CRÓNICAS DE UNA REGIÓN MISTERIOSA 

El crimen de la calle Hortaleza que traumatizó al alcalde de Murcia que fundó Lo Pagán 

23/07/2023 - 

MURCIA. Nos referimos a la historia de una de las familias más conocidas de nuestra Región, la familia Pagán-Ayuso, la cual – además de fundar las tierras conocidas como Lo Pagán en la actualidad – era una familia que desde antes de nacer acaparó las atenciones de toda la sociedad murciana, no porque su padre fuera marqués, sino porque su madre no podía tener hijos. Se decía que la Gracia del Señor se había postrado en esa familia y que había nacido de un vientre infértil, otorgándole un carácter legendario a su persona desde la misma cuna, un 20 de junio de 1843.

Investigaciones posteriores y en vida de los Pagán dieron como resultado que su padre, Pedro Rosique, tuvo relaciones con una de sus sirvientas bajo el consentimiento de su mujer y con el objetivo de buscar descendencia, llamada Rita Pagán y Ayuso, con quien casó al poco tiempo.

Pedro Pagán y Ayuso fue, como indicamos antes, alcalde de Murcia en 1874 y un prohombre de la ciudad que se preocupó por las artes, la cultura y llegó a ser senador con Amadeo I de Saboya y Alfonso XII. Fomentó los juegos florales, junto con su hermano Enrique formó parte de la junta directiva del Entierro de la Sardina en 1876. Impulsó la creación de la Universidad Perenne en Murcia en 1873-74, y, entre otras, su familia dio toponimia a Lo Pagán (Mar Menor), pedanía que en 1915 se comienza a citar como independiente de San Pedro del Pinatar. Su mujer, Leonor Guerra Albaladejo, también se preocupó de impulsar la cultura, centrándose en las tertulias literarias y en la revista El Albúm; por desgracia fallece a los 28 en 1877.

Pero de esta familia es en Enrique en quien debemos fijar nuestra atención. Se dedicaba a especular en las minas de Mazarrón y esto le hizo tener problemas con Jerónimo Hilla; llegó incluso a verse las caras en un juicio por la propiedad de una mina, un juicio que se saldó a favor de Enrique. La resolución provocó la furia de Hilla, que el 27 de febrero de 1898 decidió tomarse la justicia por su mano y asesinar en plena calle madrileña a Enrique, tras asestarle nueve puñaladas.

En El diario de Murcia, el 5 de marzo de 1898 se menciona que el asesino había sido puesto a disposición judicial y los problemas que estaba teniendo para encontrar abogado defensor. La transcripción del diario es la siguiente:

"El Crimen de la Calle Hortaleza"

El día de ayer el juez Sr. Martín Ruiz salió a la una de la tarde, de la guardia que desde la misma hora del día anterior prestó en la Casa de Canónigos.

Por este motivo, el Juzgado del Hospicio no actuó por la tarde en este proceso, dejando para hoy el examen de los testigos citados  consecuencia de la última declaración de Hilla.

Traslación del Cadáver

A las cuatro de la tarde, según estaba anunciado, se verificó la tarslación del cadáver de D. Enrique Pagán y Ayuso, desde el Depósito judicial a la Estación del Mediodía.

Recibirá sepultura en Murcia.

Formaban el cortejo muchos amigos particulares del Sr. Pagán e individuos de su familia

La Defensa de Hilla

El procesado Hilla designó para su defensa al letrado José Castillejo, quien habiéndola rehusado por razones particulares ha declinado este encargo en el Sr. Muñoz y Rivero.

El notable criminalista es probable que tampoco se encargue de la defensa de Hilla, por impedírselo sus actuales ocupaciones.

José Luis Castillejo – El Licenciado Vidriera, 1899–, en el libro El Año de las Salesas, nos describe el proceso judicial en el que Hilla ha de explicar los motivos por los que acabó con la vida de Enrique Pagán. A lo largo del proceso, Hilla reconoce que conocía de la existencia de un contrato entre el difunto y el Marqués de Camacho acerca de los réditos de las Minas de Mazarrón, pero que aún y con ello también realizó otro contrato de similares características con él mismo y que depositó ante notario en Madrid, por el cual el marqués le cobró 580.000 pesetas. Tras ello se encuentra con Enrique una sola vez para reclamarle la propiedad de las minas, un hecho que dio origen a un pleito anterior que gana el fallecido y que dio origen al trágico final. Asesinato que en un principio no fue reconocido por Jerónimo Hilla, quien llega a comentar que se enteró de la muerte de Enrique Pagán por El Heraldo de Madrid.

Las nueve puñaladas fueron asestadas con un cuchillo de cocina, sin que el fallecido pudiera defenderse, siendo la mortal de necesidad la que le corta la arteria aorta. Cuatro de ellas también fueron bastantes graves – una de ellas en el pulmón - dos en la oreja izquierda y dos en el brazo. Encontrado a veinte metros del cadáver, su descubridor fue Juan Gaspar; por su parte Juan Serres sitúa a un individuo en la noche anterior cerca del cuerpo del fallecido con el cuchillo, sin poder identificar a Hilla como por la mala iluminación.

A lo largo del proceso salen a la luz dos cartas que Hilla había escrito a Enrique Pagán amenazándole de muerte en una de ellas: "O se hace usted cargo de lo que pasa, o tomaré una resolución definitiva". A pesar que se destilan dudas razonables sobre la autoría de Hilla en este homicidio, pues la pruebas son circunstanciales y ninguno de los testigos pudo ubicar a su persona en el lugar del siniestro, el Tribunal Supremo dicta sentencia en su contra, con el resultado de 14 años, ocho meses y un día de prisión, o, como se decía en aquellos momentos reclusión temporal.

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