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MURCIA. Con diez frases a mitad de camino entre el humor, una prolija experiencia vital y la fina reflexión intelectual, Juan Ramón Medina Precioso disertó durante más de una hora sobre el concepto del liberalismo. ¿Qué es un liberal? "Un liberal siempre respeta a su adversario, pero nunca puede mimetizarse con él". Otrosí: "Un liberal no se opone a la existencia del Estado, sino que defiende la existencia del mercado". Invitado por el grupo parlamentario Ciudadanos (los expulsados por la formación naranja y autoproclamados 'liberales'), el que fuera rector fundador de la UPCT y hoy columnista de este periódico fue el protagonista del segundo foro liberal, celebrado este lunes en el Real Casino de Murcia.
El también doctor en Biología y catedrático de Genética combinó su conferencia con los recuerdos de su pintoresca aventura en política, cuya carrera le condujo desde el escaño de Izquierda Unida en el Parlamento andaluz de los años ochenta hasta la cartera de Educación y Universidades en los gobiernos de Ramón Luis Valcárcel (PP) entre 2003 y 2008, además de Cultura (2003-2007). Ante una primera fila ocupada por la vicepresidenta regional, Isabel Franco, el consejero de Transparencia, Antonio Sánchez Lorente, y el portavoz parlamentario, Francisco Álvarez, Medina Precioso diseccionó la palabra "tránsfuga", el polémico calificativo que pesa sobre los cuatro diputados que desobedecieron las instrucciones de su partido en la moción de censura contra Fernando López Miras. A su juicio, no hay duda: "El concepto de tránsfuga es antidemocrático: los diputados no están sujetos al mandato imperativo".
Una compañera de carrera de la Complutense que "lo tenía todo" para él aunque nunca existiera atracción le relataba en 1965 su experiencia en Suecia y las "extrañas costumbres sexuales" de los suecos. Con esta anécdota Medina Preciso extrae como primer mandamiento de un liberal que no puede gustar a todos los votantes: "No sólo es imposible gustar a todo el mundo, además es indeseable", razona. "Por este motivo tenemos que asumir que tendremos adversarios a quienes no les gustarán nuestras políticas liberales".
El liberal no gusta a todos, pero "sí respeta a su adversario". Parafraseando a Jesús de Nazaret, "un liberal debe decir: respetad y seréis respetados". Y sólo así se pueden alcanzar acuerdos. "Pero no a toda costa ni mimetizándonos con el adversario", añade. Ni tampoco hay que juzgar las intenciones. "Las intenciones siempre son buenas. Son invencibles. ¿A quién no le gusta la paz o la igualdad? El liberal se hace fuerte en los métodos y en los resultados, no en las intenciones". Esa es la lección: "Un liberal debe prestar atención al 'cómo'. Los diagnósticos son correctos, pero las soluciones pueden ser equivocadas".
Verbigracia: "Es muy bonito que no haya desahucios, pero según la ley que hagas puedes subir el precio de la vivienda. Es magnífico descontaminar el planeta, pero según el método puedes disparar el precio de la electricidad". A su juicio, "cualquiera que conozca las reglas del mercado sabe que cuando hay escasez aumentan los precios. Y el resultado es que las rentas altas pueden seguir consumiendo pero las rentas bajas dejan de consumir".
Eso sí, aunque no convenza a todos, "un liberal sí tiene que gustar a alguien". Por esa razón, "si el foro liberal quiere contribuir a mejorar las cosas en la Región, debe saber que no va a gustar a sus adversarios, pero tiene que aportar ideas a un sector de la población". Y agregó una pista sobre qué haría él para ampliar el mensaje de una corriente hoy por hoy minoritaria: apoyarse en un partido consolidado. "Un liberal tiene que convencer a la dirección del PP, pues ellos gustan a mucha gente".
