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EL EUROCRISTIANO TIBIO / OPINIÓN

Chaves, Griñán, Sánchez y Valcárcel

Valcárcel y Chaves.
8/04/2023 - 

CARTAGENA. No va a fingir el Tibio que no los conoce. No solo conoce a los cuatro, sino que con los cuatro trabajó. Está hablando de Chaves y Griñán, los dos expresidentes socialistas de Andalucía, y de Valcárcel y de Sánchez, los dos expresidentes peperos de Murcia. Con los cuatro trabajó el Tibio y de los cuatro tiene buena opinión: cuatro tipos que solo querían mejorar las condiciones de vida de sus conciudadanos. Ahora bien, tampoco cabe ignorar que tres de los cuatro están condenados por delitos contra la Administración Pública y que el cuarto está procesado. Junto a ese factor común, hay una bella simetría entre los dirigentes de las dos regiones vecinas. A Chaves lo condenaron por prevaricación, que solo acarrea inhabilitación, y a Griñán por malversación, que conlleva cárcel. ¿Por qué la diferencia? Porque el tribunal decidió que, si bien Chaves conocía la malversación de los ERE en su condición de máximo dirigente, no intervino directamente porque nunca detentó un rango inferior al de presidente. Es decir, no fue consejero, ni director general. Así que a Griñán le cayó la cárcel por haber sido consejero, que no por haber sido presidente. 

"urge indultar a Griñán; meter en la cárcel a Valcárcel no será sencillo"

Algo parecido ocurrirá en nuestra región, prevé el Tibio. Como es sabido, a Sánchez (Pedro Antonio) no lo han condenado a cárcel en su condición de presidente, sino en la de alcalde de su pueblo. Pues bien, el caso de Valcárcel es mucho más parecido al de Chaves que a los de Griñán y Sánchez. Tampoco Valcárcel ocupó otro cargo que el de presidente, de modo que será casi imposible probar que intervino directamente en los fistros de la desaladora. Por ese motivo le archivaron una denuncia anterior contra él; ahora, reabierto el caso, seguirá siendo igualmente difícil condenarlo por algo más que por prevaricación. Los que le acusan emplean un argumento de sentido común: siendo presidente no podía ignorar lo que estaban haciendo sus subordinados con la desaladora. Y parece convincente, solo que con el sentido común no basta para condenar a nadie, y menos a cárcel y embargo. El Derecho no puede ir contra el sentido común, pero, como la Ciencia, el Derecho, en especial el Penal, es mucho más que sentido común codificado. Si bastase con sentido común, el Sol giraría en torno a la Tierra, los globos no sentirían la gravedad y habría que empujar para mantener la velocidad, como decía Aristóteles. Pero no; es la Tierra la que gira en torno al Sol, los globos sienten la gravedad, pero son menos densos que el aire, y no habría que empujar para mantener la velocidad si no hubiese rozamiento. Las apariencias no bastan en Ciencia. Y tampoco en Derecho Penal. Se necesitan pruebas de la implicación directa en los delitos bajo examen y esas pruebas no aparecieron en el caso de Chaves y es probable que tampoco aparezcan en el caso de Valcárcel. Porque nunca fue consejero, no director general. Y, al menos hasta ahora, el leal consejero Cerdá no ha implicado directamente a Valcárcel. Así que faltan pruebas.

Por lo demás, lo dicho. Ahora todo el mundo simula no conocer a ninguno de los cuatro. Falsedad de falsedades y solo falsedad. Sí, el Tibio, que los conoció a los cuatro, opina que, aunque cometieron errores (y graves), eran personas decentes. Reconoce la legitimidad de los jueces y fiscales que los acusaron y acepta las decisiones judiciales firmes, pero opina que urge indultar a Griñán y que meter en la cárcel a Valcárcel no será sencillo. Se alegraría si ninguno de los dos la pisase más que para dar alguna conferencia a los internos. El uno por socialista y el otro por cristiano.

