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tribuna libre / OPINIÓN

Cartagena y su tejido empresarial: pasado, presente y futuro  

15/04/2023 - 

CARTAGENA. Como si se tratara de un designio bíblico, la historia económica de la ciudad de Cartagena ha evolucionado desde tiempos remotos entre la fortuna y el infortunio, entre la maldición y la bendición. Dicha dualidad que permaneció en el tiempo condicionó hasta fechas muy recientes su estructura empresarial, el dinamismo productivo, el emprendimiento tanto individual como colectivo, el volumen de inversión pública y privada y la planificación estratégica de las empresas. Todo ello afectó no solo a lo que se podría considerar el casco urbano e histórico, sino a toda la comarca que recibe su nombre: el Campo de Cartagena.

Veamos cómo se alternan en el tiempo dicha dualidad. Durante siglos, fueron sus rentas de localización, es decir su situación geográfica la que la convirtió en un enclave estratégico para el comercio marítimo en el Mediterráneo occidental. En las ocasiones en que la fortuna le ha sonreído lo ha hecho a través de inversiones externas, la mayoría de las ocasiones públicas. Fue, no obstante, su puerto y la necesidad de que el Reino de Castilla tuviera acceso al Mediterráneo, el principal motivo por el que Alfonso X El sabio concediera en el año de 1266 el Fuero de Cartagena.

Si hiciéramos un listado de “bendiciones” externas, ésta podría ser la primera. La segunda y tercera procedieron de los Habsburgo (siglos XVI-XVII) y de los Borbones (siglo XVIII), respectivamente. Ambas coronas consideraron a la ciudad y a su puerto como elementos estratégicos para la defensa de las costas y la creación de una Armada poderosa con su Arsenal militar. En 1570 reinando Felipe II se inicia el proceso de fortificación de la ciudad con baluartes poligonales. En 1731, durante el reinado de Felipe V, se iniciaron las obras de construcción del Arsenal de Cartagena, constituyéndose esta ciudad en cabecera del departamento marítimo de Levante. Por ahora, las inversiones estatales actuaron de elementos generadores de empleo, de creación de empresas auxiliares, de sinergias y externalidades positivas que dinamizaron no solamente a la ciudad y a su entorno poblacional más próximo, sino también a otros territorios más allá del Reino de Murcia. Cómo varios historiadores han señalado, el Arsenal de Cartagena se convirtió en la principal industria del Reino de Murcia durante el siglo XVIII.

Cartagena se asoma al siglo XIX con un tejido empresarial débil y casi inexistente. La actividad comercial estaba vinculada con el abastecimiento de la ciudad, los ejércitos y la Armada. Es decir, sectores productivos subsidiarios que dependían de ayudas gubernamentales para operar o para ser rentables. Es decir, la “bendición” que suponía la presencia de fuertes inversiones estatales se convertía en la “maldición” ya que penalizaba la creación de una cultura empresarial propia. La ausencia del espíritu emprendedor que hubiera generado actividad económica autóctona e independiente basada en las manufacturas, la industria, el sector agrario y el comercio.

Sin embargo, otra vez, un elemento externo, proporcionado por la explotación de recursos naturales procedentes de la minería, hizo que Cartagena se convirtiera e centro neurálgico de actividades empresariales e industriales, favoreciendo la creación de una clase social burguesa y capitalizada que emprendía no solamente en el negocio de la minería, sino también en la creación de industrias y en innovación tecnológica (vidrio, gas, electricidad). El agotamiento de las minas, por la explotación intensiva de las mismas, la falta de una actividad económica sustitutiva en mano de obra y de capital, hizo que la actividad empresarial de la ciudad y su comarca languideciera hasta mediados del siglo XX. Fue en la década de los años cincuenta con los Planes de Desarrollo Industrial cuando por decisión gubernamental se inicia la construcción de un potente polo industrial que traería a Cartagena, una vez más, inversiones estatales: Repsol, Española del Zinc, Explosivos, Fertilizantes, Bazán.

Fue su puerto y la necesidad de que el Reino de Castilla tuviera acceso al Mediterráneo, el principal motivo por el que Alfonso X El sabio concediera en el año de 1266 el Fuero de Cartagena

El patrón se repite y esta vez con graves consecuencias para la creación de un tejido empresarial, potente, innovador, atrevido, emprendedor y con futuro. Como no podía ser de otro modo, la ciudad vive momentos de esplendor en los años sesenta del pasado siglo, fundamentado en la capacidad de consumo de unas clases trabajadoras con un elevado poder adquisitivo. Salarios que garantizaban una demanda elevada como lo demostró la creación de comercios de todo tipo y el impulso del sector servicios. La crisis industrial de los años noventa produjo el cierre de fábricas y el aumento del desempleo en Cartagena y su Comarca como nunca se había alcanzado, situándose por encima del 20 % sobre la población activa. En estos años, el sector agrario estaba experimentando grandes transformaciones. Los trabajos para ordenar la concentración parcelaria de las explotaciones agrarias con motivo de la llegada de las aguas del Trasvase Tajo Segura, brindaba una oportunidad extraordinaria para la ciudad que fue aprovechada por la localidad de Torre Pacheco, convirtiéndose definitivamente en la capital agrícola del Campo de Cartagena. Una vez más Cartagena da la espalda a la agricultura, con unos costes de oportunidad altísimos ya perdió la capitalización que suponía la revolución agraria, intensiva en tecnología y en puestos de trabajo.

Hoy en día, Cartagena es una ciudad con una economía diversificada que finalmente no depende de inversiones externas. Incluye sectores como el turismo, la industria, el comercio y los servicios. El puerto de Cartagena es uno de los más importantes del Mediterráneo y juega un papel crucial en la economía local, regional y nacional. La industria metalúrgica y naval sigue siendo motores de innovación. El turismo es otro sector relevante con un flujo constante de visitantes que pasean por la ciudad para disfrutar de su rica historia, su patrimonio cultural y sus playas. La actividad turística está impulsando la aparición de empresas relacionadas con la hostelería, el transporte y los servicios.

Hoy en día, Cartagena es una ciudad con una economía diversificada que finalmente no depende de inversiones externas. Incluye sectores como el turismo, la industria, el comercio y los servicios

El futuro del tejido empresarial de Cartagena se presenta prometedor. Se espera que la ciudad continúe diversificando su economía y buscando oportunidades en sectores emergentes como la tecnología, la digitalización, la innovación y las energías renovables. Además, las inversiones en infraestructuras, como el desarrollo del puerto y la mejora de las comunicaciones, sobre todo ferroviarias, impulsará el crecimiento económico de la ciudad y atraerá nuevas oportunidades empresariales. Para terminar, se debe de añadir que Cartagena está experimentado un auge en la revitalización urbana y la promoción del turismo sostenible, lo que puede generar oportunidades para nuevas empresas y startups que se enfoquen en este nicho de negocio. Todo ello tendrá un impacto positivo en la restauración del patrimonio cultural y en la mejora de la calidad de vida de los cartageneros y cartageneras.

Cándido Román Cervantes
Profesor de Universidad 

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