galardonada en los Premios Regionales de edificación

El Algar recupera el espíritu de la emblemática vivienda modernista Casa del Huerto Rubio 

Fotos: DAVID FRUTOS

26/11/2022 - 

MURCIA. La Casa del Huerto Rubio, una de las viviendas más conocidas y emblemáticas de El Algar, en Cartagena, ha recuperado el esplendor con el que fue construida en 1898; como exponente de la bonanza de una alta burguesía que buscaba reflejar su estatus en unas residencias señoriales que, además, seguían los cánones estéticos del modernismo de la época. El proyecto de rehabilitación y reforma de esta casa, con nivel de protección 3, ha sido llevada a cabo por Construcciones Marcaser (con sede en El Algar), siguiendo el proyecto del arquitecto José Manuel Chacón Bulnes. El proceso ha sido "muy especial" para todos los implicados y el espectacular resultado ha sido merecedor del Premio Regional en la categoría 'Edificaciones de rehabilitación con inversión privada' que concede el Colegio Oficial de Aparejadores de la Región. 

Desde Marcaser aseguran a Murcia Plaza que la familia que ahora habita esta vivienda tenía muy claro, desde el principio, que quería preservar el espíritu de una casa que forma parte de la historia del pueblo, respetando al máximo todos los elementos que se pudieran recuperar. La premisa era mantener la esencia de la Casa del Huerto Rubio, que siguiera siendo la misma que todo el pueblo ha conocido y en cuyo huerto muchos han jugado de niños, al tiempo que contase con un diseño para poder ser vivida y disfrutada por sus moradores del siglo XXI.

Para ello, se ha llevado a cabo un gran trabajo de rehabilitación, mezclando trabajos muy artesanos con formatos mas modernos, en un proyecto en el que todas las partes implicadas han colaborado con entusiasmo, calificándolo  de "muy bonito y enriquecedor".

Para empezar, cabe destacar que al tratarse de una vivienda protegida, tanto las fachadas como la cubierta han sido rehabilitadas, dejándolas tal y como estaban catalogadas, respetando los huecos -y recuperando algunos que se habían perdido en anteriores intervenciones-, las rejas y las barandillas; e imitando las carpinterías exteriores de madera, aunque dotándolas de las prestaciones necesarias para cumplir el aislamiento térmico y acústico necesario para el confort de sus habitantes.

Una modificación necesaria ha sido la de instalar una escalera interior que comunique las dos plantas, ya que la casa en su origen estaba dividida en dos viviendas, una en planta baja y otra en la superior. Además -cuentan los promotores-, el espacio estaba muy compartimentado en pequeñas estancias -algo muy habitual en viviendas antiguas y que se ajusta poco al concepto de confort de hoy en día-, por lo que el proyecto ha incluido ampliarlas para dotar a la vivienda de luz y espacio para poder disfrutar de ella en su totalidad.

Los propietarios -cuya predisposición y planteamiento inicial ha sido un lujo para un proyecto de estas características, según apunta el arquitecto- también han querido que la vivienda protegida se diferenciara muy claramente de las zonas anexas a ella, que nada tienen que ver con la época de su construcción.

Tratamiento losa a losa de los suelos de baldosa hidráulica

En el interior, uno de los elementos más llamativos lo constituyen, sin duda, unos arcos árabes que se encuentran en el vestíbulo y que se han decidido dejar en blanco para jugar con la luz; junto a la cerámica de las paredes y los suelos de baldosa hidráulica, que han sido tratados losa a losa para volver a recolocarlos. Además, se han recuperado tinajas originales, la chimenea de la antigua cocina, las puertas interiores, el pozo y hasta un palomar. Asimismo, se han dejado a la vista las vigas estructurales de madera de Canadá en salón y dormitorio como elementos también ornamentales. Otro de los descubrimientos durante las obras fue la de dos arcos, que se piensa pertenecían a algún tipo de porche o estancia exterior, que se han quedado incorporados en la cocina.

La vivienda, según se recuerda en los Premios Regionales de Edificación, fue construida en 1.898, como residencia de recreo, por el que fuera presidente de la Diputación Provincial y rico comerciante e industrial Antonio Rubio Albaladejo. Más tarde, fue residencia de la familia Peñalver-Garcerán durante la segunda mitad del siglo XX, siendo nombrada entonces como Villa Águeda y Villa Isabel. Estaba situada en el interior de un gran huerto conocido como 'Huerto Rubio', nombre por el que, aún hoy, es conocida la finca. Comenta José Manuel Chacón que no se tiene constancia del arquitecto que construyó la casa a finales del XIX -"no está documentado"- aunque señala que se sospecha que "podría ser Víctor Beltrí". Sea como fuera, lo cierto es que El Algar ha recuperado en su paisaje, con todo su esplendor, un magnífico exponente de modernismo local.

     

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