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tribuna libre / OPINIÓN

Cuanto antes un teléfono móvil, ¿mejor?

10/10/2023 - 

MURCIA. Francia, Reino Unido, Suecia, Italia… La prohibición de los móviles en los centros de enseñanza es ya, afortunadamente, una realidad. ¿Y España? Los primeros ya no podemos ser, pero sí que podemos escapar de volver a ser, una vez más, los últimos.

El enorme incremento de los delitos sexuales entre menores de edad, del ciberacoso, del ciberbulling, el exponencial incremento del diagnóstico de adicción a las pantallas y, en definitiva, de conductas destinadas a destruirse y/o humillar a los demás debe sacar ya del letargo a los padres, a la sociedad y a todos los poderes públicos.

"¿Les da más de lo que les quita?"

Un teléfono móvil, lejos de darles libertad a nuestros hijos, les priva total y absolutamente de ella. Nuestros menores están totalmente presos de la conexión continua, de las redes sociales, de generar contenidos con los que conseguir ser aceptados por los demás, de fingir felicidad constante y vivir en un mundo que no es real.

En sobremesas con amigos e incluso en ilustrados foros docentes escucho, con frecuencia, el burdo argumento de que la tecnología está ahí y ha venido para quedarse, que nuestros hijos son "nativos digitales" y que, por tanto, cuanto antes los niños tengan acceso a ella, mejor. ¿Mejor?

Si cuando sean mayores de edad van a poder conducir, ¿por qué no les damos un coche con 12 años? Cuanto antes, mejor. Si cuando sean mayores de edad van a poder utilizar los cuchillos, ¿por qué no ponerlo en sus manos con tres años? Cuanto antes, mejor. Si podrán beber una cerveza con 18 años, ¿qué de malo tiene que lo hagan a los 11 años y se vayan acostumbrando? Cuanto antes, mejor.

La herramienta que estamos poniendo en sus manos no es adecuada para un menor de edad, porque le estamos pidiendo a estos niños algo que ni nosotros mismos muchas veces somos capaces de conseguir: que el móvil no controle su vida, y no a la inversa.

Otro de los argumentos que abandera la defensa de la entrega a un menor del preciado terminal telefónico es que el niño está localizado cuando sale con los amigos o vuelve solo a casa del colegio. Si nos queremos engañar, somos libres de hacerlo, pero para eso está claro que a nuestros hijos les bastaría, en todo caso, con un teléfono sin acceso a internet.

Los chavales están todo el día en el colegio, pero luego, cuando llegan a casa, se enganchan con sus tabletas o móviles a chatear con los mismos compañeros con los que han estado toda la mañana en clase. Necesitan esconderse tras la pantalla para decirse las cosas, desde las más triviales hasta las más hirientes. ¿Y luego queremos que nos digan "te quiero, mamá" mirándonos a los ojos?

Cuando salgo a comer en familia observo cómo en los restaurantes y cafeterías allá donde hay menores sus cabezas y su mirada están agachadas, y ahí está, el móvil entre sus manos. Ese tesoro que les está privando de participar en la vida en familia, de escuchar a sus mayores, a sus hermanos, a sus primos, a sus amigos… De perderse tantas y tantas cosas.

Claro que el móvil tiene cosas buenas, negarlo sería absurdo, pero es que el debate no es ese, la pregunta es: ¿Les da más de lo que les quita? Seamos honestos y pongamos en una balanza los perjuicios y beneficios.

Al margen de las enormes evidencias científicas que ya hay sobre los perjuicios a nivel neurológico y congnitivo del uso de las pantallas, apliquemos el sentido común. Ayudemos a nuestros menores a levantar la cabeza y mirar a los ojos, sin filtros. Y eso sí que tenemos que hacerlo, cuanto antes, mejor.

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