MURCIA. Si tenemos que lamentar alguno de los últimos movimientos centrífugos del Gobierno y, por tanto, del Partido Socialista (o lo que queda de él), tendríamos que apenarnos, sin lugar a dudas, del evidente pacto del Gobierno con EH Bildu; y remarco que sea evidente, pese a que haya quienes pretendan invisibilizarlo o, en su defecto, blanquearlo, pues, efectivamente, Bildu no es un partido capaz de ser legitimado por nadie, ni siquiera recibiendo un mínimo apoyo electoral que no debería legalmente permitirse, pero eso es otro debate. Bajo ningún concepto, pues, debería existir un brazo político heredero del terrorismo, como lo es ahora Bildu o, tiempo atrás, Batasuna y sus ulteriores marcas electorales.
"me indigna la noticia que protagonizó múltiples portadas: más del 60% de los jóvenes españoles no saben quién fue Miguel Ángel Blanco"
Conduciendo más allá de la repugnancia que me produce el blanqueamiento de los abertzales y sus herederos en el parlamento por parte del PSOE, me causa frustración e ira, y supongo que a muchos españoles también, el hecho de que los jóvenes simpatizantes de la izquierda española hayan abandonado, si alguna vez formaron parte de ella, la mínima cordura, limitándose ahora a copiar discursos provenientes desde el más profundo odio de Cataluña o Euskadi y a olvidar, si alguna vez la aprendieron, su historia, nuestra historia. ¿Qué sería de Italia si sus generaciones futuras defendieran y apoyaran a las Brigadas Rojas? ¿Dónde quedaría la Irlanda que luchó contra el IRA si sus jóvenes arrojan al abismo del olvido su propia historia?
Con gran pesar, contemplé el estudio que muestra que los jóvenes emplean de media 300 palabras en su vocabulario general, pero me indigna sin igual la noticia que protagonizó múltiples portadas unos meses atrás: más del 60% de los jóvenes españoles no saben quién fue Miguel Ángel Blanco y más de la mitad piensan que ETA continúa activa como banda terrorista, según uno de los estudios de GAD3.
Me atrevo a decir que este problema (pues no se puede catalogar de otra manera) encuentra la llama que lo mantiene vivo en la élite política que nos malgobierna y su empeño incesante en crear ciudadanos pasivos, cobardes y manipulables, cuya única capacidad en el futuro sea emitir un voto en favor de aquellos que les han manejado como marionetas durante toda su manceba vida.
Durante siglos, se ha repetido en el ideario popular de todo el globo, como si fuera un mantra, que aquella sociedad cuyo pasado desconoce estará condenada a sucumbir a los terrores y males del mismo. España, la nueva España, parece no aprender. Aquella España que debe afrontar el peor de los futuros, tras dos crisis económicas sin precedentes, no sólo carece de oportunidades para su desarrollo y enriquecimiento físico o material, sino también moral y ético.
Habrá quien, desde la más suma de las ignorancias, afee mis palabras argumentando que persigo un fin político. Sin embargo, sin ánimo alguno de malgastar tinta ni tiempo, contestaré que no hay motivos en la España actual para seguir siendo analfabeto y nesciente, pues quedó muy atrás esa España gris, desanimada y dócil con los verdugos que durante años han imperado en nuestra tierra en la que algunos, ahora desde la izquierda, se empeñan en permanecer, pero ahora en el otro lado del espectro político.
Yo, que nací en los últimos días del año 2000, echo de menos a los líderes moderados que, desde la más amplia de las discrepancias, sabían que había líneas rojas que no se debían traspasar, pues incluso estaban marcadas con la sangre de mártires a los que hoy muchos jóvenes como yo, con los que sólo comparto generación, olvidan. Echo de menos, aun sin haberlo vivido, el tiempo aquel cuando sabíamos quiénes éramos.