MURCIA. Curioso la que montaron esta semana algunos medios con las palabras del Papa sobre las suegras. ¡Gensanta!, que diría Forges. Seguí varias tertulias y es curioso ver cómo cada medio arrimaba el ascua a su sardina.
Unos criticaron que tal y como está el mundo las preocupaciones del Papa fueran "las suegras" y hablaron del olor a rancio que desprendían sus palabras. Otros fabularon sobre cómo se sentirían las muchas suegras congregadas en la plaza de San Pedro al escucharle decir: "Estad atentas a la lengua, porque la lengua es uno de los pecados más malos de las suegras, estad atentas". Otros opinaban sobre lo que pensarían las nueras creyentes al escuchar al Papa consejos del tipo "revisa la relación con ella. Sí, a veces son mujeres un poco especiales, pero han dado la vida a tu pareja. Hazla feliz". Y es que eso, dicho en voz alta, supera a la mejor Elena Francis.
"es necesaria la alianza de las generaciones: la obligación moral de los jóvenes de hacer felices a las personas mayores y del apoyo que éstas pueden prestar a los jóvenes"
En redes sociales, más modernos ellos, lo plantearon más en plan "perspectiva de género", tachando el discurso de anacrónico en general y machista en particular porque va contra las mujeres —suegras y nueras— y encima encarga a los varones —yernos— que ayuden a sus suegras "a corregir sus defectos": " ... si tienen algún defecto hay que ayudarlas a corregirse". Los suegros no aparecen.
Eso los de un lado. En cambio en otros medios se informó de que no era un discurso sino una catequesis, de que el Papa hablaba sobre la vejez —no sobre las suegras— y sobre de la necesidad de que las personas mayores sean felices apoyándose para ejemplificarlo en el libro de Rut.
De mis años de teología recuerdo el pequeño libro de Rut e incluso retengo alguna frase preciosa útil para mí en contextos varios : "No insistas en que te abandone, porque iré donde tu vayas y viviré donde tu vivas...". Es un librito a releer.
Rut, que significa amiga, aliada o compañera según versión hebrea, latina o griega, se niega a abandonar a su suegra Noemí cuando ésta viuda y sola decide volver a su tierra. El vínculo que ha establecido con la anciana le impide dejarla. Se convierte así en la alegría de su suegra, en su apoyo y eso es, al parecer, de lo que hablaba el Papa: de la necesaria alianza de las generaciones, de la obligación moral de los jóvenes de hacer felices a las personas mayores y del apoyo que éstas pueden prestar a los jóvenes.
Me parece un buen ejemplo para visibilizar la polarización mediática en la que estamos inmersos y para evidenciar la capacidad de algunos medios para adulterar la noticia y dado que estamos en año pre-electoral quizás convenga tenerlo presente.
P.D. Por muy objetiva que una quiera ser, con toda humildad sugeriría refuerzos en el gabinete de comunicación del Vaticano.
Rosa Peñalver Pérez.
Docente. Jubilada.