MURCIA. Pier Paolo Pasolini sigue vivo en una realidad paralela, sigue hablando y contando su historia entre las páginas de Pasolini, el cómic de Davide Toffolo con el que la editorial Altamarea estrena su colección de novela gráfica y libro ilustrado. De la mano del mítico dibujante italiano esta historia relata un encuentro entre el propio dibujante y el poeta, cineasta y escritor. A través de una estructura estilo diario Toffolo se acerca al autor gracias a una conversación eterna en la que él le pide que se citen juntos para grabar una entrevista sobre su vida.
Para dotar de credibilidad a este relato el dibujante viaja por cientos de artículos, libros y entrevistas con el autor para poder conocerlo más a fondo, en un cómic en el que que ambos se entremezclan en una interesantísima entrevista en la que se desvela el lado más humano de Pasolini. Explica Toffolo que este trabajo le permite compartir los textos “maravillosos y reveladores” con los que Pasolini se acerca a una definición concreta del mundo que le rodea: “En sus trabajos, películas y entrevistas habla de la sociedad, del hombre y de la humanidad. Para mi el libro funciona como un espejo que refleja cómo me veo dentro de su palabra”, explica.
En las primeras páginas un joven Toffolo se pasea por Bolonia cuando recibe un extraño correo electrónico del que dice ser Pasolini. Movido por la curiosidad y con el morbo de poder citarse con esta figura emblemática se carga una mochila con una cámara de vídeo, con una libreta y con ganas de escuchar lo que este supuesto Pasolini le pueda contar. Entre trazos blanquinegros se vive este encuentro entre el hombre que dice ser el señor Pier y entre el dibujante, curioso y pletórico ante tan inusual propuesta. Con una mezcla entre el diario personal y un formato estilo reportajeToffolo cita algunas de las frases más emblemáticas de Pasolini, y se adentra de forma rompedora en su carrera desde la escritura hasta el cine pasando por el periodismo.
El lector, a su vez, se enfrenta a un relato en el que de vez en cuando aparece un “cocodrilo” que le saca del momento en el que se sumerge. Un monstruo que se aparece y que traduce las palabras del mítico director: “El cocodrilo representa una metáfora de lo que le ha pasado a nuestra sociedad”, añade Toffolo sobre este recurso escamado, “primero intenta matar al monstruo parlante al que no entiende, le da miedo -se refiere a las ideas preconcebidas que tenemos- luego una vez lo asesina intenta descifrar las palabras”, explica, desvelando entre líneas que el cocodrilo no es más que Pier Paolo camuflado y que la tribu que al final lo asesina en realidad somos nosotros.
Todo esto se interpreta -y se lee- a través de este perfil enigmático de dudosa procedencia, que dice ser Pasolini en sí mismo pero que a través de sus acciones se contradice. Toffolo esta “confusión” le da un espacio que juega a su favor: “Para dibujar este relato me imagino a mi mismo conociendo a una especie de “mitómano”, un intérprete que habla con sus palabras, que se viste como él y que intenta parecerse físicamente a él”, y que se dibuja de alguna forma entre las sombras y el recuerdo, “como se puede comprender a través del cómic al final esto se convierte en una metanarrativa sobre el pensamiento, y esto queda por escrito”.
Por supuesto, para crear este espacio imaginado es necesaria una documentación exhaustiva (seguida de alguna manera de una especie de obsesión) que se tinta del conocimiento y curiosidad del dibujante: “La historia nació en papel, por escrito, pero poco a poco fui comprendiendo que la idea del “viaje” de Pasolini tenía que estar respaldada por una experiencia”, como el relato de la entrevista, “es en ese momento cuando empiezo el viaje imaginado, en el que muchas cosas que suceden se convierten en parte de la historia. Creo firmemente que en este libro el hombre en movimiento es como un “santo” al que la vida se le revela completamente”, explica sobre cómo la historia le encuentra a él mismo mientras la busca a través de los propios textos.
El reto es conseguir dar el contexto adecuado a un relato que comienza a crear hace 20 años, cuando sueña con un cómic que tenga la capacidad de explicarse por sí mismo: “Cuando empecé a hacer este trabajo hace años me imaginaba el cómic como un lenguaje emancipado con el que se podría contar cualquier cosa, hoy esa batalla parece ganada”, celebra. Con esto, también, consigue retratar a Pasolini como un artista en búsqueda siempre de la libertad, la del “poder, las convenciones y de las paradojas de Occidente”.
Una búsqueda en la que “se busca en Pasolini y se encuentra” y con la que aprende enormemente sobre el poder del pensamiento: “A través de este encargo aprendo que el pensamiento crítico es muy importante, y que la escritura puede cambiar la realidad. También que la poesía es consumible, por lo que no es un bien de consumo como los demás. Aprendo también que el cómic y la poesía son dos lenguajes extremadamente parecidos” Pero, un momento… ¿Esta frase la diría Toffole o el propio Pasolini?