Las dos orillas de Ciudadanos

Además de con los cuatro presidentes empapelados, el Tibio trabajó con Julio Anguita. Recuerda la inmarcesible frase, <<Soy vaca que, en el rebaño, gusta de pastar sola>>, mediante la que le justificó por qué no siempre se atenía a lo decidido en los órganos colectivos. También escuchó el Tibio una interesante teoría al respecto: los órganos colectivos son tus santos cojones, le dijo Alonso Puerta, el dirigente del PASOC, al de Izquierda Republicana, sendos socios de Anguita en Izquierda Unida. Parecía una doctrina bastante extendida en aquellos tiempos (y en estos). 

"Para mantener con vida a CS no se necesitan muchos votos, sino solo los que no pensaban votar al PP ni al PSOE"

Pero más interesante era la teoría elaborada por Anguita en su anterior etapa de Convocatoria por Andalucía (CA), pronto trasformada en IU-CA. Era la teoría de las dos orillas, según la cual en una orilla política estaban el PSOE y el PP y en la otra orilla estaba IUCA. Mucha gente suele creer que eso implicaba que IUCA no debía pactar ni con los socialistas ni con los peperos (como el Podemos del principio, que decía aquello de ¡PSOE, Pepé, la misma mierda es!, y hablaban del PPSOE). En realidad, era justo lo contrario: la teoría de las dos orillas implicaba que IUCA podría pactar tanto con el PSOE como con el PP y no solo con los primeros, como antes era tradicional. De hecho, Luis Carlos Rejón, el sucesor de Anguita, pactó con Javier Arenas la famosa pinza contra Chaves. Luego llegó Rosa Aguilar, la alcaldesa comunista de Córdoba, y cambió las dos orillas por una nueva doctrina: <<Ni por acción, ni por omisión, dejaremos que gobierne la derecha>> O sea, solo valía pactar con el PSOE, como los separatistas actuales. Resultado: Rosa acabó en el PSOE.

A la izquierda, Patricia Guasp, junto con María José Ros Olivo. Foto: CS

Todo esto viene a cuento de que ha visitado nuestra región Patricia Guasp, la actual dirigente nacional de Ciudadanos (CS). Todo el mundo opina que CS desaparecerá en el próximo ciclo electoral, pero el Tibio se pregunta si eso es deseable. La respuesta de manual es afirmativa porque así se unificará el voto contrario a Sánchez en solo dos partidos, el PP y Vox. Cierto, pero CS no se mueve en clave de no permitiremos ni por acción, ni por omisión, que gobierne Sánchez. Como Fran Hervías, los que así piensen acabarán previsiblemente en el PP (ya están emigrando, y de forma masiva). En lo que CS está es en su propia versión de las dos orillas: en una orilla están el PSOE, los dieciocho partiditos que apoyan a Yolanda Díaz, Podemos y los separatistas, pero también el PP y Vox; en la otra orilla, esplendoroso en su soledad, está CS. Y eso implica que puede pactar con el PSOE y con el PP (¡cuidado! ¡no solo con el PSOE, como quiere Edmundo Bal!)

Planteado así, CS es un partido para gente que le guste más la política que el poder. Que no busquen ocupar un puesto estatal a toda costa, aunque tampoco podrían subsistir sin algunos pocos. Para gente que puede aportar ideas novedosas, más difíciles de encontrar en los sólidos miembros del antiguo bipartidismo. Para gente que, por la juventud de su partido, todavía no tiene empapelados a sus dirigentes.

Para mantener con vida a CS no se necesitan muchos votos, sino solo que recojan los que, de todos modos, no pensaban votar al PP, ni al PSOE. Unos votos que podrían ir a la abstención, pero que también podrían refugiarse en CS y así contribuir a mantener la polidiversidad, el equivalente político de la biodiversidad. Con la extinción de CS desaparecería una especie política que defendió la Constitución en Cataluña durante el proceso separatista y gracias a la cual el PP pudo gobernar en cuatro comunidades autónomas cuando el PSOE se alió con Podemos y los separatistas. Han cometido errores, pero han prestado servicios. ¿De verdad es bueno que se extingan y con ellos la nueva versión de las dos orillas de Anguita? Con una diferencia, Anguita, en su condición de comunista, situaba su orilla fuera del sistema, pero CS la coloca dentro del sistema. Pretende reformarlo y mejorarlo; no dinamitarlo. Y no están empapelados. ¿Merece la pena liquidarlos?

JR Medina Precioso

jrmedinaprecioso@gmail.com

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