EL PODER Y LA PALABRA / OPINIÓN

Cabeza, corazón y coraje

28/05/2023 - 

MURCIA. Es conocida la tendencia a identificar una parte del cuerpo humano con emociones concretas. Parece que tiene mucha más capacidad expresiva hablar de "cojones" para destacar la valentía, que utilizar la palabra coraje, aunque sea tanto o más precisa conceptualmente. Así somos los humanos.

No es mi intención analizar la calidad de la campaña electoral, aunque admito que, salvo algunos momentos, me ha parecido bastante floja y aburrida, ya que ni siquiera nos ha ofrecido la oportunidad de disfrutar del acto para mí más importante de una campaña electoral: un debate completo entre los principales candidatos. Sólo quisiera compartir con mis lectores un divertimento para intentar finalizar, lo mejor posible, estas dos semanas de campaña. Me acordé de la cita que da título a esta columna al revisar los carteles electorales con que se inició la campaña electoral y se me ocurrió la idea de analizar hacia qué parte de nuestro mapa emocional corporal están intentando dirigirse los diferentes partidos.

Según la medicina china, cada emoción se manifiesta de manera predominante en un órgano corporal. El miedo está asociado a nuestros riñones; la ira, la frustración, a nuestro hígado. Supongo que por su capacidad para segregar bilis. La tristeza, el abatimiento, aseguran los estudiosos de esta medicina tradicional, se vinculaban a los pulmones y al estómago, y la preocupación excesiva al bazo y al páncreas.  

Al corazón, órgano al que afectan todas las emociones, se le suelen atribuir emociones especializadas como la alegría y la pasión. En nuestro ámbito cultural se le asocian sentimientos (que vienen a ser algo parecido a la percepción subjetiva de las emociones) como la bondad, la generosidad, y la solidaridad. A la cabeza, órgano sorprendentemente poco singularizado por nuestros amigos orientales (quizás porque algunas de sus cualidades están integradas en el corazón), le atribuimos habitualmente el predominio del razonamiento, el buen juicio y el comportamiento reflexivo.

"¿Ha pensado usted hacia qué órganos de su cuerpo se dirigen los distintos partidos en estas elecciones?"

Les propongo un entretenimiento en un día de ocio, como es el domingo. ¿Ha pensado usted hacia qué órganos de su cuerpo se dirigen los distintos partidos en estas elecciones? Les doy una pista para iniciar el juego. Si el mensaje que más le atrae de un partido es, por ejemplo, el de la seguridad, parece claro que lo que intenta aprovechar electoralmente de usted es el miedo (se presentarán como la oportunidad para librarse de alguno de sus miedos). En tal caso, esté muy atento a sus riñones y a su hígado. Estos son los órganos que probablemente orientarán su voto. Es muy legítimo votar con la parte del cuerpo que le apetezca. Faltaría más. Todo él es suyo, pero parece prudente estar, al menos, informado de cuál es su órgano electoral dominante. No les voy a dar más las pistas. Ustedes solitos, si les apetece, han de repasar los carteles, los mensajes y las principales declaraciones y sacar sus propias conclusiones. No es un trabajo muy complicado, descuide. No parecen excesivamente sofisticados los mensajes en esta campaña electoral.

Entiendo que quieran saber con qué parte de mi cuerpo pienso votar yo. Les diré que soy de los que todavía no tienen su voto decidido, pero sí tengo claro que no voy a votar a quienes quieran atacar a mis riñones, mi hígado, mis pulmones, o mi páncreas. Que no me toquen las vísceras. Esto significa para mí usar la cabeza. En estos momentos de la tarde del viernes estoy atareado intentando descubrir qué partidos han intentado promover el voto dirigiéndose a las emociones clara e inequívocamente positivas, como la esperanza, la ilusión, la gratitud, la alegría, el entusiasmo, el legítimo orgullo, e incluso el buen humor. Por ahí ando. Qué le voy a hacer, el corazón me puede. En fin, veremos si en el momento de depositar mi voto en la urna seré capaz de mantener la valentía necesaria para no dejarme influir por ninguna emoción negativa. Tenía razón el abuelo de Carlos Alcaraz: cabeza, corazón y coraje.

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