CARTAGENA. En España existen cerca de 100.000 asesorías, de las cuales un 70% son negocios con tres o menos empleados. Aquellas firmas que suman 20 o más trabajadores representan menos del 3% del total. Por lo tanto, la mayoría son microasesorías, y sus empleados dedican gran parte de su jornada laboral a procesos que la tecnología ha empezado a realizar con rapidez y concreción.
Se empieza a vislumbrar a corto y medio plazo, que la adaptación a las nuevas leyes, que agilizarán de forma exponencial la digitalización de las facturas, va a suponer una disminución considerable de mano de obra. A esto se añade que, en este proceso de digitalización, las empresas, ya sean grandes o pequeñas, deben llevar a cabo un importante desembolso económico, un camino que muchas mercantiles, principalmente las microempresas, no podrán realizar y que las llevará a evaporarse. En 2023, desapareció un 2% de las asesorías y consultorías del país, y el panorama para los próximos años parece aún más pesimista.
"Las pequeñas asesorías no han podido alcanzar los rápidos avances tecnológicos a los que estamos sometidos", explica Carlos Andreu, economista, auditor y director general de la firma cartagenera Candreu Expertos. La inteligencia artificial, especialmente la generativa, también está provocando grandes cambios en los procesos de producción de servicios y en la relación con los clientes. Es necesario que los despachos comiencen a incorporarla en su día a día y se adapten lo antes posible. "A esto hay que añadir que no existe un relevo generacional claro en el sector y que, por otro lado, la evolución constante del marco normativo les hace quedarse atrás a la hora de resolver los problemas de los clientes", añade el economista.
"Dentro del mundo de las asesorías y consultorías tenemos varios perfiles", comenta Jesús Hernández, socio director de la firma cartagenera. "Están aquellos que viven al día en su trabajo, quizás agobiados por el volumen que tienen delante de ellos y que no son capaces de procesar más allá. También está la pequeña asesoría que no quiere perder su autonomía, pero la evolución tecnológica, legislativa y de la competencia la deja atrás. Además, están aquellos que son conscientes de sus carencias, pero que son incapaces de tomar una decisión; y, por último, los que han dado el paso, ya sea por relevo, crecimiento profesional o empresarial". Entonces, ¿cuál es el paso? Ambos, Hernández y Andreu, coinciden en que la evolución lógica es la concentración, o, como ellos dicen, la condensación de empresas para gozar de "más músculo" para competir e invertir en el negocio.
Los asesores deben adaptarse a las necesidades del cliente, lo que implica evolucionar del cumplimiento de trámites administrativos a tareas de consultoría global. "Estamos virando hacia la consultoría, a informes que aporten valor, y eso un despacho con tres personas es incapaz de alcanzarlo".
En los últimos años, las normativas publicadas por las administraciones públicas se han multiplicado. Estas nuevas leyes, que a menudo implican cambios en los procedimientos fiscales, laborales y de cumplimiento, requieren que las asesorías estén constantemente actualizadas y en estado de adaptación. "Para las firmas pequeñas supone un impedimento participar o llevar proyectos de gran envergadura. Además, el reducido tamaño de la mayoría de las asesorías también representa un desafío para mantenerse al día con las tendencias en servicios innovadores y competitivos", añade Hernández. "Debemos, además, aportar soluciones tecnológicas a nuestros clientes para que sean negocios diferenciadores", por lo que las empresas necesitan contar con profesionales no solo con un gran conocimiento técnico, sino también con visión de negocio.
Esa es la tercera pata que se debe incorporar, junto a la evolución en los procesos tecnológicos y la concentración y absorción empresarial. "Es necesario dotar a las empresas de talento. La especialización y el posicionamiento estratégico pueden ayudar a las asesorías a diferenciarse en un mercado saturado, mejorando la captación y retención de clientes", concluye Carlos Andreu.
Su empresa ya ha iniciado este camino de concentración, tratando de anticiparse a este momento cambiante en el sector para no perder productividad, algo que, según ellos mismos reconocen, ha empezado a ser una tónica habitual dentro del mundo de las asesorías y consultorías.
En conclusión, el sector de las asesorías en España se enfrenta a un panorama de transformación inminente y desafíos significativos. Los expertos coinciden en que la clave para la supervivencia radica en la concentración y la especialización, lo que permitirá que las asesorías no solo cumplan con los trámites administrativos, sino que también ofrezcan servicios de consultoría global que aporten valor a sus clientes. Sin embargo, la falta de un relevo generacional y la continua evolución de las normativas suponen obstáculos adicionales que deben superarse.
La incorporación de soluciones tecnológicas y la formación de profesionales con una visión integral del negocio son imperativos para aquellas empresas que deseen diferenciarse en un mercado saturado. Así, el futuro del sector dependerá de la capacidad de adaptación de las asesorías ante estos retos. Las que logren anticiparse y evolucionar serán las que no solo sobrevivirán, sino que también prosperarán en este nuevo contexto empresarial.