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COMO AYER / OPINIÓN

El hotel de las benedictinas

24/02/2022 - 

MURCIA. Leyendo hace unos días una vieja crónica deportiva, recordé los días en que el actual convento de las monjas benedictinas, anejo al Santuario de la Fuensanta y unido a él por un airoso arco, fue un hotel, de privilegiado enclave, en el que se concentró con frecuencia el Real Murcia, tanto en pretemporada como en la víspera de los partidos a celebrar en el casi centenario campo de La Condomina.

"El primer acto relevante en el Hotel Fuensanta fue, el 11 de mayo, la entrega del premio Martínez Tornel"

En lugar de un proyecto, como el de construir un parador donde se encuentra el clausurado y abandonado Seminario de Verano, en este caso se trata de un verdadero hotel, edificado exprofeso, que no acabó de cuajar terminó por adaptar sus usos a cenobio, cuyas monjiles ocupantes celebran sus actos de culto en la casa de la Patrona.

A poco que he escarbado en la historia ha brotado de inmediato la fecha inaugural, 27 de marzo de 1967, así como el nombre de la autoridad venida desde Madrid para el corte de cinta: León Herrera Esteban, director general de Empresas y Actividades, del Ministerio de Información y Turismo, del que llegó a ser titular desde octubre de 1974 a diciembre de 1975.

León Herrera estuvo en por aquellos días en Campoamor y en Orihuela, donde una de sus hijas fue proclamada reina del azahar, inauguró en La Manga el Hotel Galúa y asistió a la procesión del Viernes Santo de Lorca.

En el monte murciano, el acto fue planteado como un paso al frente dentro de la necesidad de contar con un mayor número de establecimientos hoteleros en Murcia, y el nuevo hotel, alzado sobre el solar del edificio contiguo al Santuario, bajo la dirección del arquitecto Fernando Garrido, fue catalogado como de 1ª B, conforme a la nomenclatura usada por entonces.

El enviado del Ministerio reveló que se estaba en el buen camino, pues el alcalde llevaba entre manos el proyecto del que había de convertirse, unos años más tarde, en el hotel más relevante de la ciudad: El 7 Coronas.

El establecimiento, definido como "sobrio, sencillo y confortable", disponía de 29 habitaciones, con un total de 51 plazas hoteleras; más restaurante, salón "y un gracioso patio interior que recuerda al que hubo en tiempos". Se anunció el propósito de colocar en los pasillos y estancias comunes los 40 óleos de tema murciano pintados por Pedro Flores, que hoy se encuentran en el Palacio de San Esteban, así como la construcción en una balconada exterior de una cafetería con mesas al aire libre, que es en la actualidad la popular terraza denominada 'Quitapesares'.

La imprescindible bendición estuvo a cargo del aún obispo-coadjutor, y más tarde titular de la sede episcopal, don Miguel Roca Cabanellas, y la asistencia de autoridades fue muy nutrida en la mañana de aquél lunes de Pascua, en cuya tarde desfiló el Bando de la Huerta.

El primer acto relevante en el Hotel Fuensanta fue, el 11 de mayo, la entrega del premio Martínez Tornel, creado y concedido por la empresa Hijos de Antonio Zamora y centrado en la figura del eminente escritor y periodista murciano al cumplirse 50 años de su fallecimiento. El ganador de las 20.000 pesetas del premio fue Francisco Alemán Sainz, con mención especial a Luis Esteve

Además de las concentraciones del Real Murcia, fueron habituales en el hotel las celebraciones de bodas que tenían lugar en el Santuario, aparte de otros eventos tales como el primer Consejo Nacional de Directores Regionales de Caja Hispana de Previsión y Central de Seguros, en febrero de 1969, y de servir de alojamiento a algunos ilustres visitantes, si que faltaran entre ellos los de rango ministerial. Tampoco faltaron actos de homenaje, como la despedida del gobernador civil Izarra, en enero de 1970.

Sin embargo, el efecto de lo novedoso se diluyó pronto, y el Hotel Fuensanta no llegó a cumplir un decenio. En el mes de septiembre de 1975, en una entrevista publicada en Línea, con ocasión de la feria, Fernando Monerri, uno de los salvadores de la Virgen de la Fuensanta cuando estalló la Guerra Civil, explicaba que él era uno de los organizadores de las romerías y las novenas de antes del conflicto bélico, y que en el edificio que hubo en "lo que ahora ha sido el hotel" tenían unas habitaciones, donde escondieron a la Patrona tras sacarla apresuradamente del Santuario, antes de ocultarla en un coche para llevarla a la ciudad.

Monerri habla ya en pasado del hotel, a lo que se suma el hecho de que las últimas visitas del Real Murcia, cliente por excelencia del establecimiento desde pocos meses después de su apertura, datan de enero de ese mismo año en el que el salvador de la Virgen contaba su periplo.

Poco después llegaron las actuales ocupantes del inmueble, las monjas benedictinas, que en 1978 ya habían convertido el efímero hotel en su nuevo monasterio, elevado después al rango de abadía en abril del año 1989.

Los últimos datos que he encontrado fijan en nueve el número de miembros femeninos del cenobio sito a la vera de la casa de la Patrona, que 44 años después de su fundación ha relegado casi por completo al olvido la breve trayectoria del hotel que tanto prometía en el día de su apertura hace 55.   

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