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MEMORIAS DE ANTICUARIO

Cuando todos los muebles eran de madera

20/09/2021 - 

CARTAGENA. La madera antigua emana sus aromas por sí misma y más si cabe si está recién encerada, y no todas las maderas lo hacen de igual forma: el pino no lo hace como el nogal y ninguna se parece a la exótica madera de alcanfor. Siempre es un gusto abrir un cajón de un mueble de barco o un baúl, fabricado en esta exótica madera, y dejarse embriagar. 

Quienes no puedan comprender la belleza de la imperfección de los muebles fabricados por ebanistas de otro tiempo a base de gubias, formones y cepillos de carpintero, sin el empleo de la electricidad; quien no vea la belleza en la inimitable pátina del tiempo depositada en la superficie de una cómoda o aprecie como parte de la historia de esa mesa el haber sobrevivido a toda clase de acontecimientos históricos, calamidades, incendios y guerras; quien no halle el gusto en pasar la mano por los desgastes del uso en unos bordes ya ligeramente redondeados, no podrán comprender lo que significa convivir con un mueble antiguo. Tampoco podrán entender que para abrir o cerrar un cajón haga falta algo más de esfuerzo que un leve tirón o empujón. 

Una de las grandes diferencias entre los muebles de época y la gran mayoría de los fabricados en la actualidad bajo la premisa del mónteselo usted mismo, es que en los muebles antiguos la intervención humana se ciñe exclusivamente a la artesanía de la madera (corte, ensamblaje, marquetería en su caso, chapados, aplicaciones de otros materiales, pulimentados etc), que es obra y gracia de la naturaleza. Sin embargo, en buena parte de los muebles actuales incluso en muchos por los que se pagan una cantidad nada despreciable la acción del hombre no sólo se circunscribe al diseño y fabricación de la pieza, sino también a la del propio material con el que está realizado (melaminas, contrachapados, Dm etc). Esa es una de las razones por las que un mueble fabricado hace más de 200 años sobrevive sin problemas, con un mínimo de restauración, y muchos de los fabricados empleando ciertos materiales no podrán llegar a esa longevidad, más si son sometidos a mucho vaivén y a recurrentes montajes y desmontajes. 

Armario centroeuropeo.

El de las maderas antiguas es un mundo fascinante y a los anticuarios nos cuesta entender como tras unos años de esplendor en la década de los 80 y 90, sobrevino un periodo de rechazo bastante generalizado. Puestos a pensar al respecto, el aspecto económico influyó en muchos de los casos al salir al mercado muebles mucho más económicos apoyándose en nuevos materiales y producción industrial masiva y, evidentemente, un cambio en el estilo y gusto decorativo. Dicho esto, permítanme que me refiera, de nuevo, porque ya lo he hecho en alguna otra ocasión y estando inmersos en unos tiempos en los que tanto se habla de sostenibilidad, a lo que supone para un consumo sostenible la reutilización sucesiva de bienes que son transmitidos de una generación a otra, frente al frenético ciclo del comprar-usar-tirar-fabricar-comprar-usar, lo que me invita a concluir en la poca o nula pedagogía que entre la gente joven hacemos en este sentido. A pesar de ello se está empezando a vislumbrar un cambio de ciclo con un nuevo impulso de cierta clase de muebles (cómodas, alacenas, librerías, bargueños, mesas etc) y maderas (el nogal o el pino pintado o con la técnica del decapado).

Maderas y geografías 

Es obvio que desde hace muchos siglos las maderas han viajado de unos lugares a otros atravesando mares y océanos en las bodegas de los navíos, sin ir más lejos las más exóticas como la caoba y el ébano, que causaron impresión a sus descubridores europeos por su facilidad para ser “esculpidas” a la par de su gran dureza cruzaban océanos en las bodegas de los navíos, desde la implantación de las rutas comerciales con América y las Indias orientales en el siglo XVI. Sin embargo, lo habitual es que las distintas zonas geográficas y sus fabricantes locales trabajaran con las maderas que tenían más a mano. Por ejemplo, en España la más humilde como el pino y la más noble como el nogal. Conforme nos adentramos en Centroeuropa empieza a aparecer el roble que es lo que abundaba en esos bosques, lo que no quita que en el norte de nuestro país no haya trabajos con esta madera y con el castaño (Navarra, País Vasco, Galicia…). Si nos vamos acercando al báltico es el atractivo abedul con su característico color claro la madera mas empleada durante los siglos XVIII y XIX y los inconfundibles muebles de estilo Biedermeier. Si le aplicamos una lente de aumento a nuestro viaje veremos que dentro de cada gran espacio geográfico hay peculiaridades mucho más locales: por ejemplo, en Valencia durante el siglo XIX fue muy usada la madera de morera para hacer mesas de alas o sillas, o en Mallorca la madera de Olivo para toda clase de utensilios y pequeños muebles. No todo el mundo sabe que muchas de las puertas y ventanas de las casas de nuestros pueblos o los grandes portalones del centro histórico de Valencia, están realizadas en una de las maderas más duras que se conocen, y que se descargaba desde su lugar de origen, el sur de América del Norte, en los puertos de Valencia y de Menorca. Hablo de una madera que habrán escuchado en muchas ocasiones: la mobila. Quien en su casa del pueblo tenga la suerte de tener una puerta de esta madera que sepa que tiene puerta para siglos, no se les ocurra cometer el crimen de cambiarla. 

Cómoda sueca de Abedul.

Cuando estamos investigando un posible origen de una obra de arte pintada sobre tabla, la naturaleza de esta nos da pistas respecto del ámbito geográfico. Difícilmente hallaremos una tabla pintada de roble en el área mediterránea pero sí en el ámbito flamenco. Si no dudamos sobre el origen español de la pintura y encontramos esta madera tendremos que pensar en la escuela sevillana puesto que a esta ciudad llegaron cargamentos de esta madera proveniente de Flandes durante el siglo XVI. En el ámbito italiano la madera que reinaba era el chopo o el álamo y algún otro frutal. Un caso que ha desconcertado a los investigadores es que la Gioconda del Louvre, la indubitada de Leonardo, esté pintada sobre una tabla de álamo, como suele corresponder, y sin embargo la del Museo del Prado, que según muchos expertos fue pintada en su taller (aunque algunos se atreven a atribuirla al maestro) si bien se haya pintada sobre una tabla de nogal, una madera más noble y cara. No tiene demasiado sentido que la copia coetánea sea más lujosa que el original.

En cuanto a si existen muebles con cierta impronta nacional en función también de las maderas, salvo alguna excepción anecdótica no se puede afirmar que un tipo de mueble se fabricaba única y exclusivamente en un espacio geográfico y no en otros pues las necesidades de las casas, palacios o edificios religiosos eran parecidas en Valencia y en Ámsterdam, pero es cierto que hay tipologías que reconducimos con más habitualidad a determinados países. Empezando por España, es internacionalmente apreciada la mesa-escritorio española con sus diversas variantes, fabricada en nogal y a ser posible con un tablero de una única pieza, es decir, extraído de un árbol de grandes proporciones. Francia, la avanzada en los estilos desde el siglo XVII es en la cómoda donde se aprecian estos. Los enormes armarios con marquetería, o no, podemos hallarlos en ámbitos centroeuropeos como Holanda o Alemania. Los opulentos bargueños a los que incorporan aplicaciones de marfil, o carey se dan más en España, Italia y Flandes. La historia del mueble antiguo es la de los gustos, la riqueza de su propietario. Más diremos en otro momento, pero sirva esto como una introducción.

Mueble de pino con técnica del decapé.

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