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Comisiones y elecciones

Foto: DAVID ZORRAKINO/EP
19/03/2024 - 

La pasada semana estuvo llena de acontecimientos políticos, que en líneas generales contribuirán a clarificar la escena política española. Por una parte, la endeble coalición de apoyos que tiene el Gobierno quedará decantada, en un sentido u otro, en los próximos meses. En abril tendremos elecciones en el País Vasco, que darán lugar a un nuevo Gobierno de coalición en el que el PSOE ejercerá de socio necesario para los dos partidos que aspiran a la victoria, PNV y Bildu. Ambos son también aliados imprescindibles de Pedro Sánchez para cualquier votación en el Congreso, con lo que cabría suponer que la opción por un partido u otro tendrá consecuencias en la política española. Sin embargo, si me permiten el spoiler, gane quien gane lo más probable es que el próximo gobierno sea como el actual, un Gobierno de coalición PNV-PSOE y que Bildu siga en la oposición. Como hasta cierto punto en Bildu también tienen claro que están abocados a permanecer allí, porque es imposible que el PSOE pacte con ellos, tampoco parece que este primer round vaya a tener demasiadas consecuencias.

Pero luego llegan las recién adelantadas elecciones en Cataluña, y allí ya es harina de otro costal. Porque más o menos todo el mundo tenía muy asumido que la actual legislatura estaba garantizada mientras no hubiera elecciones en Cataluña y mientras fuera necesario mantener los apoyos parlamentarios hasta que se apruebe definitivamente la ley de amnistía. Pues bien, en esta semana hemos tenido novedades en ambos frentes: convocatoria electoral adelantada, en mayo, y votación en el Congreso (exitosa, esta vez) de la ley de amnistía, de manera que, tras rechazarla el Senado, quede definitivamente aprobada merced a una nueva votación en el Congreso.

Es decir, que en cosa de tres meses tendremos una nueva composición del parlamento catalán de la que pueden surgir situaciones variopintas, pero con cierta similitud con el caso vasco en un aspecto; la composición del gobierno será fundamentalmente cosa de tres: PSC, ERC y JuntsxCat. La cuestión es quién pacta con quien, porque si uno de los dos partidos independentistas queda fuera de la ecuación es muy previsible que ello también finalice el apoyo de sus escaños a Pedro Sánchez. Y, con ello, se hará imposible mantener la legislatura. Sobre todo, porque justo después llegan unas elecciones europeas en las que, previsiblemente, el PP aventaje por varios puntos a los socialistas, evidenciando el desgaste del principal partido del Gobierno. De manera que tal vez en unos meses, a la vuelta del verano, tengamos ocasión de disfrutar de la actividad favorita de Pedro Sánchez: las campañas electorales. En caso contrario, si Sánchez logra encauzar la coalición de Gobierno, es cierto que afrontaremos un periodo muy largo sin elecciones en lontananza (las más inmediatas serían, si no me equivoco, las elecciones andaluzas, que tendrían que celebrarse como muy tarde en junio de 2026).

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, a 14 de marzo de 2024. Foto: CARLOS LUJÁN/EP

Finalmente, también en la oposición se ha clarificado bastante el panorama esta semana, merced al escándalo de las comisiones cobradas por Alberto González, la actual pareja de Isabel Díaz Ayuso, al albur de la compraventa de mascarillas durante la pandemia. Ya saben cómo fue aquel periodo tan difícil, cuando parecía imposible conseguir material. Algunos se hicieron de oro intermediando con otros países para traer material sanitario a España, como fue el caso del empresario chino Chen Wu Keping. Y otros, que tienen mucho más mérito, se hicieron de oro con intermediaciones sin ningún valor ni propósito que no fuera forrarse colocando mascarillas a las administraciones públicas. No porque tuvieran ningún contacto privilegiado en China o en el sector sanitario, sino porque lo tenían en el poder político encargado de comprar las mascarillas.

La línea de defensa de Isabel Díaz Ayuso, desde mi punto de vista, es coherente con el personaje, pero devastadora para sus intereses. Ayuso se ha plantado delante de los medios de comunicación para quejarse por la persecución a la que está siendo sometida: primero le sacaron un chanchullo a su padre, luego a su hermano, después a su exnovio, y ahora a su pareja actual. ¿De verdad que no se da cuenta la presidenta de Madrid de que este argumentario no hace que la gente sienta pena por ella, sino que se plantee si no será que toda esa gente quizás hizo esos chanchullos, precisamente, gracias a su protección y sus contactos?

Es difícil saber el recorrido que tendrá el escándalo, pero desde luego cuenta con todos los ingredientes para coger velocidad de crucero: millones de euros, lucrarse a costa de la pandemia, evadir impuestos, comprar pisos de lujo para vivir en ellos con la presidenta de Madrid, y especialmente la joya de la corona, comprarse un Maserati con parte de los beneficios para hacer de rico hortera por ahí. 

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, en una imagen de archivo. Foto: FERNANDO SÁNCHEZ/EP

Todo ello tiene un gran beneficiario: Alberto Núñez Feijóo. Las encuestas empiezan a mostrar una ventaja sostenida en el tiempo para el PP, beneficiado por la fragilidad y las insuficiencias de la coalición gubernamental, las consecuencias del caso Koldo para el PSOE y el cansancio del electorado de izquierdas. En estas circunstancias, la principal amenaza para Feijóo es que un golpe palaciego le desbancase del mando en el PP cuando la victoria podría estar cerca. Y ese golpe sólo puede darlo, hoy por hoy, la presidenta de Madrid, porque ya lo hizo antes, y con éxito, contra Pablo Casado, y porque tiene una enorme potencia de fuego mediática a su disposición. Ya veremos si le basta para sobrevivir a esos millones de nada que se ha agenciado su pareja, supongo que porque también está en el ajo de la conspiración de Pedro Sánchez. Pero dudo mucho que pueda salir indemne de ello y meterse en aventuras de política nacional.

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