CARTAGENA. El Sea Cloud es un viejo conocido en Cartagena. Este vetusto y exclusivo barco, de solo 69 pasajeros, es uno de los 150 cruceros -confirmados por ahora- que llegarán a lo largo de todo este 2024 a la ciudad. Pero el histórico Sea Cloud representa el lujo, mientras que el Aida Cosma -con cerca de 6.600 turistas- muestra la grandeza de algunas de las naves más grandes que arribarán al muelle Juan Sebastián de Elcano en este periodo.
La ciudad trata de desperezarse y volver a coger velocidad de crucero para atender la demanda, que en esta ocasión goza con la expectativa de crecer, del turismo de cruceros, un sector que ha logrado por fin sacudirse la rémora que arrastraba de la crisis sanitaria y que supuso un enorme caos económico para las compañías dedicadas a este tipo de paquetes vacacionales. Ahora, con los datos de un 2023 que ha alcanzado los 190.000 pasajeros, pero sobre todo con la llegada de naves de lujo, el Puerto de Cartagena se prepara para recuperarse y crecer como estaba previsto desde hace cuatro años.
La Autoridad Portuaria de Cartagena ha informado a través de su página web de la previsión 'provisional' para este año, que arrancaría en marzo, con tres compañías ya confirmadas. El total de lo previsto es de 150 naves, que tienen una capacidad de más de 250.000 cruceristas -siempre y cuando las navieras logren vender todos sus paquetes vacacionales-. Como suele ser habitual, los meses de abril, octubre y noviembre son los de mayor tránsito de este tipo de naves en España, mientras que en los meses de julio y agosto, el tipo de cruceros que llegan a la ciudad son los de mayor capacidad.
En total están preparadas hasta 25 escalas dobles, cinco escalas triples -tres de ellas en el mes de noviembre- y una escala cuádruple -prevista para el 28 de abril-.
Con la llegada de la primavera arriban el mayor número de turistas a la ciudad. Abril, con 30 barcos y más de 37.000 pasajeros, es el segundo con más cruceristas en Cartagena. De esta treintena de embarcaciones más de un tercio son de pequeño tamaño, con menos de 300 pasajeros, entre ellos el Clio, con solo ochenta.
Para el mes de julio -el día 31- se espera al Aida Cosma, de más de 6.600 turistas y 1.500 tripulantes- en sus 2.732 camarotes. Este buque es gemelo al AIDA Nova, y, como él, funciona únicamente con gas natural licuado (GLN). Este buque de la compañía alemana cuenta con 20 cubiertas. Además, tiene 337 metros de eslora y 42 metros de ancho, en los cuales hay cabida para 23 bares y 17 restaurantes, entre otras opciones de ocio, como un Beach Club o un teatro 360. El barco fue construido en el astillero Meyer Papenburg, entregado el 21 de diciembre de 2021 y bautizado el 9 de abril de 2022 en el puerto de Hamburgo. Es el decimocuarto buque de la flota de la compañía alemana Aida Cruises y el segundo equipado con motores duales.
Cinco cruceros de cien o menos pasajeros tienen prevista hacer escala en la ciudad, aunque la exclusividad se encuentra entre las embarcaciones de menos de mil cruceristas. El Puerto de Cartagena es la principal entrada del turismo extranjero en la Región y el mercado inglés es el gran cliente. Cartagena goza de una red de museos y centros de interpretación que ninguna ciudad de su tamaño tiene, un puerto a pie de ciudad que permite al crucerista estar a escasos minutos del centro de Cartagena y de su principal atractivo, el Museo del Teatro Romano. Además, se ofrece excursiones en bici, turismo de naturaleza con experiencias en kayak, conocer el Faro de Cabo de Palos, bucear en dos reservas marinas, golf, etc...
En esa exclusiva lista de barcos de lujo podemos encontrar al Sea Cloud, que llegará a la ciudad el mes de octubre. En 1931 el magnate neoyorquino E.F. Hutton regaló un espléndido yate de recreo de cuatro mástiles, a su esposa, la empresaria Marjorie Merriweather. Tras divorciarse, ella lo rebautizó como Sea Cloud. Se casó de nuevo, con un diplomático, y el barco pasó a servir para misión comercial oficiosa de Estados Unidos por el mundo. No era extraño de ver a bordo a diplomáticos. Incluso altos dignatarios norteamericanos y soviéticos durmieron varias noches en él.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el barco fue movilizado por el gobierno estadounidense. Inicialmente se convirtió en guardacostas. Tras año sin utilizarlo fue adquirido por unos alemanes que le dieron una segunda vida, devolviéndole su aspecto original y convirtiéndole en un velero de cruceros. El éxito del Sea Cloud en el mercado de los cruceros, animó a la compañía a construir un segundo buque nuevo.