Esta máxima se la confesó Julio Anguita al propio Medina en los tiempos de militancia común en Izquierda Unida. "Un día le pregunté: ¿Por qué nos hemos desviado de nuestro ideario? Y Julio me respondió: soy vaca que en el rebaño gusta de pasar a solas". Esta idea sintetiza el "problema de jerarquización" que padece la democracia desde la Transición. Aquel periodo histórico, que "no fue un consenso unánime" sino que "dejó vencedores y vencidos", fue "un acuerdo entre los sectores renovadores del franquismo y el PSOE y PCE". Eran, apunta, formaciones acostumbradas a la jerarquía. "Y los pactos se hacían entre las direcciones de los partidos. Todos lo asumíamos y eso ha quedado impreso en la Constitución y en la costumbre actual". Desde entonces "se ha sustituido la actividad de los votantes y de los diputados por la actividad de las direcciones de los partidos", una tendencia que "empobrece la democracia".
Por todo eso, esgrime, "el concepto de tránsfuga es antidemocrático", porque "los diputados no están sujetos al mandato imperativo". Por supuesto, en la mayoría de los debates los parlamentarios coinciden con sus direcciones orgánicas. "¿Pero qué pasa en los raros y excepcionales casos en los cuales un diputado no está de acuerdo con las directrices de su partido? ¿Qué debe predominar? En mi tajante opinión, debe prevalecer la opinión de los votantes, la opinión de los ciudadanos".
Y cita varios ejemplos de "tránsfugas" que "acertaron" porque "defendieron a sus votantes". El PSOE ordenó abstenerse para que en 2016 gobernara Mariano Rajoy. "Sin embargo, Pedro Sánchez, Meritxell Batet y Margarita Robles dijeron 'no es no'. Los votantes estaban con ellos, como así demostró después Sánchez al ganar el congreso". Menciona igualmente el reciente caso de UPN y la reforma laboral y sobre todo enlaza con la maniobra política más relevante de la legislatura en la Región: la truncada moción de censura para desalojar a López Miras del Palacio de San Esteban. "Los votantes de Ciudadanos no estaban con los promotores de la moción de censura, sino con los que dijeron no".
Esta frase la afirmó Joaquín Satrústegui, "uno de los pocos liberales que hizo oposición al franquismo" y que argüía que era un liberal monárquico "porque defendía al Estado". Esta es otra enseñanza importante. "Un liberal no se opone a la existencia del Estado. Un liberal defiende la existencia del mercado, que no es lo mismo". El Estado, asegura, "garantiza la seguridad jurídica". Sin él, "no habría infraestructuras, no habría policías, no podría funcionar el mercado... Sería una jungla". El error del comunismo, ergo, "no es que quiera al Estado sino que no quiere al mercado". He ahí el matiz. "Por eso funcionan los países en los que mercado y Estado van de la mano. Ambos tienen que coexistir". Y remachó: "No odiamos al Estado. No os dejéis ridiculizar. Lo que no queremos es que el Estado monopolice la actividad política y social".
Esta sentencia la aprendió Medina Precioso en la cárcel de Carabanchel, en una de las cuatro ocasiones que estuvo preso. "Me pillaron leyendo un panfleto maoísta y me detuvieron". En prisión uno de sus "compañeros maoístas" le replicó que "los genes no existen porque así lo decía Mao Tse Tung", pues argumentaba que "la genética es una ciencia burguesa". ¿Corolario de esta anécdota? "Un liberal tiene que confiar en las ciencias naturales y en las ciencias económicas". Es decir, "no puede regirse por criterios ideológicos para dictaminar cómo es la realidad. Tiene que atender a los hechos".
Por eso "un liberal no debe negar el cambio climático, porque es real". Es más: "Un liberal no puede negar que el cambio climático tiene un componente antropogénico muy fuerte, porque en buena medida se debe a las actividades industriales, ganaderas y agrícolas de nuestra especie". El matiz estriba en la réplica: "Debe ser una respuesta liberal. No se puede optar por las políticas de decrecimiento económico que promueven nuestros queridos ecologistas, sino que debe compaginar la lucha contra el cambio climático con el crecimiento económico".
