crónicas de una región misteriosa

¿Y tú de qué eres, de Santos o Halloween?: el origen murciano de esta celebración

31/10/2024 - 

MURCIA. Inmersos en la festividad de Todos los Santos es seguro que en estos días alguien te habrá preguntado o tú mismo lo habrás podido hacer si "…eres más de Santos o de Halloween".  Da igual la respuesta que hayas elegido porque ambos estaréis en lo cierto. Ambas festividades conmemoran lo mismo y desde un punto de vista antropológico el interés por las almas de los seres fallecidos se encuentra intrínsecamente ligado a la propia existencia del ser humano. De hecho Halloween no es otra cosa que el acrónimo de 'All Hallows Eve' o lo que es lo mismo y traducido literalmente, la efeméride de las almas.

Si miramos a la historia antigua nos daremos cuenta de que en las antiguas poblaciones ibéricas de la Región de Murcia se celebraba con rituales propiciatorios, adivinatorios y de protección el momento en el que la oscuridad se apoderaba del mundo, el otoño donde las horas de luz son más cortas. Era el momento en el que el mundo de los muertos se entrecruzaba con el de los vivos mediante un sendero repleto de cipreses (mito griego), además de marcar el momento de la siembra, de enterrar "los esqueletos de las plantas" con la esperanza de que den fruto y que vuelvan a la vida en primavera. Los antiguos pueblos celtas de Hispania lo llamaban la época del Sahmain.

Pero centrémonos en la nuestra Región, ya que, como decimos, desde las épocas ibérica en donde realizaban ídolos con el hierro de los meteoritos para protegerse de los malos espíritus hasta la época romana en donde arrojaban habas negras hacia afuera de las casas para que los 'lémures' (una especie de zombis) no los atacasen en estos días, nuestra tierra encierra un crisol de elementos que podemos relacionar con la propia festividad de estos días.

Sirva como ejemplo las tradiciones documentadas en la zona del Altiplano, el Valle del Guadalentín, el Campo de Cartagena o el Valle del Segura. En estos lugares y desde el siglo XVII podemos encontrar crónicas y relatos que han seguido muy similares hasta finales del XIX y mediados del siglo XX.

Por ejemplo la firme creencia que nuestros antepasados van a estar con nosotros unas horas y por ese motivo nos levantamos muy temprano y preparamos las camas, con las sábanas bien estiradas y dejamos a uno de los pequeños al tanto de que si ven hoyuelos en las sábanas avisaran corriendo… algunos los veían; también por ese motivo se colocaban pequeñas velas de cera, una por cada miembro de la familia fallecido. O se dejaba siempre un cubierto listo y con comida en la mesa, en el lugar destinado a las ánimas el cual no podía ser ocupado por nadie durante los días que en esa casa se celebrase 'Tosantos'.

Pero había siempre un temor: los espíritus de nuestros familiares a los que nadie recuerda (tatarabuelo, por ejemplo) de generaciones pasadas. ¿Quién honra su memoria? En principio nadie. De estas almas "olvidadas" se creía que vendrían para llevarnos con ellos al otro lado o, en el mejor de los casos, cuando uno de nuestros familiares fallecidos nos reconociese nos arrebataría el alma para que siempre estuviésemos juntos. Por ese temor se comienzan a realizar ritos de protección en las viviendas como colocar objetos de hierro, sal bajo las ventanas o entorno a las fotos/velas de seres fallecidos, con el objetivo de que no puedan cruzar la línea de sal

De la misma forma y en algunos lugares como La Paca, Purias o Valladolises a finales del siglo XIX se comenzaban a colocar fotos mortuorias e incluso a vestirse de muertos (no de fantasmas, sino con la ropa que se tenía preparada para el funeral de cada uno) para que los espíritus los reconociesen como un fallecido y siguieran su camino.

Los Auroros por su parte, realizaban cortejos por las calles de Pozo Estrecho, Lorca, Caravaca, Alhama, Murcia, Cartagena, Cieza, Jumilla o Yecla con su característico farol (cual Santa Compaña) y su inconfundible campana.

Cuando tocaban a la puerta de tu casa debías salir y darles una limosna (aguinaldo) tras lo cual ellos cantaban  para que las ánimas de la  familia de la que acababan de recibir limosna salieran cuanto antes del purgatorio. Algunos antropólogos hablan que de esta tradición saliera el famoso "truco o trato", pues se relacionaba, además, con el rezo a las ánimas benditas con las que había que pactar una ofrenda en el caso de que nos concedieran nuestro deseo.

   

Noticias relacionadas