CARTAGENA. De la amargura y el fatalismo, al vértigo que produce pensar qué ocurrirá dentro de un mes o unas cuantas semanas, cuando se levante el estado de alarma y los pequeños empresarios puedan levantar la persiana.
Si hay una palabra que está definiendo cómo se sienten aquellos que tratan de mantener a flote un pequeño negocio es incertidumbre. La sobreinformación generada desde mediados de marzo no ha supuesto estar mejor informado, de ahí que todas las medidas que se han prometido o están en marcha siguen generando dudas cuando se traen a su propio terreno. Además, las propuestas que se han puesto en marcha desde colectivos empresariales tampoco han tenido un efecto inmediato, por lo que muchos son los que siguen llamando diariamente a sus asesores buscando una solución que siguen sin encontrar.
De normalidad nada, tras el estado de alarma algunos no levantarán la persiana. "No quiero ser fatalista, pero habrá gente que no pueda poner en marcha su negocio. Algunos no podrán ni levantar la persiana, porque o bien les ha cogido con una inversión hace poco o porque cada día que pasa se acumulan los vencimientos y no hay de donde tirar", dice Antonio Sánchez, presidente del Centro Comercial Abierto de Cartagena, un colectivo que reúne a unas 60 pequeñas empresas desde calzado y ropa hasta comestibles en el casco histórico de la ciudad.
La gran mayoría de estos negocios, que tiene entre dos y cinco empleados, han tenido que hacer un ERTE y refinanciarse con los bancos, por lo que una semana cerrado supone más atraso, nada que ingresar y más que pagar. "Si continuamos así mucho tiempo, el cierre será total o parcial", ya veremos, añade Sánchez.
"El diagnóstico de la situación lo conocemos a la perfección: no hay un euro y, por tanto, las soluciones nos tienen que llegar ya", dice, por su parte Juan José López, representante del sector hostelero (Hostecar) de Cartagena.
Añade que los pequeños y medianos empresarios no pueden acceder a esas grandes líneas de financiacion que el Estado ha puesto en marcha, por lo que pide que "bajen a nuestro terreno, sepan cómo lo estamos pasando y adapten la política económica a las necesidades reales".
Para tratar de que el golpe no sea mortal, las asociaciones del sector servicios no dejan de insistir en las medidas paliativas que sirvan a la vez de ayuda y estímulo para seguir adelante y no pensar en clausurar de forma definitiva.
Así, sobre la mesa se encuentran todo tipo de alternativas. Los empresarios cartageneros han solicitado al Ayuntamiento que se realice el pago a proveedores con la mayor inmediatez posible a los proveedores al igual que un plan personalizado de pagos para los empresarios que les dote de una mayor flexibilidad (elevación de la cuantía fraccionada sin necesidad de garantía, no devengo de intereses y ampliación de plazos) en los pagos municipales.
Se ha propuesto una bonificación de la tarifa de agua, además de la suspensión y exención, en su caso, de los Impuestos sobre Actividades Económicas y sobre Bienes Inmuebles, así como de todas las tasas aplicables en el municipio (ocupación vía pública, basura, terrazas, …).
Los pequeños negocios piden, además, que se estimule una campaña de concienciación entre los consumidores para que acudan al pequeño comercio. Quieren transmitir ese mensaje de que los negocios de barrio necesitan del cliente de su zona para subsistir cuando todo esto termine y eso es lo que le volverán a proponer al concejal de Consumo, Manuel Padín, en próximos encuentros con los representantes del sector. El propio edil ha promovido un encuentro con la Mesa de Comercio para poder analizar la situación y recoger propuestas concretas para afrontar la crisis. Pretende adelantarse a los acontecimientos, tener un plan de actuación antes de que la seminormalidad llegue y los negocios, pequeños o medianos, afronten el mayor reto de su historia.