CARTAGENA. Uno de los elementos centrales de la política de Ciudadanos (CS) en nuestra región es la moción de censura que presentaron contra el Gobierno regional y el gobierno municipal de Murcia, de los cuales formaban parte. Fracasó la primera y triunfó la segunda. Se abrió un intenso debate entre los partidarios de apoyar la moción y los partidarios de rechazarla. Por mi parte aduje dos observaciones. Primera, la Constitución prohíbe los mandatos imperativos a los representantes públicos, de modo que tan legal fue apoyar la moción como rechazarla. En puridad, la noción de tránsfuga es antidemocrática, porque dificulta la libertad de decisión de los representantes, convirtiéndolos en marionetas de las direcciones de los partidos. De ese modo, la democracia se convierte en una partitocracia, que es lo que hoy impera en España.
"CS No evoca ningún rechazo significativo, pero tampoco ningún entusiasmo"
La segunda observación que hice fue, que visto que no había modo de llegar a ningún consenso sobre la moción, habría que atenerse a cómo la evaluasen los votantes en las urnas. Ya tenemos el dato: Ciudadanos va a desaparecer de la Asamblea Regional. Conclusión científica: presentar la moción contra el Gobierno regional fue políticamente un error. No entro en si fue o no un error moral; pero el resultado político está claro: los votantes no respaldan a los sucesores de los que presentaron la moción. Y, aunque con menos certidumbre, algo parecido puede decirse de la moción municipal: probablemente CS salga del nuevo Gobierno y, con certeza, el concejal de CS que respaldó la moción ahora es irrelevante incluso en su propio partido. Asunto resuelto.
Otra decisión de CS fue prescindir de Padín en Cartagena. Según las declaraciones del nuevo candidato, persona muy respetable, parecería que no hubiese formado parte esta legislatura del gobierno municipal. En vez de defender los logros de sus dos concejales, empezando por estabilizar la actuación del tripartito, ha hecho una suerte de enmienda a la totalidad. Ha tachado de mediocre a Padín y se presenta como si fuese un partido nuevo. Las previsiones electorales es que quedará fuera del Ayuntamiento. Conclusión científica: prescindir del bagaje municipal acumulado en esta legislatura ha sido un error.
Hay otros tres datos muy interesantes que conciernen a CS. En primer lugar, 13 de cada 100 encuestados han respondido que les gustaría un gobierno de coalición PP-CS. Eso es la mitad de los que prefieren un gobierno PP-Vox o un gobierno PSOE-Podemos, pero sigue siendo una proporción bastante apreciable. Conclusión: pactar con el PP no fue un error. Sin obviar que los votantes que hubiesen preferido un pacto con el PSOE probablemente se desentendieron de CS hace cuatro años, todavía quedaba un notable remanente que respaldaba ese pacto. ¿Por qué no van a votar a CS, lo que les daría unos 5 diputados? Es difícil de saber, pero cabe conjeturar que hay dos motivos: la insistencia de los dirigentes actuales en considerar acertada la moción, lo que lleva a pensar que no volverían a pactar con el PP, y las ideas fuerza que nos han transmitido.
Otra encuesta nos ilustra sobre esas ideas fuertes. Por un lado, los de CS insisten en que es un partido liberal. Cuando se examinan sus propuestas se descubre que son una mezcolanza de ideas liberales, socialdemócratas y ecologistas. Da lo mismo. Los encuestados no identifican a CS con el liberalismo, sino con las siguientes dos ideas: la lucha contra la corrupción y la defensa del Mar Menor. Así es como la gente ve a CS: un partido comprometido con erradicar la corrupción y con regenerar el Mar Menor. Moralmente elogiable; políticamente irrelevante. La gente no considera que la corrupción sea uno de los principales problemas de la región, sino el desempleo, el agua, la sanidad, y la vivienda. Y, además, los que dan prioridad al Mar Menor tienden a votar directamente a partidos ecologistas, situados invariablemente en España muy a la izquierda. Sin ánimo de zaherir, los dirigentes de CS deberían haberse percatado de que sus dos ideas fuertes, la corrupción y el Mar Menor, cabían perfectamente en el ideario de Podemos, un partido profundamente antiliberal. Consuelo: aunque menos acentuada, también Podemos se halla en decadencia. Resulta que la nueva política padecía progeria.
Un último dato interesante sobre CS. Los partidos que más simpatía despiertan entre los encuestados son, por ese orden, el PSOE y el PP. Lo partidos que más rechazo despiertan son Podemos y Vox. ¿Y CS? No evoca ningún rechazo significativo, pero tampoco ningún entusiasmo. Se trata de un partido que no cae mal a casi nadie, pero que tampoco despierta la admiración de casi nadie. Es simplemente apreciado con moderación. Una especie de segunda opción para muchos. Para desgracia de CS, la mayoría de la gente vota su primera opción. Y tampoco la ley les dejaría hacer otra cosa.
A CS le vendría bien una ley electoral que concediese a cada elector dos votos obligatoriamente diferentes. Para que eso no premiase a los más fanáticos, las que contuviesen dos votos al mismo partido serían papeletas inválidas. De ese modo, cada votante podría optar entre dos votos en blanco, un voto en blanco y otro a su partido favorito y, finalmente, sendos votos a dos partidos diferentes, su favorito y su segunda opción. Eso no violaría la equidad democrática, pues todos disfrutaríamos de las mismas oportunidades. Con esa regla quizás CS ganaría las elecciones. ¿Por qué? Porque lo votarían muchos cuyo primer voto fuese para el PP, pero también los partidarios del PSOE. Con esa suma, barrerían. Con la ley actual, tienden a esfumarse. Consejo: empiecen una campaña con el lema <<Una persona, dos votos>> Eso sí sería muy innovador. Y muy liberal.
JR Medina Precioso