Se celebrará en noviembre y tendrá como telón de fondo la crisis energética y el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos
MADRID. Seis años después de la COP21 de París, la próxima conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático -la COP26- se celebrará en Glasgow el mes que viene. La conferencia tendrá como telón de fondo la crisis energética y el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos, cada vez más devastadores. El cambio climático se encuentra ahora en el centro de la agenda política y también se está convirtiendo en una prioridad para los inversores.
El último informe del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático), publicado en agosto, reclama la necesidad urgente de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de aquí a 2030. Las medidas adoptadas anteriormente han resultado insuficientes hasta la fecha. Por lo tanto, hay mucho en juego. Esta COP26 promete ser, sin duda, la conferencia más importante desde su creación. Las medidas que se tomen (o no) serán decisivas para dar a la humanidad la oportunidad de limitar el calentamiento global a 1,5°C y evitar una gran catástrofe climática.
Pocos países han cumplido sus promesas y se han ceñido a los objetivos del Acuerdo de París de 2015. Con las políticas actuales, el calentamiento global alcanzará unos 3°C. Y, aunque un número importante de países se ha fijado el objetivo de cero emisiones netas de GEI para 2050, los avances siguen siendo muy escasos. En este contexto, ¿podemos esperar algún avance significativo? En nuestra opinión, es necesario abordar una serie de cuestiones. En primer lugar, los países deben reforzar su compromiso de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 con el fin de limitar el calentamiento global a 1,5°C. Hay que hacer hincapié en recuperar el tiempo perdido.
Según Climate Action Tracker, casi todos los países desarrollados tienen que aumentar sus objetivos de reducción de emisiones de GEI lo antes posible. Es fundamental que apliquen una serie de Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (CDN) más ambiciosas para cumplir sus objetivos. Actualmente, 68 países (responsables del 61% de las emisiones mundiales de GEI) han adoptado un objetivo de emisiones netas cero, pero sólo 80 países (responsables del 36% de las emisiones mundiales de GEI) han actualizado sus contribuciones nacionales con objetivos más ambiciosos, según ClimateWatch.
Mientras que algunos países como Estados Unidos, Canadá y Reino Unido, además de la Unión Europea, han revisado y presentado oficialmente CDN más ambiciosas, algunas grandes economías, como Australia, Indonesia, México, Brasil y Rusia, aún no han mejorado sus objetivos climáticos. Para ganar credibilidad, los países deben comprometerse a ser más transparentes en el establecimiento de objetivos a largo plazo.
El segundo punto crucial se basa en la noción de "equidad" en lo que respecta a los esfuerzos para reducir las emisiones de GEI entre los países desarrollados y los países en desarrollo. Los países desarrollados deben hacer más para ayudar a los países en desarrollo a realizar su transición, especialmente desde una perspectiva financiera. También deben actualizar sus objetivos y políticas y proporcionar una visión clara sobre el apoyo que necesitan.
En tercer lugar, en la actualidad, las inversiones para promover las energías limpias siguen siendo insuficientes y su adopción es demasiado lenta para descarbonizar nuestras economías. Estas deben casi triplicarse en la próxima década para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París. Es necesario acelerar el desarrollo de las capacidades de las energías limpias y la cuota de los combustibles fósiles debe disminuir rápidamente. El beneficio económico y social de la transición verde es significativo, mientras que el coste de la inacción sería inmenso.
Por último, los mecanismos de imposición del precio del carbono, que desempeñan un papel esencial para acelerar la transición junto a las políticas climáticas, deben ser abordados por los países para armonizar las prácticas a nivel internacional y promover la cooperación. Estos diferentes mecanismos (impuesto sobre el carbono, comercio de cuotas) cubren actualmente sólo el 25% de las emisiones mundiales de GEI y el precio de la tonelada de carbono sigue siendo mucho más bajo de lo que debería ser para alcanzar los objetivos climáticos. También se plantea la cuestión de una redistribución justa de los ingresos fiscales para financiar la transición.
Queda claro que esta COP26 será decisiva para el futuro y hay mucho en juego. Para reducir rápidamente las emisiones de gases de efecto invernadero y limitar el calentamiento global a 1,5°C, el compromiso de todos los países es primordial. Por lo tanto, es imperativo que los gobiernos refuercen sus compromisos y pongan en marcha acciones firmes para responder a estos diversos desafíos antes de que sea demasiado tarde. Sin embargo, sigue existiendo un riesgo importante de ver una COP26 a dos velocidades. Puede surgir un abismo entre los países que impulsan la transición energética y otros que asumen un papel secundario.
Gaël Binot es gestor de renta fija en mercados emergentes, mientras Hervé Chatot es gestor de activos cruzados de La Française AM
El impacto sobre nuestras vidas y nuestra sociedad será dramático. Sin duda se trata del mayor desafío que en estos momentos encara la humanidad