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EL PASICO DEL APARECIDO / OPINIÓN

El corpiño del PP

19/02/2022 - 

CARTAGENA. Uno de los motivos principales por el que ciertos sectores del Partido Popular se niegan a dar entrada a Vox en el gobierno de Castilla y León radica en el juicio negativo que el Partido Popular Europeo pueda emitir al respecto.

Esa es una cuestión difícil de captar en nuestra región, toda vez que ahora solo cuenta con un eurodiputado, el socialista Marcos Ros, profesor de la UPCT, que, además, entró de rebote: cuando, consumado el Brexit, hubo que cubrir los puestos de los europarlamentarios británicos, a España le correspondieron cinco nuevos escaños, uno de los cuales lo cubrió Marcos Ros. No siempre fue así: primero Cristina Gutiérrez-Cortines, que antes había fungido de consejera de Cultura y Educación, y luego Ramón Luis Valcárcel, que había presidido el Gobierno regional, desempeñaron con eficacia y dedicación los puestos de europarlamentarios, de los que ahora carecen los populares murcianos. Tanto es así que, a la reunión informativa con los agricultores y ganaderos de nuestra región que se celebró el mes pasado, acudió como europarlamentario el popular Juan Ignacio Zoido

"uno de los motivos por los que ganó Casado fue el cabreo sordo de los cuadros medios populares por el golpe sedicioso separatista de 2017"

Y quién es Zoido, se preguntarán algunos paseantes. Pues un juez sevillano en servicios especiales que logró dos hazañas memorables: ganar la Alcaldía de Sevilla por mayoría absoluta y pasar a la oposición en la siguiente legislatura. Nombrado ministro del Interior por Rajoy, primer presidente español que tuvo el valor de negarles a los separatistas catalanes una prebenda más (incluso Aznar había hablado "catalán en la intimidad"), Zoido tuvo la genial ocurrencia de poner en manos del mayor Trapero la represión del referéndum promovido por Puigdemont, con la triste consecuencia de que la Policía Nacional y la Guardia Civil, con el apoyo del Centro Nacional de Inteligencia, llegaron demasiado tarde para impedir la votación. Por su parte, la excelente abogada del Estado que era Soraya Sáenz de Santamaría se había tragado las mentiras del muy cristiano Junqueras y el resultado neto de ambas conductas ministeriales fue que hubo que aplicar por vez primera el artículo 155 de la Constitución a una región española, y aun así de forma incompleta y breve, sin ni siquiera cortar, debido al empeño del PSC, siempre proclive a los separatistas, las continuas emisiones propagandísticas de TV3, la televisión pública separatista.

Censurado Rajoy y entrado a gobernar el socialista Sánchez gracias a los podemitas y los separatistas, Zoido apoyó en Sevilla la candidatura de María Dolores de Cospedal a presidir el PP, mientras que el gran líder pepero andaluz Javier Arenas, el león de Olvera, apoyaba la de Soraya. De hecho, el único que apoyó a Casado en Sevilla, entre la rechifla general, fue el Aparecido, como bien recordará la añorada consejera Adela Martínez-Cachá, hoy en expectativa de destino debido principalmente al acoso al que la sometió Ana Martínez Vidal, luego participante en la fallida moción de censura contra el presidente regional Miras. Al final, gracias a la estrategia diseñada y ejecutada por Teo, el eficaz ingeniero ciezano, Casado, tras pactar con Cospedal, se hizo con la Presidencia del PP, lo que condujo a Zoido al Parlamento de la UE, desde donde acudió a la citada reunión con los ganaderos y los agricultores murcianos.

