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echa la persiana el establecimiento que quedaba en el barrio del progreso

El fin de una era: cierra el último videoclub de Murcia

28/03/2024 - 

MURCIA. Número de teléfono desconectado, persiana bajada y tan solo un cartel anunciando las malas nuevas: "Cierre de negocio 29 de febrero". Estas palabras, ubicadas en el panel de novedades en el que los clientes habituales -y los curiosos que pasaban por la puerta- solían buscar los nuevos estrenos de la semana marcan no solo el cierre del Videoclub Progreso, sino también el fin del último de estos establecimientos en Murcia, que se quedará a partir de ahora sin la posibilidad de alquilar películas.

Este local deja atrás 38 años de trayectoria en el Barrio del Progreso, casi una institución en esta localidad que queda ahora huérfana con el fin de este tradicional negocio. 

Lejos quedan ya los tiempos de opulencia donde, antes de la llegada de internet, los videoclubs proliferaban por doquier con más de un representante por barrio. Todos se aglutinaban a sus puertas bien sea para hacerse con la nueva sensación cinematográfica o para buscar un divertimento de unas dos horas con el que rellenar una tarde de domingo.

No obstante, Netflix primero y la pandemia después han acabado por enterrar un modelo de negocio que ya venía sufriendo con la piratería que trajo internet. Tanto es así que, tras una oleada de cierres entre los últimos propietarios que quedaban en Murcia se instauró un convencimiento: los videoclubs morirían con ellos.

Este augurio fue cumpliéndose poco a poco en un proceso que fue acelerado por el confinamiento con el cierre del Videoclub Infante en el verano del 2020, al que más tarde le seguiría La Videoteca, instalado dentro de la tienda de cómics 7 Héroes, que echó la persiana un año más tarde. De esta forma, quedaba tan solo el establecimiento del Barrio del Progreso como último bastión hasta que el mes de febrero escenificó el fin de una era.

"Este es un negocio que tiene fecha de caducidad, irá muriendo según se vayan jubilando los dueños. Entonces, si es posible, intentaremos aguantar y jubilarnos con el negocio, pero no se puede vivir de esto", señalaba su gerente, Pedro Morales, en conversaciones con Murcia Plaza, remarcando a su vez lo complicado que resultaba conseguir que estos establecimientos se mantuvieran rentables.

Así, Morales se daba por satisfecho los meses que la tienda conseguía cubrir los costes del alquiler y la cuota de autónomo, aunque no le diera para vivir. Al fin y al cabo, el grueso de su sueldo provenía de otro trabajo que mantenía por las mañanas, de forma que el videoclub tan solo podía abrir por las tardes.

Imagen de archivo de La Videoteca.

"Lo aguantamos todo lo que pudimos pero los gastos superaban a los beneficios con creces. Cuando vimos no había manera de remontarlo fue cuando tomamos la decisión de cerrar", relata Fátima, encargada de 7 Héroes, que rememora en conversaciones con Murcia Plaza cómo fueron los últimos momentos de la Videoteca.

Pese a que el grueso del catálogo ya se encuentra en las estanterías, lo cierto es que como videoclub hay que estar al día de las novedades -que junto con los grandes clásicos suelen ser las películas más alquiladas-, por lo que se producía un gasto semanal que luego no encontraba un retorno acorde.

Cabe recordar que antaño los videoclubs hacían grandes inversiones en los estrenos más destacados, como cuando salió Titanic al mercado. En aquel caso, algunos locales adquirieron hasta 500 copias de la película, que se rentabilizaron inmediatamente, pues estuvieron todas de mano en mano durante tres meses. En sus últimos tiempos, estos negocios no se planteaban comprar más de dos o tres discos del mismo título.

De hecho, uno de los retos tras el cierre del negocio es el de gestionar las miles de películas que conformaban el catálogo. En el caso de La Videoteca, estuvieron vendiendo -e incluso regalando- los títulos a los clientes habituales y llegaron a hacer un rastro para dar salida a la mayor cantidad posible de discos: "Todavía nos queda algún remanente coleando", reconoce Fátima entre risas.

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