Y esa tesis se aplica al Mar Menor: "La solución no es dejar el turismo o la ganadería, sino llamar a todas las empresas tecnológicas e implicar a las compañías especializadas en oxigenar el agua, en depuración de los nitratos, etc. Podemos compatibilizar el crecimiento económico con la descontaminación" de la laguna.
Este epíteto se lo espetó el policía que le arrestó por leer el libro de Mao. Quería provocarle con aquel adjetivo tan manido por la izquierda en aquella época. La terminología es decisiva en el debate político. "Es esencial que empleéis vuestros propios términos, no los del adversario. Eso hace que ganéis o perdáis el debate". Por ejemplo: 'público y privado' o 'gubernamental y no gubernamental'. "¿Qué es la UCAM? Una universidad privada. ¿Qué es Greenpeace? Una asociación no gubernamental". Otra obra maestra de los requiebros del lenguaje: el derecho a decidir. Rubalcaba -"uno de los políticos más inteligentes que he conocido"- le reveló un día que la consigna de los separatistas catalanes era invencible. "Pero ese derecho a decidir en realidad es el derecho a que los demás no decidamos. No se extienden derechos, sino que los privan. Eso hay que explicarlo para evitar que ganen el debate".
Marcelino Camacho, con quien compartió estancia en la cárcel, declaró una vez: "Impón tu discurso". Es clave marcar un relato comunicativo, como sostenía el histórico sindicalista. "Pero, claro, él tenía un prestigio enorme como hombre que luchó por la clase obrera. Podía contestar lo que le daba la gana ante un periodista". Aun así, "un liberal debe responder con inteligencia, sin eludir las preguntas... pero también contestando lo que no le han preguntado". Y siempre "diciendo la verdad".
Medina advierte sobre una idea que expresó recientemente el juez Joaquím Bosch: "Hay una corrupción no delictiva". Esa máxima "suena muy bien, pero es preocupante". La "loca" propuesta de Medina es que la ética de un partido liberal debe ser el Código Penal: "Una cosa es el delito. Si no es delito, entonces está permitida. Un liberal opina que todo lo que no esté expresamente prohibido debe ser permitido y no se hable más". O sea: "¿Es delito comer carne? No. Pues entonces no me imponga usted su ética. Usted quiere dejar de comer carne, adelante, hágalo, pero no me diga que yo soy un mal ciudadano". Es la gran regla de oro del liberalismo: "El mayor valor de un liberal es la libertad", que consiste "en que es válido todo aquello que no esté expresamente prohibido por un Código Penal democrático".
Así se refería el dirigente de IU prosoviético Manuel Monereo cuando Gorbachov visitó Sevilla. "Consideraba que la desintegración de la URSS era perjudicial para los aliados rusos". Este enunciado renace actualmente con la invasión de Rusia en Ucrania y que puede "crear polarizaciones" en el Gobierno de España, pues "en el seno de Unidas Podemos hay grupos antiOTAN". En su opinión, "no a la guerra es una frase confusa, pues significa decir que los ucranianos no se defiendan". Y los liberales deben aprovechar la coyuntura, "atentos a las contradicciones del Ejecutivo", pues "están a favor de las democracias liberales, que no existen en China ni en Rusia ni en Venezuela".
Terminó Medina su ponencia y se sometió a las preguntas del público. Una de ellas la formuló Francisco Álvarez, el portavoz parlamentario: ¿Hay espacio en la Región para una formación liberal que atraiga al centro derecha y se aleje de Vox? Medina opinó que, aun siendo el liberalismo una corriente minoritaria en un país "estatalista" -"la izquierda lo es por naturaleza y en la derecha Franco también lo era"-, los liberales "deben crear un nicho, presentar un programa y ofrecer a López Miras que pueden ser un complemento como aliado, no como una amenaza".