MURCIA. Posiblemente se trate, junto con el caso de El Cónsul, de los sucesos con más enigmas que hoy día no han podido ser resueltos. Nos situamos en Fuente Álamo, a escasos kilómetros de Cartagena y nos centramos en un niño, Juan Pedro, cuyo padre Antonio, transportista, decidió un día de 1986 que no estaría mal que su familia les acompañase en uno de sus largos viajes por carretera, pudiendo así disfrutar juntos de la travesía y hacerle compañía en la soledad del camión, aprovechando además que ya empezaban las vacaciones de verano para el niño.
El camión partió del pueblo con Antonio, su mujer Carmen y el niño Juan Pedro, de 10 años y que por primera vez salía de Murcia, la tarde del día de San Juan. El destino, Bilbao. La carga del camión, una cisterna que contiene 25.000 litros de ácido.
Hicieron tres paradas durante el trayecto, siendo vistos por última vez en una cafetería de Cabanillas de la Sierra, en Madrid. Al llegar a Somosierra, el vehículo se estrella, saliéndose su carga y dejando un escenario desolador. Al llegar al lugar del siniestro, la Guardia Civil investiga entre el revoltijo de hierros en el que ha quedado el camión, encontrando los cadáveres desfigurados de Antonio y Carmen. Pero el niño no aparece por ninguna parte.
"¿Cómo está el zagalico?", preguntó la destrozada abuela al agente de la Guardia Civil que le comunicó la tragedia. "¿De qué zagal habla usted?", respondió el agente. El niño se había volatilizado. Ni rastro, ni un jirón de ropa, ni un resto humano. Nada.
Pronto el misterio comenzó a crecer: el tacómetro del camión había registrado paradas muy sospechosas poco antes del siniestro; la posibilidad de que el pequeño se hubiese disuelto en el ácido era imposible, dado el escaso espacio de tiempo entre el accidente; la aparición de restos de heroína en el camión durante su desguace…
Según dijeron algunos, el padre estaba amenazado por mafias de la droga, que le presionaban como transportista para que llevase droga en su carga. Unos testigos apuntaron que, cuando el camión se estrelló, una furgoneta llegó al lugar del siniestro y sacaron al niño de la cabina y se lo llevaron.
Otros apuntan a que el niño había sido secuestrado durante una de esas sospechosas paradas y que el accidente se debió a que el padre estaba persiguiendo a los secuestradores en su camión. Incluso, un año más tarde, el dueño de una autoescuela de Madrid afirmó que lo había visto completamente desorientado haciendo de lazarillo de una mujer iraní que preguntaba por la Embajada de Estados Unidos.
Calificado por Interpol como "la desaparición más extraña de Europa", 32 años después Juan Pedro sigue sin aparecer.
*Santi García es responsable de 'Rutas Misteriosas' y autor del libro Murcia Sobrenatural