como ayer / OPINIÓN

De la raza y la hispanidad

Foto: EDUARDO PARRA (EP)
12/10/2023 - 

MURCIA. El lector de estos ayeres, habituado a los saltos temporales como el viajero victoriano de la máquina del tiempo de Wells, no se sorprenderá si se encuentra hoy leyendo la portada que ofreció a sus seguidores el diario El Tiempo del 12 de octubre del año 1923, en la que destaca, además de una esquela, cosa habitual en aquellos periódicos, un sesudo artículo titulado 'La fiesta de la Raza'.

Y eso hará recordar a algunos que en tiempos pretéritos fue una denominación alternativa a Día de la Hispanidad en esta fecha, en la que se cumple, en todo caso, el aniversario de la llegada de Cristóbal Colón a tierras americanas. O a islas americanas, en realidad, porque lo de alcanzar tierra firme vino bastante más tarde, el 3 de agosto de 1498.

Y es que ambas denominaciones han convivido durante bastante tiempo, aunque el Día de la Hispanidad se impuso al de la Raza, para terminar ambas designaciones bastante arrinconadas por el revisionismo histórico de nuestros días.   

La Fiesta o el Día de la Raza fue una idea acuñada en 1913 por el exalcalde de Madrid y exministro de Alfonso XIII Faustino Rodriguez-San Pedro, presidente entre 1894 y 1920 de la denominada Unión Ibero-Americana, una asociación que perseguía, según sus estatutos, "estrechar las relaciones sociales, económicas, científicas, literarias y artísticas de España, Portugal y las naciones americanas".

La propuesta de Rodríguez-San Pedro dio pie a la celebración de esa jornada cada 12 de octubre a partir de 1914, pero sobre todo desde que en 1918 fue declarada fiesta nacional mediante Ley aprobada por las Cortes.

Sin embargo, el día del Pilar de ese año, la sociedad murciana, española y mundial tenía otras cosas más graves en las que pensar, pues se encontraba en pleno apogeo la segunda oleada de la mal llamada gripe española, aquella pandemia mundial que extendieron las tropas estadounidense por Europa, con ocasión de su participación en la Primera Guerra Mundial, y que más tarde se propagó por todo el orbe, causando millones de víctimas.

Y no porque no se hicieran planes al respecto, como sucedía a primeros de junio en Cartagena, donde se pretendía organizar un concierto, una conferencia, quizás una exposición… y rescatar del olvido la estatua de Colón, llegada a la ciudad en 1883, para erigirla en un lugar adecuado en fecha tan idónea. Algo que no sucedió hasta el año 1921. Pero el día 4 de octubre, a la vista de la situación sanitaria, quedaron suspendidos todos los actos previstos.

Tampoco fueron propicias las circunstancias para la Región en 1919, pues en los días finales de septiembre un ciclón, procedente del Mediterráneo, causó lluvias torrenciales en una extensa zona de la cuenca del Segura y provocó grandes inundaciones por el desbordamiento de ríos y ramblas.  El Segura empezó a crecer por Murcia a las ocho de la noche del día 29, llegó al caudal máximo a las 4 de la madrugada del día 30, con 486 metros cúbicos por segundo; y no volvió a su caudal ordinario hasta el día 3 de octubre.

Las cosas vinieron tan mal dadas y la desolación fue tanta que todo se centró desde ese momento en auxiliar a los inundados y reparar los cuantiosos daños. Hasta los actos previstos para festejar las bodas de plata episcopales del obispo diocesano, el gallego fray Alonso Vicente y Salgado, quedaron aplazadas.

Pero como no hay mal (o maldición) que 100 años dure, en 1920 se pudo afrontar la celebración de la Fiesta de la Raza sin los graves impedimentos que imposibilitaron la conmemoración deseada en los ejercicios anteriores, y con la debida antelación, el recordado y aplaudido rector de la todavía joven Universidad de Murcia, José Loustau, reunió a las denominadas tradicionalmente 'fuerzas vivas' para ampliar la fiesta más allá del ámbito de la intelectualidad, y obtuvo el compromiso generalizado de los congregados. Mera apariencia, porque llegado el día 12 de octubre, la prensa anunció que la gran fiesta artística prevista se celebraría días más tarde. Y tampoco.

Lo cierto es que la pretendida conmemoración se celebró mejor o peor, o figuró en el calendario a lo largo de 40 años, y justo al cumplirse estos, en 1958, el Gobierno de Franco decidió sustituir la Raza por la Hispanidad, que ya venía alternando en el decir y el sentir popular y periodístico con la denominación oficial desde hacía tiempo.

Fue, en este caso, un concepto acuñado por el sacerdote vasco Zacarías de Vizcarra durante su estancia en Argentina, que ya esgrimió en 1926 como sustitutivo de la denominación de Raza, planteamiento que difundió con la ayuda del entonces embajador de España en Argentina, escritor y político Ramiro de Maetzu.

En el Día de la Hispanidad de hace medio siglo, Israel y los países árabes acababan de enzarzarse, como hoy, en una sangrienta guerra, el ministro de Exteriores, López Rodó, clamaba contra los enclaves colonialistas que el Reino Unido mantenía en Gibraltar y en otros países del ámbito hispanoamericano, como las famosas Malvinas, reclamadas por Argentina por las bravas años más tarde, y Belice, una parte de Guatemala que es hoy un país independiente.

Y la Guardia Civil desfilaba por la plaza de Santo Domingo, ante las autoridades civiles y militares, tras la misa conmemorativa en honor de su patrona, la Virgen del Pilar en la antigua iglesia dominica regentada por los jesuitas. Y hoy, como ayer, el lector curioso podrá visitar en el céntrico templo a la imagen de la ‘Pilarica’ que fue objeto de culto hace medio siglo.

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