Todo ese relato no tiene otro sentido que fundamentar el argumento de que uno de los principales motivos por los que ganó Casado fue el cabreo sordo de los cuadros medios populares, compartido por muchos españoles, por el golpe sedicioso separatista de 2017, que el PSC no quiso y el Gobierno de Rajoy no supo atajar. Ocurrió, sin embargo, que otro efecto del golpe separatista fue el ascenso rápido de Vox en las preferencias electorales de muchos españoles. En efecto, al ser un partido reciente pudo presentarse sin el lastre que suponía para el PSOE y, aunque en menor medida, para el PP, haber estado basando sus gobiernos en los correspondientes apoyos de los criptoseparatistas pujolianos. Ellos, los de Vox, podían presumir de antiseparatistas sin matices ni tapujos, aunque, pasándose de frenada, arremetieron no solo contra el separatismo vasco y el catalán, sino directamente contra la estructura autonómica del Estado español.

Una segunda fase del ascenso de Vox se produjo cuando, ante la estupefacción de muchos españoles, diversos tribunales de varios países de la UE empezaron a obstaculizar la puesta a disposición de los jueces españoles de los lideres sediciosos separatistas fugados, como Puigdemont y Ponsatí. Es más, se las apañaron incluso para concederles la condición de europarlamentarios, con la ventaja sobrevenida de la inmunidad y el aforamiento. Si ya había cabreo con los jueces alemanes, la indignación era máxima con las autoridades belgas, las cuales daban sin recato alguno su apoyo al separatismo catalán, como antes se lo habían dado a los terroristas de ETA. Una ola de desafección con la UE recorrió las antes muy europeístas tierras españolas, desafección que capitalizó Vox, aunque, pasándose de nuevo de frenada, no arremetió solo contra los que protegían a los separatistas, sino contra la misma estructura de la UE.

"lo más útil que podrían hacer los euroDIOPUTADos DEL PP sería explicarles a sus compañeros que los separatistas son constitucionales en España y que gobiernan, a veces solos, a veces con el PSOE"

En esas condiciones, los miembros del Partido Popular Europeo, en el que se integra el PP, no ven con simpatía que se de entrada a Vox en los gobiernos regionales, una suspicacia a la que, según parece, la dirección del PP es bastante receptiva. Naturalmente, los dirigentes sanchistas, podemitas y separatistas, en unánime coro, proclaman que el PP no debería pactar con Vox, pues, aducen, ningún partido europeo homólogo al PP pacta con "la ultraderecha". Obviando que en Austria y Dinamarca se han producido ese tipo de pactos, predican las ventajas morales y políticas de establecer un cordón sanitario contra Vox. Nadie ignora que la principal ventaja para ellos de ese cordón sanitario es que impediría gobernar al PP en todos los sitios, pues en todos depende, salvo en Galicia, de los votos de Vox. Pero, no siendo eso trivial, lo más importante es que unos y otros omiten que tampoco ningún partido europeo, salvo en Bélgica, gobierna con partidos separatistas. Es más, salido el Reino Unido de la UE, los partidos separatistas están constitucionalmente prohibidos en casi todos los países de la UE, y desde luego en los dos principales, Francia y Alemania.

En resumen, si el PP quiere gobernar en algún sitio solo dispone de dos opciones: llegar a acuerdos con Vox o, alternativamente, llegar a un acuerdo con el PSOE para renuncien a pactar con Vox en todos los sitios y el PSOE no pacte con los separatistas, idea que el Aparecido, junto con el presidente socialista Page, apoyaría sin reservas. Ahora bien, como mucho se teme el Aparecido que los sanchistas no tienen la menor intención de romper sus acuerdos con Reunirse (Bildu), ni con IRC, a cambio de que el PP los rompa con Vox, lo más útil que podrían hacer los europarlamentarios peperos sería explicarles a sus compañeros de grupo que los separatistas son constitucionales en España y que gobiernan, a veces solos, a veces con el PSOE, en varios sitios. Si el pacto de reciprocidad entre el PSOE y el PP no cuajase, nadie tendría derecho a pedirle al PP que le diese el cordón de su corpiño democrático, mi niño, que no se lo podría dar (sin suicidarse).

JR Medina Precioso

jrmedinaprecioso@gmail.com

   

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