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COMO AYER / OPINIÓN

Batalla de Flores: de plato fuerte en las Fiestas de Primavera a la desaparición

21/04/2022 - 

MURCIA. Tras la Semana Santa del reencuentro, llegó el turno, el pasado domingo, de las Fiestas de Primavera y, con ellas, de los dos festejos más multitudinarios de cuantos se celebran en la ciudad a lo largo del año, con permiso de la Romería. Hace tiempo que pienso, y hasta he insinuado en algún escrito, que, como en Sevilla con la Feria, tendría que haber al menos una semana de margen entre las fiestas religiosas y las civiles. Un desahogo, un breve descanso, un margen para recomponer la ciudad y los ánimos. Y un espacio para que no se mezclen las cosas.

Ya expliqué en uno de estos ayeres que las Fiestas de Primavera nacieron del incipiente turismo de finales del siglo XIX, cuando Murcia quiso replicar el 'tren botijo' que llevaba madrileños a disfrutar de las Hogueras alicantinas y del mar, ofreciendo sus afamadas procesiones y completando el programa, en los primeros días de la Pascua, con la resucitación de las famosas cabalgatas carnavalescas del Bando de la Huerta y el Entierro de la Sardina y completando los atractivos con otras novedosas, como la Batalla de Flores o el Coso Blanco.

"Fue 1899 cuando se comenzó a hablar de la Batalla de Flores en Murcia"

Ese fue el origen de las Fiestas, y esa la conveniencia de que la oferta formara un todo. Pero no había entonces procesiones el Sábado Santo y el Domingo de Resurrección, ni ocupaban huertanos y sardineros ocho días consecutivos de celebraciones. Ni había barracas ocupando plazas y jardines, ni eran multitudes las que se congregaban para participar de estas festivas celebraciones.

De manera que el escenario es muy distinto, como también las exigencias que conlleva. Por no hablar de los que supone, desde el punto de vista laboral, comercial y empresarial, esa sucesión de días festivos o semifestivos que se encadenan desde el Jueves Santo al Martes del Bando.

Pero veamos o no ese cambio, por el que no soy el único que apuesta, ya que ha saltado en más de una ocasión a los medios informativos, dedicaré este jueves pascual, que fue antaño de mi añorada Batalla de Flores, a hacer memoria de aquel hermoso cortejo con el que acabaron las acusaciones de elitismo.

Desde el año 1889 encontramos referencias a Batallas de Flores celebradas en distintos puntos de España, una fiesta que ya se desarrollaba en algunas localidades europeas, sobre todo italianas y francesas. Málaga, Madrid o Valencia, incluso Figueras, antecedieron a Murcia en la introducción de este vistoso e incruento combatir con flores, confetis y serpentinas entre el público y las tripulaciones de las carrozas y coches espléndida y fragantemente decorados.

"La primera Batalla se programó para la tarde del Domingo de Resurrección"

Fue en enero de 1899 cuando se comenzó a hablar de la Batalla de Flores en Murcia, impulsada por un grupo de jóvenes que, reunidos con el alcalde, propusieron como recinto la antigua Glorieta, que en el mismo espacio, aproximadamente, que la actual, contaba con un paseo central y un circuito en torno al mismo transitable. Así fue hasta la remodelación que a finales de los años 50 del pasado siglo dio lugar a la actual.

La primera Batalla se programó para la tarde del Domingo de Resurrección, 2 de abril, a las cinco y media de la tarde, y como sucedió a lo largo de la historia de este festejo, al término de la contienda floral se llevó a cabo un recorrido de carrozas y coches participantes por la ciudad, que en aquella ocasión fue por Arenal, Belluga, Salzillo, Trapería y Platería hasta Santa Catalina, donde concluyó. A título de anécdota, en la mañana de aquel día se inauguró el monumento a Salzillo de la plaza de Santa Eulalia.

Se construyeron tribunas para colocarlas en las aceras del Ayuntamiento y Palacio Episcopal, incluido el denominado Martillo; se pusieron a la venta 7.000 entradas al precio de un real para quienes desearan presenciar el espectáculo en pie en la zona central del Paseo; se retrasó un par de horas el tren Murcia-Cartagena para facilitar el regreso de quienes quisieran asistir al festejo procedentes de la ciudad marítima...

El resultado final fue calificado por el Heraldo de Murcia de "espectáculo hermoso, soberbio, indescriptible; fiesta cultísima y poética; fiesta del color, de la galantería, recreo de los sentidos y deleite del alma".

"las críticas llovieron con la recién estrenada democracia, lo que dio lugar a que, en vez de adaptar la fiesta, se suprimiera de un plumazo"

Como recuerdo de aquella primera edición de la Batalla de Flores, el primer premio, de entre los diez concedidos, amén de dos accésits, consistió en un busto grande de bronce de la Reina Regente, y fue a parar a la carroza presentada por Luis Ibáñez, director de la empresa de tranvías, que representaba "un magnífico cisne de colosal tamaño, confeccionado con flor blanca", tirado por seis caballos. En él iban vestidas de huertanas valencianas la mujer e hijas de Ibáñez, y de huertanas murcianas Teresa y Rafaela Fontes Stárico y Rosario Clemares. Fueron las músicas que amenizaron el combate las de la banda de Mirete y la de la Brigada de Bomberos.

En Las Provincias de Levante se escribió: "El orden fue admirable, a pesar de la concurrencia nunca vista, por lo extraordinaria. Bien pueden enorgullecerse los autores de esta gran fiesta por la gallardía y magnificencia con que la han realzado". Y en el Diario de Murcia: "Para los que no lo hayan visto, es inútil que pretendamos dar idea de brillantez, del éxito extraordinario con que se ha celebrado esta fiesta tan bonita, tan lucidísima y tan grandemente magnífica".

Ciertamente, la trayectoria de la Batalla de Flores tuvo altibajos a lo largo de sus 79 años de historia, pero lo que no superó fueron las críticas que le llovieron con la recién estrenada democracia, lo que dio lugar a que, en vez de adaptar la fiesta a la nueva situación, se suprimiera de un plumazo.

 A las cinco de la tarde del 14 de abril de 1977 se inició en la Gran Vía de Alfonso X el Sabio la última Batalla de Flores, que ya tuvo problemas por falta de colaboración de entidades que habitualmente participaban y, según se dijo, porque los carrocistas andaban con mucho trabajo (¿?). Sólo comparecieron 11 carrozas, de las que cuatro, nada más, fueron aportadas por entes distintos de la Comisión Organizadora: las de la Empresa Nacional Bazán, Diputación Provincial, Departamento Marítimo de Cartagena y Grupo de La Alberca del Bando de la Huerta. Además, desfilaron dos grupos de majorettes franceses y siete bandas de música o de cornetas y tambores. Las dos carrozas cartageneras ganaron el primer y el segundo premio.

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