MURCIA. Hurgando en las cosas que ocurrían en la Murcia de hace un siglo por estos días del mes de octubre, me encuentro con una curiosa referencia de prensa a la composición de una canción por el poeta y periodista Pedro Jara Carrillo, a quien nos referíamos en los primeros ayeres de esta temporada como autor de la letra del Himno de la Coronación de la Virgen de la Fuensanta, y el notable músico Manuel Massotti Escuder.
El título de la misma era Rubí y, según la descripción que de la pieza musical hacía la prensa, se trataba de un "fox trot arabesco que encierra grandes bellezas literarias y musicales, pues en ella sus aplaudidos autores han puesto todo el fuego de su inspiración y sus entusiasmo".
Fue la empresa Unión Musical Española la encargada de editar la composición y de ofrecerla a su clientela "con todo cariño, a juzgar por la portada a varias tintas, que no puede tener más bella presentación". La novedosa composición se puso a la venta en Murcia en el establecimiento que regentaba el también músico Adolfo Gascón.
El diario El Tiempo anunciaba que la pieza de Jara Carrillo y Massotti iba a ser interpretada en el Teatro Maravillas, de Madrid, por la actriz y cantante María Luisa Moneró, una destacada estrella de la época, que se había dado a conocer sobre los escenarios en 1911 con la interpretación de obras teatrales como La losa de los sueños, de Jacinto Benavente; o Canción de cuna, adjudicada entonces a Gregorio Martínez Sierra, aunque con el tiempo se supo que la autora fue en realidad su mujer, María de la O Lejárraga.
Tras una exitosa trayectoria, fue precisamente en 1924 cuando Moneró decidió probar suerte en el género llamado ‘variedades’, actuando con fortuna en diversas salas de éxito y llegando a hacerlo en el Olympia de París. Fue en este marco cuando se produjo su interpretación de Rubí, un tipo de canción, y de baile, llegado de los Estados Unidos y que estaba en boga por aquellos años en España.
No fue la única colaboración del dúo de ilustres murcianos (Massotti, en realidad, valenciano afincado en Murcia, donde siguen habitando sucesivas generaciones de este apellido) en este género, ya que un par de años después aparecen en la prensa referencias a un nuevo estreno en el ámbito del fox trot con el título Nada de particular. Y, en efecto, nada de particular tenía el hecho de que se aventuraran a componer en un tipo de música que tanto sonó, tanto se bailó y tan en boga estuvo en aquellos años 20, que se adjetivaron de "felices", aunque también de "locos".
Pero para cuando Massotti y Jara anduvieron la aventura de la moda musical, ya llevaba algunos años sonando el novedoso fox trot en la Región de Murcia. Por ejemplo, encontramos ocho años antes de su Rubí, en mayo de 1916, la noticia de un cotillón en el Casino, en cuyos prolegómenos "los vals one-step y fox-trot, se sucedieron sin descanso, en los cuales la gente joven demostró sus grandes e incansables condiciones para el baile".
"uno de los grandes maestros, Manuel Massotti, no tuvo reparo en componer un par de aquellos perniciosos fox trot"
Digamos, antes de pasar adelante, y en vista de que al lector de estos ayeres le puede sorprender la noticia de un cotillón en el mes de mayo, que el término procede del francés, e identificaba originalmente a un determinado baile, nacido en torno al 1700 en aquel país, pero con el tiempo se reconvirtió en una especie de entrenamiento para aprender comportamiento social en un contexto de bailes formales. Los participantes se agrupaban por parejas y se ensayaban bailes de salón, bajo la dirección de un "maestro de ceremonias".
De modo que el cotillón del Casino era un acto de sociedad, que siendo en aquel escenario había de referirse por fuerza a la "buena sociedad murciana" de la época, que tenía al céntrico establecimiento como punto de encuentro frecuente y escenario de los grandes acontecimientos. En el caso de aquel cotillón, fue dirigido "admirablemente, por las señoritas de Coello y Melgarejo y el joven abogado den Antonio Pasqual del Riquelme".
Pero es evidente que las modas, frecuentemente importadas desde el extranjero, y tantas veces desde el otro lado del Atlántico, antes norte, y ahora también centro y sur, no siempre son recibidas con los brazos abiertos por el conjunto de la sociedad, y las nuevas músicas también encontraron sus detractores.
Entre los detractores, que echaban de menos más cuidado con lo propio y lo clásico, se alineó José Calvo, que en un artículo referido a las reuniones que venían celebrándose para que Murcia contara con un Conservatorio, expresaba su parecer en un extenso artículo de prensa publicado en el Liberal el 1 de junio de 1917, en el que afirmaba: "De artistas músicos, en el propio sentido de estas dos palabras, es por desgracia muy contado el número, y éste va decreciendo visiblemente, cada vez más, en los modernos tiempos de turbulento y aplastante materialismo”.
Y descalificaba "la infección abominable de tanto ‘tango argentino’, fox trot, two step y demás abominables novedades importadas por nuestra monomanía perniciosa de imitación extranjera, tan extraña y nociva a nuestras costumbres como a la cultura patria".
Frente a tanta incuria, "la idea del Conservatorio de Música en Murcia se ha impuesto como una necesidad. Tenemos aficionados; para educarlos, contamos con suficiente número de maestros competentísimos sin tener que salir de nuestro terruño; como muestra vayan los nombres de Pablo López, Barrenas, Gascón, Verdú, Puig, Benavente, Espada, Cortés, Massotti, Martí, Ramírez, Muñoz Pedrera, Gámiz, Alarcón, Moreno Pretel, Mora, Sanz, Canales, Agüera, Jover, Salas, Puche y tantos otros que harían la lista interminable. Para local de primer instante, aunque fuera provisionalmente, pudiera señalarse el precioso pabellón de Escuelas Graduadas, que existe junto el Teatro Romea".
Lo cierto es que uno de aquellos grandes maestros, Manuel Massotti, fue uno de los primeros profesores del Conservatorio, pero no tuvo reparo en componer, pocos años más tarde, un par de aquellos "perniciosos" fox trot.
Igual de cierto es que el Conservatorio nació el 5 de enero de 1919, con sede provisional en las Escuelas Graduadas de la plaza de Santo Domingo, señaladas como posible sede por Calvo en su escrito, y que en el año 1991 se le dio al Conservatorio de Música de Murcia el nombre de Manuel Massotti Littel, hijo del autor de Rubí, que fue director y, también, profesor del centro de estudios musicales. Cosas que pasan.