahora forman parte de Sumar, mientras que antes aparecían en IU.
¿Y Ciudadanos? Cuando nació, CS se definió como españolista de izquierda moderada en Cataluña, pero luego optó por autocalificarse de liberal. Asumido ese enfoque, apostó fuerte por el ecologismo. Sin embargo, no lo ha hecho desde un enfoque liberal, sino mimetizándose con el ecologismo izquierdista, el único existente hasta ahora en España. Hay que preguntarse si, una vez pasadas las próximas elecciones, le quedarán energías a CS para articularse como un partido con tres notas distintivas: liberal, españolista y ecologista. Hay precedentes.
Recientemente la polémica Ley de Restauración de la Naturaleza ha quedado bloqueada en la Unión Europea gracias al voto de cuatro eurodiputados liberales. De haberse aprobado, esa ley habría asestado un duro golpe a los agricultores europeos, puesto en riesgo nuestra seguridad alimentaria y propiciado una deslocalización agrícola en beneficio de otros países con menos requisitos ambientales. Esos cuatro eurodiputados liberales han marcado una senda. ¿Estará dispuesto CS a disputar la bandera del ecologismo a las izquierdas y desarrollar programas políticos que, sin negar la importancia del cambio climático en curso, no sacrifique el enfoque liberal? Sería estupendo contar en España con un partido patriótico, que prestase gran atención a las políticas verdes, pero liberal en las costumbres y en la economía. Atento estoy. Veo en eso más futuro que en el ambiguo centrismo y en la obsesión de hacer de bisagra entre el PP y el PSOE.
JR Medina Precioso
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