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¿Crisis climática o fracaso en la gestión?

23/07/2022 - 

MURCIA. Los fenómenos meteorológicos extremos dependen de la naturaleza y son muy difícilmente controlables, pero sus efectos pueden mitigarse con una gestión profesional, científica y sostenible. Los efectos de las danas o las sequías (inundaciones, escasez de agua) pueden reducirse mediante la construcción de pantanos que recojan el exceso de agua de los ríos para su almacenamiento y aprovechamiento en época de escasez o trasvase de zonas excedentarias hacia las deficitarias.

Es evidente que las altas temperaturas y algún enfermo pirómano incrementan el riesgo de los incendios. Sin embargo, mantener limpios los montes de malezas y disponer de los medios necesarios ayuda a reducir los efectos. La naturaleza es incontrolable, pero sus efectos pueden ser minimizados si se realiza una gestión sostenible con los adecuados medios económicos y humanos.

"Los incendios no pueden evitarse, pero sus consecuencias sí pueden reducirse"

Los incendios (naturales o provocados) no pueden evitarse, pero sus consecuencias sí pueden reducirse. La rápida propagación del fuego es facilitada, además de por el viento, por la falta de limpieza de la biomasa seca o el mal estado de los pasillos cortafuegos cuando hay. Además, la cicatería en el empleo de recursos económicos en tareas de vigilancia y control y la falta de un órgano nacional único que coordine no sólo disminuye la capacidad de hacer frente al fuego sino que incrementa el peligro para aquellos que se dedican a combatirlo.

Habitualmente se observa cómo los responsables de la gestión publica atribuyen al cambio climático la mayoría de los efectos de las crisis que padecemos (sanitarias, energéticas, alimentarias o medioambientales). Se obvia, muy interesadamente, que los efectos dañinos de las situaciones críticas pueden mitigarse con una adecuada prevención. El fracaso de la gestión medioambiental se intenta encubrir con el cambio climático. Todo lo malo que nos pasa se debe al cambio climático, dicen los más extremistas.

El origen de nuestros males se relaciona con el cambio climático y con una visión negativa de la actividad humana. Los seguidores de la nueva religión climática pretenden culpabilizar a la humanidad de las deficiencias de los responsables públicos. Se intenta implantar una cultura de la resignación y el conformismo ante lo que algunos pretenden imponer como verdad innegable.

La crisis del covid-19, los efectos devastadores de las inundaciones o las sequías que provocan hambrunas se dice que son consecuencia del daño que se infringe al planeta derivado del progreso humano. Hasta la degradación de nuestro querido Mar Menor se ha asociado a esta nueva moda. Cualquier cosa con tal de evitar asumir responsabilidades o impulsar políticas eficaces que prevengan y solucionen los problemas.

"El cambio climático no es excusa para encubrir el fracaso de la  gestión medioambiental"

Estamos en época de incendios, pronto pasaremos a la de inundaciones y le seguirá otra de sequías. Se intentará seguir culpabilizando a la humanidad de las crisis para tapar la incompetencia y el fracaso de la gestión medioambiental. Mientras, las medidas que pueden reducir o mitigar las consecuencias de los fenómenos meteorológicos extremos brillan por su ausencia

Una eficaz acción por el clima pasa, indudablemente, por reducir al máximo el impacto negativo que genera la actividad humana. Hay que intensificar los esfuerzos para recuperar y reutilizar, disminuir la contaminación del aire, agua y suelo y generar energías limpias y renovables para asegurar una alimentación suficiente a la humanidad. Pero paralelamente hay que tomar medidas que permitan reducir los efectos negativos de una climatología adversa.

El cambio climático no es excusa para encubrir el fracaso de la  gestión medioambiental. Hay recursos económicos suficientes para realizar una gestión mas eficiente que mitigue los efectos de los fenómenos climáticos extremos. “No es la acción de la naturaleza, es el fracaso de la  gestión”. Revertir la situación es cuestión de voluntad y capacidad.

Miguel Ángel Cámara Botía

Catedrático de Química Agrícola

Director Cátedra de Ecoeficiencia Hídrica

Universidad de Murcia

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