MURCIA. Pensarán que voy a realizar un spoiler de la peli de moda o que para variar hablaré de por qué el rosa no representa a la mujer, pero en esta ocasión hablaré de una mujer empresaria que creó un imperio que hoy cotiza en el NASDAQ con un valor de la acción de 21,57 USD según cierre del 24 de julio.
Pues bien, muchos piensan que solo es una película más o que es el patriarcado que vuelve a la suya vendiendo muñecas estereotípicas de lo que debería ser. Yo apuesto más por una solvente estrategia de ventas de la mano de otras industrias como sea la cinematográfica, apoyado en los derechos de su propiedad intelectual, para relanzar un producto.
"Dios ES una mujer, hasta ese punto de empoderamiento nos da la película, quizás el mayor"
Para eso debo hablarles un poquito de su historia: cómo la mujer de un empresario lanza una idea y construye un imperio. Al comienzo era tan disruptiva que no le hicieron caso, pero poco después pensó que podría ser ese modelo a seguir, y les convenció (sus 6 primeros modelos de Barbie fueron enfermera, profesora, secretaria, oficinista, esposa y madre) aunque luego se nos permitió el lema de Tú puedes ser lo que quieras by Barbie. Y con ello montaron la mayor fábrica de juguetes de la historia. Siendo la filial de Barbie la primera de sus facturaciones. Por lo tanto no fue ni mala la idea, ni malo su desarrollo.
Pensaron (Spencer C., diseñadora para Barbie junto a Ruth) que Barbie debía ir con sus tiempos, de ahí que sus principales diseños representen a su vez la industria de la moda, otra de las industrias que más PIB mundial genera en la economía. Colaboraciones con grandísimos diseñadores han hecho que algunas de sus colecciones sean protagonistas de museos, grandes piezas de colección, y de subastas récords.
Pero no solo es eso, también tuvieron periodos de sequía o incluso de malversación de cuentas; errores que han tenido que ir saldando con apuestas por limpiezas o incluso con la fabricación de la pareja de Barbie, KEN. Por no hablar del materialismo que despierta: claro, una es lo que puede si tiene la casa de Barbie, su coche y su largo etc.
Esta película no es más que la representación de esta era de libertad en la mujer. El despertar social, bajo mi punto de vista, es el reflejo de que hasta Barbie está agotada de ser la muñeca perfecta, por no hablar de que Ken es un pobre indeseable que ni le gusta el patriarcado ni sabe lo que son los sentimientos. Vamos, en toda regla: es el reflejo de una sociedad civil que despierta de esos cánones fijados, de esos lavados de cabeza, y que al fin y al cabo despierta a toda la sociedad. Porque los hombres también quieren llorar, bailar, tener misión de vida, y ese largo etc que nos cuenta la peli.
Lo que me resulta extraño es que las de siempre solo puedan pensar en que por ir a ver una peli vestida de rosa, voy a ser sumisa e hija del patriarcado.
Lo que me resulta extraño es cómo no pueden observar el estudio de un marketing perfecto en una compañía que se reinventa incluso criticando a su CEO, con una imagen muy típica en la película. O cómo se ha vuelto viral esa campaña al principio pagada y ahora promocionada por muchos de forma gratuita, hasta el punto de que grandes promotoras de todo el mundo han pintado sus casas de color rosa para hacerle el guiño a la estrella del momento, una mujer que rompe barreras, no solo para su género, sino para toda la sociedad (vamos lo que hemos hecho toda la vida).
También me hizo pensar cuando sale a escena su creadora, a modo de un Dios que le otorga la libertad para ser quien ella quiera y lograr desafiar sus miedos. Es Dios una mujer, hasta ese punto de empoderamiento nos da la película, quizás el mayor.
"Hoy he visto a mi hija jugar con estas nuevas barbies: He visto cómo compartir un sueño puedE ser bonito"
Lo que pasa es que a veces se nos olvida que la mujer cuida del mundo, que seguimos en esa contradicción, en la que podemos dirigir compañías mundiales (por ejemplo, pienso en Ana Patricia Botín) pero que al final del día tenemos que atender a nuestros hijos, doblar calcetines y por supuesto saber grandes aficiones como la doma clásica del caballo, saber de computación o volar a la luna en nuestros ratos libres. Pero resulta que nada de eso nos llevará a ser verdaderamente felices, si no somos libres. Si no encontramos nuestra misión. Qué casualidad que esta misma disyuntiva es la que sufre Ken en la película, ¿no será que no es cuestión de muñecas, sino de personas, de seres humanos?
Ahora es cuando tengo que contaros, como ya estaréis imaginando, que mi regalo por Navidades siempre era una Barbie. La mía se llamaba Yuli. Era rubia y tenía un traje de fiesta de lo más elegante. Pasábamos las horas muertas jugando e imaginando que una caja de clínex con forma de sofá era parte de su maravillosa casa de Malibú que yo nunca tuve, y que cuando llegó a casa años más tarde, no tenía el mismo valor que el de mi imaginación.
En ella vimos muchas niñas que podíamos ser la mujer que quisiéramos. Ojo, un año pedimos a Ken y la primera noche se quedó sin piernas, nunca pudimos jugar con él, se quedó en el trasteros con los juguetes raros, rotos, etc.
Hoy he visto a mi hija jugar con estas nuevas barbies. Me ha hecho gracia ver cómo hacía los mismos trajes de recortes de tela que hacía mi hermana (a mí nunca se medió bien, pero sí se me dio bien pedirle otro modelo para Yuli). He visto cómo compartir un sueño puede ser bonito. Como una muñeca vestida de rosa, llenó una sala de cine de mujeres vestidas de rosa, cómo se escuchaban carcajadas de hombres y mujeres cuando Ken hacía chorradas.
Total, creo que un icono de la industria del juguete que además está avalada por sus cifras, y por estas innovadoras estrategias para aumentar ventas no debería más que hacernos pensar en si mi empresa puede aportar tanto valor a la sociedad, al mercado, y ostentar tanta reputación de marca como Mattel lo hace, como Ruth, una mujer que arriesgó creó un imperio.
Si al final de esta lectura tu respuesta es que tu empresa no factura lo que BARBIE, te recomiendo que acudas al cine, quizás ella sí te haga pensar algo más que yo con estas letras que dedico a la que fue siempre mi muñeca de la infancia.
Yo puedo ser lo que quiera, yo siempre fui Barbie Consultora.
Macarena Perona