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EL PASICO DEL APARECIDO / OPINIÓN

El espíritu de Bertie

3/05/2023 - 

CARTAGENA. En el Pasico anterior el Aparecido comentó que el naturalista Alfred Russel Wallace, codescubridor de la teoría de la selección natural, se había afiliado al movimiento espiritista. Una de sus amigas, Arabella B. Buckley, que trabajaba como secretaria del geólogo Charles Lyell, también era espiritista. Es más, había desarrollado dotes de médium.

Mientras progresaban en sus andanzas espiritistas, el 22 de junio de 1867 nació el primogénito de Wallace y Annie Mitten, su esposa. En honor de un fallecido hermano menor de Wallace, decidieron bautizarlo con el nombre de Herbert Spencer. Cariñosamente, todos lo llamaban Bertie. Y Arabella lo adoptó como si fuese su sobrino.

"Todo iba bien en sus experiencias espiritistas cuando inesperadamente, a la tierna edad de seis años, murió Bertie"

Todo iba bien en sus experiencias espiritistas cuando inesperadamente, a la tierna edad de seis años, murió Bertie. Se enteró Arabella por una carta que su amigo le remitió el 24 de abril. Cuando esa noche Wallace llegó a su casa había recibido la noticia de la muerte del pobre Bertie. Había fallecido a las 8 en punto de la mañana a causa de la escarlatina. La última vez que lo había visto con vida había sido en la mañana del día anterior. Entonces tenía bastantes esperanzas de que se curase porque acababan de someterlo a un nuevo tratamiento. Creía él que, si hubiesen anticipado el tratamiento apenas un día, podría haberse salvado. Como su niño había estado agotado durante cerca de un mes, era evidente que pequeñas influencias ambientales podrían dañarlo o beneficiado. Y lo habían dañado.

Los médicos británicos ignoraban por completo las delicadas influencias del ambiente sobre el cuerpo humano relacionadas con la salud y la enfermedad. Por eso no eran capaces de hacer nada en muchos casos en los que, asistida apropiadamente, la Naturaleza nos curaría. Pero Arabella y él, que conocían las extrañas y sutiles influencias que había a nuestro alrededor, lo creían.

Sorprende el paralelismo entre las vidas de Darwin y Wallace: el primero no había podido asistir a la presentación de su ponencia conjunta sobre la selección natural porque su hijo menor había fallecido de escarlatina y esa misma enfermedad le arrebató la vida al primogénito del otro.

A vuelta de correo, Arabella le respondió a Wallace que estaba muy afligida de oír que su pequeño favorito se había ido. Había pensado que ya estaba fuera de peligro y ahora se había escabullido y no podrían verlo crecer y ocupar su sitio en el mundo. Pobre señora Wallace. Estaba Arabella muy dolida porque habían separado a su madre de su hombrecito. Se temía que estaría inquieta por él y, sin embargo, era afortunada por saber que tenía el poder, siempre que lo cultivase, <<de oír de él, aunque no a él>> ¡Qué maravilloso era cómo el Espiritismo alteraba completamente nuestra idea de la muerte!

Obviamente, Arabella estaba tratando de consolar a Annie y a Wallace apoyándose en sus compartidas creencias espiritistas: aunque Bertie había fallecido, siempre podrían pedir a algún médium que se comunicase con el infausto niño.

Siempre colaboradora, se ofreció a preguntarle a Janie, un fantasma con el que solía comunicarse, qué podía averiguar sobre Bertie. Formulada la pregunta, desde el Más Allá le contestaron que ellos iban a hacer todo lo posible por averiguar detalles sobre Bertie y que le comunicarían lo que lograsen. También le dijeron que Janie <<había saltado -de alegría- por la oportunidad de hacer algo por el señor Wallace, que fue el medio para traernos a nosotros>>.

Al parecer, Arabella había logrado línea con un grupito de espíritus, entre los que destacaba Janie, quien agradecía tanto a Wallace que la hubiese encaminado hacia el espiritismo que había saltado de alegría ante la perspectiva de poder ayudarlo. Y la ayuda iba a consistir en localizar el espíritu de Bertie en el Más Allá.

A la mañana siguiente Arabella recibió otro mensaje sobre Bertie: <<está aquí al cuidado de su tío Herbert Wallace, que está mirando por él>>. Cuando preguntó si podía decirle todo eso a Wallace, los espíritus le respondieron <<Te dimos estas palabras. Debes afrontar tus propias dificultades.>>

Afrontando sus propias dificultades, el mismo 25 de abril le escribió lo siguiente a Wallace: <<Dudaría en dirigirme a usted tan pronto tras su pérdida si no supiese que es capaz de sopesar las posibilidades y evaluarlas como proceda…>> A continuación, añadió que, como médium, sabía que Bertie se encontraba bien y estaba acompañado por sus familiares difuntos.

Nadie sabe con certeza cómo reaccionó Wallace al recibir la noticia de que su hijito se encontraba junto a su hermano menor, constituyendo una espectral pareja de tío y sobrino que, además del nombre, compartían su lugar en el Más Allá. En cualquier caso, Arabella y Wallace ya no volvieron a mencionar a Bertie en sus cartas. Muchos años después Arabella declaró sucintamente que <<el señor Wallace sintió la pena por la muerte de su niño tan profundamente que durante el resto de su vida nunca lo mencionó excepto por obligación, y entonces con lágrimas en los ojos>>.

Fue doloroso, pero al notificar a Wallace que, según los espíritus, su hermano menor estaba acompañando a Bertie en el otro mundo, Arabella supo que había cumplido satisfactoriamente su deber como espiritista. Después de aquello nunca dejó de preguntarse si todo su entrenamiento como médium no había estado desde un principio encaminado a ayudar a Wallace cuando Bertie murió. 

JR Medina Precioso

jrmedinaprecioso@gmail.com

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