REPORTAJE

De un aislamiento a otro: el día a día en un centro de menores

6/04/2020 - 

MURCIA. Los días de confinamiento ofrecen mucho tiempo para pensar y hay cientos de jóvenes que viven prácticamente en un ‘encierro constante’. Los chicos y chicas que están en centros de menores, también han notado cambios en sus rutinas, y han mostrado una cara de la que no se suele hablar: están solidarizándose con los más afectados por el virus que ataca al mundo.

En la Región hay ciertos centros en los que el aislamiento es total, pero en otros los internos pueden salir para realizar ciertas actividades como es el caso del hogar de convivencia de Las Palmeras. Los jóvenes, que no alcanzan los 18 años, salían para ir al instituto, hacer deporte, o para asistir a alguna formación, y además podían salir a visitar a sus familias. Con el estado de alarma la mayoría de ellos deben pasar el confinamiento en sus centros, por seguridad. Jesús Teruel, educador social y coordinador varios centros de la Región, cuenta cómo está afectando la pandemia a los internos.

“Los jóvenes están viéndose afectados, porque vengan del centro que vengan, ya no pueden ni siquiera participar en actividades lúdicas en el exterior o salir de excursión, así como obviamente tampoco pueden recibir visitas”, apunta. Anímicamente esto afecta igual que a cualquier otro adolescente, pero considera que lo están afrontando incluso con mayor “entereza”: “están tomándoselo como un espacio de crecimiento, porque están aprendiendo lo que se siente al estar encerrados todo el tiempo. “En el caso de los casos de internamiento parcial, muchos de ellos están experimentando lo que sería un aislamiento completo”.

Por otro lado, señala Teruel, hay otros usuarios, -los más avanzados en su situación-, que están pasando la cuarentena en sus casas. “Estamos llevando a cabo un seguimiento de los chicos, por parte de la dirección general de Reforma, jueces y fiscales, por lo que no están solos”, y aquellos que tienen que permanecer en el centro, mantienen el contacto con sus familiares mediante videollamada.

Clases online

Ahora que las clases están paralizadas, están recibiendo instrucciones por correo electrónico, por el cual los profesores les corrigen las tareas y comprueban que siguen trabajando. No siguen el ritmo normal de las clases, al igual que cualquier otro estudiante, pero cuentan con los educadores sociales que les apoyan en la ejecución de sus tareas.

La ausencia de clases deja mucho tiempo libre para los adolescentes, por lo que se dedican a hacer talleres con los que muestran su apoyo a los que están ‘ahí fuera’ trabajando y dándolo todo por los demás. Ana José Martínez, directora del centro Las Palmeras, comentaba que hace unos días los usuarios del centro se dedicaron a la grabación de un vídeo en el que leían cartas que dedicaban a los ancianos que estaban en los hospitales, enfermos de coronavirus. En este vídeo también aparecían ellos mismos creando murales con el mensaje ‘todo saldrá bien’.

“Cuando surgió la iniciativa de grabar el vídeo mostraron sus ganas de participar, y se les vio muy motivados. Se les propuso la idea, y fueron ellos mismos los que con una lluvia de ideas vieron cómo llevar a cabo esto. El personal que trabajamos aquí, junto a ellos, les ayudamos a hacer el vídeo, pero ellos eligieron la música y se encargaron del resto”, menciona la directora. Se considera un ejercicio terapéutico para estos adolescentes que cometieron errores en el pasado. La pandemia y trabajos como este les están haciendo reflexionar sobre su situación y el valor de la libertad. “Además, han empatizado con el resto y han sacado esos sentimientos a relucir”.

En una parte del vídeo, uno de los jóvenes dice en su carta lo siguiente: “Yo me he quitado la libertad, pero tú no has hecho nada. Tú eres inocente y te la han quitado”. En otra parte, se ve a otro chico gritando: “¡Os quiero vecinos!” a la casa de enfrente, mientras aplaudían a los sanitarios. Este ejercicio de introspección y esta privación de la libertad les está haciendo entender muchas cosas que antes no veían. La gente les está dando las gracias por este apoyo, y ellos se sienten útiles al formar parte de todo esto. “Al final pasa como al resto de las personas, estamos valorando mucho más aquello que tenemos: la familia y los amigos que no pueden ver ahora”, apunta Ana José Martínez.


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