MURCIA. Sugerentes composiciones que hacen referencia a la comunión del ser humano con la naturaleza, en las que el cuerpo femenino -frágil y blando- se funde en su desnudez con rugosas y abruptas formas naturales, como puede ser un tronco o sus raíces, creándose un interesante contraste y una metáfora visual que cautiva la mirada. Esto es lo que se puede ver en Matriz, el proyecto artístico de la fotógrafa murciana Rocío Kunst que ha sido repetidamente galardonado y que ahora llega a la Fundación Fundación Pedro Cano de Blanca en forma de exposición.
La muestra, que se podrá visitar hasta el 1 de diciembre, está enriquecida con documentos inéditos relacionados con este trabajo, como entrevistas, un libro de artista con bocetos, fotografías del proceso hasta ahora no publicadas y vídeos que documentan el desarrollo de la obra. Un poema creado especialmente por la escritora Leticia G. Domínguez para la muestra es el mejor texto de sala para Matriz.
"Mi obra habla de mí, como una forma de entenderme a través de la imagen", apunta la artista murciana Rocío Kunst, quien explora a través de su propio cuerpo el regreso al origen primordial: la matriz materna, como ese primer espacio que habitamos. Al respecto, dice la crítica de arte y comisaria Marisol Salanova: "Rocío Kunst lleva tiempo explorando los límites del cuerpo en relación con el espacio que lo rodea, tanto urbano como rural, interior y exterior. Su perspectiva es de una fotógrafa sensible y detallista que trabaja con habilidad el claroscuro, capaz de expandir su proyecto creativo de fotografía a la instalación y lo escultórico dentro de una coherencia conceptual".
Y añade: "La artista toma elementos de la naturaleza muy concretos como refugio de transición y crea de forma original una serie de obras arraigadas a los tiempos que vivimos, expresivas, lúgubres pero reveladoras. Su proyecto muestra por un lado lo íntimo del desnudo en fundición con la naturaleza mediante la deconstrucción de la imagen femenina".
El trabajo de la artista visual Rocío Kunst (Murcia, 1990) gira en torno a la construcción de la identidad por medio de la memoria, los espacios y los estados psicológicos. En su fotografía, introspectiva y de abierto carácter confesional, el autorretrato se hace presente incluso en ausencia de la artista: un diálogo en el que el valor simbólico de la imagen es esencial.
"Madre, yo te quiero habitar. Mi sombra sobre tus grietas es un ruego, mi carne blanda es un grito. Madre, abre tus heridas y déjame entrar. Quiero permanecer intacta, volver al lecho rugoso. Un hogar, pido", comienza la poesía de Leticia G. Domínguez.