El día que descarriló Cánovas del Castillo... en la inauguración de la línea de tren Murcia-Alicante

MURCIA. El pasado 2023 se cumplieron 160 años de la inauguración comercial de la línea férrea o camino de hierro, como se llamaba en el siglo XIX, entre Murcia y Cartagena. Construida por la compañía MZA (Madrid, Zaragoza, Alicante), bajo el reinado de Isabel II, se hizo un primer viaje oficial aprovechando la visita de la monarca a Cartagena y que, después de unos días de estancia en la ciudad portuaria, se dirigiría a Murcia, también con otro cometido, que sería la inauguración del teatro de Los infantes hoy llamado de Romea. 

Las obras iban con un poco de retraso en 1862 y, como por todos es sabido, las prisas no son buenas. Se acercaba el día de la visita y las obras no estaban concluidas. En octubre de ese mismo año y de forma muy apresurada, se lograría que la vía estuviese finalizada. Pero no fue todo color de rosa, ya que se produjeron expropiaciones y pleitos, como el que enfrentaría al marquesado de La Casta con la compañía ferroviaria por desacuerdo. 

También hubo protestas de los vecinos de Torreagüera y Beniajan, que casi viajan a la puerta del consistorio capitalino, y que solicitaban que los socavones producidos por las obras, que a menudo se llenaban de agua estancada, haría que proliferaran los mosquitos causantes de enfermedades como el cólera o el paludismo. Exigían estos la rápida subsanación del problema, para evitar males personales. 

El día del viaje y anteriores, llovió a cantaros y la seguridad del trazado férreo fue casi nula, llegando la monarca a Murcia por los pelos y siendo recibida en una estación provisional por bastante público, a pesar de las inclemencias meteorológicas. Se montó un enorme arco adornado para recibir a la comitiva real en el barrio del Carmen, que posteriormente inauguraría el mencionado teatro. 

Este trazado ferroviario supuso un gran avance para Murcia y Cartagena, utilizado por grandes personalidades de la historia de nuestro país, como el general Prim, el rey Amadeo I de Saboya o Cánovas del Castillo, así como tropas en la revolución cantonal en el siglo XIX. Ya en el XX, en 1923 concretamente, fue recorrida por el rey Alfonso XIII y el joven ministro Chapaprieta, siendo saludados con estusiasmo los esperados convoyes por comitivas de Torreagüera y Beniajan en la estación de esta última población.

La línea Murcia-Alicante se construyó unos años más tarde -a partir del año 1882 y reinando Alfonso XII- por la compañía Ferrocarriles Andaluces. Se inauguró en 1884, en un viaje en el que partiría el presidente Cánovas del Castillo a las 7.30 horas del día 11 de mayo, con media hora de retraso, desde Alicante a Murcia, con parada en Orihuela para celebrar los actos protocolarios de inauguración, incluida la bendición del obispo de la diócesis y un gran banquete. Al hallarse Orihuela a mitad de camino entre las ciudades, ahorraba discusiones sobre si los actos inaugurales debían celebrarse en Murcia o Alicante. 

A su partida de Murcia de vuelta a Alicante, el presidente fue despedido a lo grande de nuestra región, y en las estaciones de Zeneta y Beniel se dispararían fuegos artificiales. Una vez llegado el convoy a Albatera, este tomó la bifurcación que se dirigía a Torrevieja y a unos 5 kilómetros del destino, a la altura de Montesinos, y al parecer por un problema con una traviesa, el tren descarrilaría. Por suerte sin daños personales. Las tardes de mayo en nuestras latitudes pueden ser soporíferas, como sabemos, y el séquito tuvo que refugiarse del calor en un cobertizo a la espera de que llegasen a recoger a Cánovas del Castillo. El tren inaugural nunca llegaría a Torrevieja. El presidente, según crónicas de la época, abandonaría Alicante con cara de pocos amigos.

Actualmente, parte de la línea Murcia-Alicante se ha convertido en una vía verde para disfrute de la ciudadanía, trazándose otra adaptada para la alta velocidad que une las dos capitales. Esta fue inaugurada por el rey Felipe VI en diciembre de 2.022 con gran expectación y numerosísimas autoridades.               

*Raúl Jiménez y Lorca es cronista de Torreagüera