MURCIA. Hace unos dos años que la covid-19 se introdujo en nuestras vidas. Lo que inicialmente algunos manifestaban como una pequeña infección causada por un nuevo coronavirus se ha convertido en la mayor pandemia de los últimos siglos.
Hemos vivido el mayor caos sanitario de las últimas décadas. Medidas improvisadas y cambiantes para hacer frente a la pandemia, falta de material sanitario, saturación de los hospitales, carencia de respiradores y camas UCI y un largo etcétera que hemos conocido durante estos años, en los que un día se decía una cosa y al siguiente la contraria.
"en estos años poco o muy poco se ha aprendido: Siguen las colas en el exterior de los centros sanitarios soportando la lluvia, el frÍo o el calor"
La covid-19 ha puesto de manifiesto la necesidad de cambiar el modelo de gestión pública que hasta 2020 daba respuesta a las necesidades de la población. Hasta hace poco estábamos acostumbrados a las anuales epidemias de gripe, con centros sanitarios colmatados, camas en los pasillos, urgencias sobresaturadas, etc. Se veía casi normal que en determinada época del año esto ocurriera porque después se volvía a la normalidad.
Sin embargo, la especial vulnerabilidad de los mayores ante la covid-19 y la tardía respuesta para protegerlos, junto a la virulencia de los contagios, provocaron, en pocos días, el colapso de un sistema sanitario incapaz de atender las necesidades a pesar de los esfuerzos del personal.
Estas navidades, nos ha tocado vivir una nueva ola de decenas de miles de contagios que vuelve a poner contra las cuerdas al sistema de atención sanitaria. Parece que en estos años poco o muy poco se ha aprendido. Siguen las colas en el exterior de los centros sanitarios soportando la lluvia, el frío o el calor. Hay escasez de material como los test de antígenos. Las bajas de docentes y sanitarios son difíciles de cubrir. Se restringen actividades según territorios.
La hostelería, el ocio y la cultura siguen soportando restricciones y cierres, sin ningún tipo de compensación económica que les ayude a subsistir. Los sanitarios, docentes, transportistas, comerciantes, agricultores y trabajadores en general se encuentran a diario con múltiples dificultades para realizar su labor.
Una vez más son los ciudadanos quienes están dando una lección de responsabilidad y prudencia. Mientras, se sigue discutiendo entre administraciones si unas medidas u otras, si confinar o no. Incluso se vuelven a plantear restricciones a la libertad de movimientos.
La salida de las crisis sanitaria, económica y de desabastecimiento de materias primas requiere profundos cambios en los modelos de gestión públicos.
Entre otras medidas se podrían considerar: planificar la atención sanitaria de forma más descentralizada para permitir descongestionar los centros y evitar que las personas estén en la calle. Ampliar horarios de atención sanitaria incrementando las plantillas. Fomentar la colaboración sanitaria publico-privada. Ampliar plantillas docentes para una atención menos mas individualizada. Mayor apoyo a la investigación. Construir nuevas instalaciones hospitalarias para emergencias sanitarias como Madrid ha hecho.
Los fondos europeos Next Generation suponen una oportunidad para incrementar los recursos sanitarios y educativos que permiten gestionar las situaciones de emergencia sanitaria, también para compensar las pérdidas que han provocado las restricciones obligadas de diversas actividades económicas.
Aprender de experiencias pasadas puede contribuir a corregir errores y alcanzar el éxito en la gestión de la crisis. La colaboración de los sectores económicos y sanitarios puede permitir compaginar salud y actividad económica para mejorar nuestras vidas. Es cuestión de decisión.
Miguel Ángel Cámara Botía
Catedrático de Química Agrícola
Director Cátedra de Ecoeficiencia Hídrica
Universidad de Murcia