MURCIA. Brian Jones no fue el primer difunto célebre del rock, pero como sí que fue la primera estrella musical que falleció cuando la era pop estaba en su apogeo, su muerte tuvo algo de premonitorio. De hecho, se puede decir que la muerte de Jones fue la primera señal del declive del poder mágico de los años sesenta. Aunque ya no formaba parte de los Rolling Stones, que le echaron del grupo porque su estado mental y su dependencia de las drogas le habían convertido en un lastre, Jones todavía conservaba el prestigio de haber pertenecido a los Stones cuando murió ahogado en su piscina, el 3 de julio de 1969. Se habló entonces de conspiraciones –en aquella época los Stones eran perseguidos por políticos y jueces, que veían en ellos un pésimo ejemplo moral- para quitarlo de en medio. Una teoría un tanto absurda, ya que Jones nunca fue percibido como el stone más pernicioso para la sociedad. Hasta ahora nadie ha logrado demostrar que su muerte no fuera consecuencia de otra noche de drogas y alcohol. Más revelador resulta el que Brian Jones nunca haya sido recordado con excesivo cariño por sus excompañeros.
Amante y estudioso de las músicas afroamericanas, Brian Jones comenzó tocando jazz para luego caer rendido ante el blues. El rhythm & blues le inspiró un estilo de vida que abrazó con intensidad y de cuyo fervor se beneficiaron otros dos jóvenes fans del género, Mick Jagger y Keith Richards. Jones era el músico más dotado de aquellos recién nacidos Rolling Stones que debutaron en 1962 y también estaba convencido de las posibilidades comerciales de su música favorita en un territorio tan blanco como Inglaterra. No se equivocó. Hasta que Jagger y Richards tomaron el poder componiendo los temas originales una vez se dieron cuenta de que no podían vivir de versiones, él llevó las riendas del grupo. También tenía una imagen deslumbrante, por lo que las cámaras de los fotógrafos se fijaron sobre todo en él durante los primeros meses del grupo. El éxito no logró acallar su furia interior, la misma que le había perseguido en el pasado, desde que sus padres le echaron de casa por comportarse como un delincuente. Intentó sanar sus heridas con la música. A consecuencia de eso, la música abrió nuevas heridas.
Para Eddie Kramer, ingeniero que trabajó con los Stones y con Hendrix, Jones fue el miembro musicalmente más completo de la banda. Suyos son los arreglos instrumentales que embellecieron las canciones del grupo que fueron, una tras una, subiendo a los primeros puestos de las listas. La marimba de “Under My Thumb”, el sitar de “Paint It Black”, el dulcémele en “Lady Jane”, el mellotron de “We Love You”. La innovación sonora y el aura pop del sonido stoniano pasaban por Jones, algo fácil de comprobar, teniendo en cuenta que, una vez expulsado del grupo, sus excompañeros se ciñeron a los esquemas del rock y el blues. Jones también poseía un enorme magnetismo. Su melena rubia y sus atuendos a partir de la época psicodélica, cuando abandonaron los botines puntiagudos, los pantalones pitillo y las camisetas a rayas en pos de prendas más sofisticadas y exóticas, hicieron de él la estrella del rock más exótica del Swinging London. Jones, al igual que Jagger, era un personaje lleno de ambigüedad, pero solamente se sentía sexualmente atraído por las mujeres. Una cosa más en la que llegaba a hacerle sombra a Jagger.
Unas fotos de 1967 en las que aparece acompañando a Nico en el Monterey Pop Festival los muestran más como hermanos gemelos que como los amantes que fueron. Jones ayudó a Nico en su primer single, grabado en 1965, un año antes de que volara a Nueva York y se convirtiera en miembro habitual de la Factory y cantante de The Velvet Underground. Tal como describió ella la relación que mantuvieron, Jones fue un maltratador. A pesar de todo, Nico mantuvo amistad con él una vez rompieron. De su mano, estuvo presente en la inauguración de Paraphernalia, la primera boutique mod que se abrió en Estados Unidos. En Nueva York hizo amistad con Warhol, Dylan y Kenneth Anger, y se convirtió en una celebridad por su cuenta y riesgo. Para el crítico de rock Nick Kent, Jones fue la quintaesencia de la estrella pop: “Era un chico que resultaba tan atractivo como las chicas y era el creador de su propia imagen, él elegía lo que llevaba, no había nadie detrás aconsejándole”. Esa imagen de pavo real psicodélico alcanzo su apogeo cuando conoció a la actriz Anita Pallenberg, con la que también mantuvo un sonado idilio. Ambos se retroalimentaron a la hora de cultivar una imagen exuberante que los representara, y eso hizo de ellos una especie de pareja sagrada en la sociedad elegante inglesa. Cuando ella lo dejó para irse con Keith Richards, hubo quien vio en aquello un acto de justicia poética. Pallenberg era una mujer fuerte que le dio su merecido al novio maltratador que se comportaba como un psicópata con muchos de los que le rodeaban. Nunca se recuperó de aquel golpe y su declive comenzó a partir de ese episodio.
Después de que en 1967 Jagger y Richards se libraran de ir a prisión por acusaciones de tenencia de drogas, la policía británica centró su atención en Jones, cuyo comportamiento errático le convertía en una víctima fácil. En mayo de ese año, Jones fue acusado de tenencia y consumo de cannabis. Se le obligó a ingresar en una clínica psiquiátrica, de la que salió para grabar el vídeo de “We Love You”. Se dice que el vídeo fue censurado por la BBC a causa de las referencias al acoso judicial que había sufrido el grupo, pero el verdadero motivo fue el aspecto de Jones, que aparece completamente ido y con un aspecto lamentable. Lo que vino después no ayudó a mejorar la situación. Jagger se erigió en el hombre de negocios de los Stones mientras que Jones, devorado por la droga y el alcohol, se quedaba dormido en el estudio. “Llegó un momento en el que ni siquiera aparecía, y ya sabemos lo que ocurre cuando alguien deja de ir al estudio”, comentó años después Charlie Watts. Brian Jones se convirtió en un espectro en su propio grupo. En 1968 se produjo una segunda detención, de nuevo producida por la tenencia de drogas, que estuvo a punto de llevarle a la cárcel. Para entonces, la brecha que le separaba de sus compañeros de grupo ya era insalvable. Cuando los Stones supieron que los problemas de este con la justicia les impedían ir de gira a Estados Unidos, tomaron una decisión. El 14 de junio de 1969 se hizo público que ya no era parte del grupo y que los sustituía un joven guitarra llamado Mick Taylor. Jones declaró que no estaba a gusto con la dirección musical que había tomado la banda y que se iba a centrar en hacer su propia música y en crear su propio grupo. El 3 de julio aparecía muerto en su piscina. Los Stones le dedicaron su actuación en Hyde Park dos días después, antes 250.000 personas. Jagger leyó un poema de Shelley y se liberaron 3000 mariposas en su recuerdo, muchas de ellas cayeron inmediatamente al suelo, muertas a causa del calor. Hay quien vio en aquel detalle una metáfora de aquella triste historia.