MURCIA. Las personas que trabajaron en El Costurerico, un proyecto de la asociación Proyecto Abraham, consiguieron que sus máquinas de costura ‘echaran humo’ durante el confinamiento, debido a la cantidad de encargos que se produjo de batas y mascarillas para el sistema sanitario.
"Eran las únicas que trabajaron presencialmente, los demás lo hicimos desde casa", comenta Teresa Carrillo, responsable de marketing de Proyecto Abraham, un taller solidario que da empleo a mujeres en riesgo de exclusión. "Nos subcontrataron de una empresa para hacer batas y mascarillas para el sistema sanitario. Ellos estaban desbordados y contactaron con nosotras, además, gracias a ello pudimos aumentar el número de empleados". Ahora también venden mascarillas al público en general.
Reconoce que, gracias a la pandemia, las ‘costurericas’ pudieron seguir trabajando, incluso pudieron contratar a más gente, aunque también se vieron desbordados en la asociación ya que la demanda del banco de alimentos era mayor.
Aun así, no es la primera vez que realizan un encargo de gran importancia. Este año una agrupación sardinera les encargó los trajes de los hachoneros para el Entierro de la Sardina que, debido a la pandemia y la suspensión de las fiestas, no se han podido usar, pero "esperan que el año que viene sea posible".
"Tenemos encargos con empresas fijas como Las CulpaSS o Pequeña Moma y otros son más puntuales como Javier Mármol y Victoria Rockera o esta de los hachoneros", afirma Carrillo. Cada encargo requiere cierto nivel de costura, por lo que muchas veces se contrata dependiendo de la demanda.
Los contratos se buscan en la cantidad de currículos que dejan en la asociación todas las personas interesadas. "Hay algunas que viene derivadas de servicios sociales. Se encuentran en paro de larga duración y vienen a ver cómo podemos ayudarles en temas de formación o inserción laboral. Vemos como lo vamos a enfocar y que trabajos podemos conseguirles. Luego existe gente que conocen de por sí El Costurerico y, por ser de mayor edad, no les dan trabajo, y como están más familiarizada con la costura, piden una entrevista y nos dejan el currículo. Nos gustaría en un futuro tener más medios y espacio para dar más empleo", confiesa.
Pero el taller no está diseñado para que puedan entrar solo aquellas personas que tengan un gran dominio de la costura desde el primer momento. Existe otro proyecto llamado ‘Camina entre Telas’ donde enseñan costura y reparación para poder acceder al mundo laboral. "Hay mujeres que al finalizar el curso acaban haciendo prácticas en El Costurerico, y a otras les buscamos alguna empresa. Les acompañamos durante todo el camino para ayudarles a encontrar un trabajo estable".
El objetivo es promover la inserción laboral a mujeres, principalmente, que están en riesgo de exclusión social, y se hace mediante la costura, para así, poder dar un nuevo uso al residuo textil, evitando que vaya al vertedero.
Por ahora, el proyecto de El Costurerico da contratación en base a la producción que haya en ese momento. "Somos una ONG, no podemos mantener a las trabajadoras si no hay trabajo", insiste Carrillo. Aunque tampoco pueden aceptar encargos a gran escala porque se ven "limitados".
El Costurerico cuenta con dos talleres, uno en Ikea de Murcia, en la zona textil, donde hacen cualquier cosa que les encarguen, desde arreglar el bajo de una cortina hasta hacer un mantel, además, ofrecen a los clientes cualquier tipo de servicio para productos que hayan sido adquiridos en Ikea. "Fue la propia empresa quien se puso en contacto con nosotros para colaborar y cedernos un espacio", asegura Carrillo.
El otro taller se encuentra en Puente Tocinos, y allí realizan todo tipo de proyectos: los encargos a empresas, a particulares y la ropa para sus propias tiendas. "Hacemos de todo un poco, desde arreglar un pantalón hasta un vestido de novia", confiesa la trabajadora del proyecto.
También, Carrillo explica que los materiales y productos los obtienen de donaciones de empresas al cerrar sus puertas, de mercerías y de los contenedores del Proyecto Abraham. "Las prendas de ropa que se encuentran en los contenedores y que están en pésimas condiciones para darles uso, las reutilizamos y le damos una nueva vida", aunque a veces es la propia firma quienes proporcionan los textiles.
Por otro lado, obtienen ayudas de voluntarios, incluso europeos. "Hasta hace unos meses teníamos una voluntaria que era italiana, que llevaba un año con nosotros, además de voluntarios de la Universidad de Murcia", comenta, así como la opción de realizar las prácticas tanto en la asociación como psicólogos, trabajadores sociales u orientadores laborales, como en el propio Costurerico.
"Durante el confinamiento tuvimos mucho trabajo, por eso hubo hasta voluntarios ayudando a doblar y empaquetar los productos que hacíamos para el sistema sanitario" aunque Carrillo asegura que los voluntariados no son su principal objetivo, ya que "estamos enfocados a inserción laboral, e intentando crear el mayor número de empleos que podamos permitirnos".
El Costurerico necesita trabajo para poder seguir delante y tener a la gente activa y ahora, la producción ha vuelto a bajar con respecto a los meses de confinamiento, comenta Carrillo, quien añade que, aunque dispongan de subvenciones públicas, sin encargos, tanto de empresas como de particulares, no pueden aumentar los contrato como les gustaría.