MURCIA. El día de la Virgen del Pilar, fiesta nacional y de la Hispanidad, es celebrado también, de un modo especial, por la Guardia Civil, que la tiene como patrona desde el 8 de febrero de 1913, cuando el rey Alfonso XIII accedió al nombramiento, mediante Real Orden, atendiendo a la petición realizada un mes antes por el general Aznar como director general del Cuerpo.
Un vínculo, por tanto, más que centenario, que se ha venido celebrando en los acuartelamientos, pero también en las calles, durante largos años. Durante mucho tiempo, el cuartel murciano ocupó un viejo caserón en el lado de levante de la plaza de Santa Eulalia, alzado sobre el lugar donde tuvieron su sede los frailes filipenses y destinado a Casa de Misericordia hasta el traslado de esta institución al Colegio de San Esteban, sede en la actualidad de la Presidencia del Gobierno de la Región de Murcia.
Después de marcharse de aquél inmueble de Santa Eulalia la Guardia Civil, se alojaron en él familias de humilde condición, que la vieron seriamente agravada con ocasión del tremendo incendio que acabó con sus precarios alojamientos y sus escasas pertenencias el día 18 de junio del año 1936, a un mes del comienzo de la Guerra Civil, circunstancia que no contribuyó, precisamente, a solucionar las cosas.
Narraba la prensa de la época que el fuego se declaró a las dos y media de la tarde. "Desde los primeros momentos se tuvo la certeza de la magnitud del siniestro, y todos los trabajos se encaminaron a salvar a los habitantes de las modestísimas viviendas que en la actualidad allí había". El edificio constaba de dos pisos, en los cuales se distribuían unas ochenta viviendas, "todas ellas habitadas por gente muy modesta, que hoy ven perdida toda su fortuna y cuyo alojamiento, en los momentos actuales, constituye un problema de difícil solución".
La parte de la casa, que daba a la calle de Simón García (pues el inmueble era estrecho de fachada, pero alargado) fue la que sufrió más desperfectos y donde las viviendas quedaron por completo destruidas. El fuego comenzó en la parte alta del edificio, por el lado más afectado, y rápidamente se propagaron las llamas y la humareda, por lo que comenzó rápidamente el desalojo de todas las viviendas.
Se dijo, para explicar la causa del incendio, que “como la mayor parte de las casas no tenían cocina, las vecinas para hacer la comida tenían que salir a los pasillos utilizando unas cocinillas portátiles. Parece que una chispa de una de esas hornillas prendió en los cañizos del techo, propagándose al resto del edificio”. No faltó quien atribuyera el origen a la industria del tonelero instalado en los bajos, lo que el interesado negó en redondo.
El trabajo de los bomberos se vio seriamente condicionado por la falta de agua, en primera instancia, y la de presión después. Lo cierto es que no pudieron usar del preciado líquido hasta una hora después de iniciado el fuego, y en malas condiciones. Mientras, los infortunados vecinos emprendieron la huida abandonando lo que hasta entonces había sido sido su vivienda, llevándose los enseres que pudieron. La parte derecha del edificio quedó aislada totalmente, y los vecinos que en ella habitaban aparecieron en el tejadillo del almacén contiguo.
A las ocho de la noche terminó el fuego y dieron comienzo los trabajos de derribo de la parte que amenazaba derrumbarse. Toda la parte alta del edificio quedó destruida, así como las galerías y la escalera de acceso a la parte alta. Los bomberos procedieron al desescombro y dejaron en situación de poder ser habitada la parte baja. Quienes habían quedado sin techo fueron trasladados al Cuartel de Garay, un edificio –lo que son las casualidades- que fue construido para ser destinado a Casa de Misericordia en los primeros años del siglo XIX, para acabar en acuartelamiento. La totalidad de los albergados ascendió a 150 y a todos se facilitó comida por el Ayuntamiento.
Poco más de dos decenios después de aquél suceso que arruinó el primitivo emplazamiento de la Guardia Civil en Murcia se inauguró la actual sede de la Comandancia, en el barrio de Vistalegre.
Fue, en concreto, el día del Pilar del año 1968, ha hecho esta semana 53. A las 11 de la mañana, en la Iglesia de Santo Domingo, se celebró la misa en honor de la Patrona. Allí sigue la imagen ante la que durante mucho tiempo tuvieron lugar los cultos. A continuación, el desfile en el paseo de Alfonso X el Sabio, con una compañía, escuadra de gastadores, banda de cornetas tambores y unidad de la sección de Tráfico. Y desde allí se trasladaron las autoridades al flamante cuartel para proceder a su inauguración y bendición a cargo del provicario general de la Diócesis, Pedro Pérez.
El inmueble, adornado con gallardetes y presidido por la bandera de España, "consta de cinco plantas. En la primera, las oficinas; en la siguiente, Tercio y Comandancia; en la tercera, sala de jefes y oficiales; en la cuarta, pabellones de jefes, y en la quinta y última, pabellones de los jefes del Tercio y de la Comandancia". Las obras bendecidas “constituyen la primera fase, pues continuarán con otros bloques de pabellones para acuartelamiento”.
Al acto de bendición asistieron las primeras autoridades civiles y militares, siendo teniente coronel jefe de la Comandancia de la Guardia Civil en aquellos días Miguel Manchado, que el 23 de febrero de 1981 participó en el golpe de Estado, hechos por los que fue condenado a ocho años de reclusión, aunque abandonó la cárcel en 1985. Falleció en Murcia en 2010.