CARTAGENA. "¿Que no hay arrepentimiento? ¿Quién lo pide? Esto no es un ejercicio de confesión para purificar los pecados". Concentrándose en el catolicismo, la iglesia cristiana que, junto con la ortodoxa y la copta, tiene implantada la confesión auricular, así eximía el ministro Ábalos a los separatistas condenados por sedición y malversación de arrepentirse como condición previa para ser indultados. Hablaba, pues, del perdón de los pecados, que solo compete a Dios y se logra mediante el martirio, el bautismo o (desde el siglo XIII) la confesión a un sacerdote, en cuyo caso se exige que, para ser perdonado, el pecador se arrepienta, prometa enmendarse y cumpla la penitencia. Es obvio que los separatistas no se han arrepentido, no piensan enmendarse y están a punto de incumplir la penitencia, tres pegas que, aun pareciendo de peso, eran, como Ábalos sugería, irrelevantes, pues nadie pretendía inmiscuirse en la conciencia de los separatistas y sus posibles pecados, previsiblemente muy aburridos.
"recurrir al consejo cristiano del perdón individual en nombre de todos los españoles no pasa de ser una falacia pseudocristiana por parte de Ábalos"
Más relevante parecían las ulteriores palabras del ministro: "Los criados en el cristianismo sabemos lo de perdonad y seréis perdonados", mediante las que se refería a perdonar a los que nos ofenden. Pues bien, aunque parecían más relevantes, tampoco lo eran, pues no se trataba de perdonar un agravio personal, sino unos delitos, en los que los ofendidos fueron todos los españoles, no solo Ábalos. Si Sánchez convocase unas elecciones con el indulto por bandera (en las pasadas prometió que cumplirían íntegramente las penas), o un referéndum consultivo, podríamos averiguar qué quieren los españoles al respecto, pero mientras tanto recurrir al consejo cristiano del perdón individual en nombre de todos los españoles no pasa de ser una segunda falacia pseudocristiana por parte de Ábalos. Ni pecado, ni ofensa personal, sino delito, señor ministro.
Hay que insistir: el cristianismo conoce dos perdones, el de los pecados, a cuenta de Dios, y el de las ofensas individuales, a cuenta de uno mismo, pero cosa distinta es el perdón de los delitos. No hay nada en la escolástica que exima a un gobernante de proteger a sus gobernados de los desmanes cometidos por los delincuentes, igual que el buen pastor protege a sus ovejas de los lobos. Pero hubo más. También declaró Ábalos que "en el cristianismo está todo" y los separatistas, que parecen haberle cogido la palabra, ahora no solo se refugian en la versión moderna del Padrenuestro, "perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden", sino también en la antigua, "perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores". Aplicando ese enunciado puede uno fácilmente llegar a la conclusión de que la intervención del Tribunal de Cuentas es "una piedra en el camino". En resumen, como en el cristianismo está todo, hay que indultar la sedición y también la devolución de lo malversado, en opinión de Ábalos.
Ampliando el campo del catolicismo a todo el cristianismo, el ministro Iceta, del PSC, también andaba defendiendo los indultos con argumentos religiosos: "Yo siempre, entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, elijo el Nuevo Testamento, el del perdón". Es difícil saber qué significa "siempre" para Iceta (para Sánchez significa "un par de horas"), pues en 2006 no parecía seguir el Nuevo Testamento en lo referente al aborto, la eutanasia, la familia y la libertad de enseñanza, unos puntos del Estatuto de Autonomía inconstitucional del tripartito presidido por Maragall que preocupaban a los obispos catalanes. En efecto, con motivo de la votación en ese año sobre dicho Estatuto, el mismo Iceta había declarado que, al dar los obispos catalanes libertad de voto por contener puntos contrarios al humanismo cristiano, "la iglesia catalana se acerca más a los sectores ultraconservadores". Ese comentario revela el carácter próximo al cinismo de estos dos ministros de un gobierno que, siendo partidario del aborto libre, el suicidio asistido, la elección juvenil de género sexual, y contrario a la enseñanza concertada, en la que se refugian muchos colectivos católicos, pretendían basar los indultos en el humanismo cristiano e incluso en el Nuevo Testamento.
A la vista de ese panorama, y puestos a hacer demagogia pseudocristiana, como Ábalos e Iceta, el Aparecido podría recordarles que el primer indulto de la historia del cristianismo fue el de Barrabás, que el prefecto romano, Pilatos, había contrapuesto a Jesús de Nazaret. Es bien sabido que la crucifixión era un castigo reservado por los romanos para los delitos de lesa majestad, es decir, los consistentes en atentar contra el emperador o el imperio. En términos actuales, la sedición y la rebelión. Y también es bien sabido que, en tiempos de Cristo, una rama del judaísmo, los zelotas, andaba proponiendo rebelarse contra los dominadores romanos. Puesto que Barrabás, o Bar-Abbás (el hijo del padre), era candidato a la cruz, tenía que haber cometido alguna clase de rebelión contra el imperio, asesinato incluido, según se dice. Y de lo mismo acusaban, injustamente, a Cristo, como reflejaban las siglas INRI en su cruz, que significaban "Jesús Nazareno, Rey de los Judíos". Puestos a elegir entre un zelote sedicioso y un profeta, los saduceos, que dominaban la jerarquía judaica, indultaron al sedicioso; muchos siglos después, puestos a elegir entre el Tribunal Supremo y unos separatistas sediciosos, los modernos saduceos han repetido la jugada. Pues eso.
¿Y qué ocurre con los barrabases y los saduceos en nuestra Región? Hasta el momento han tenido el buen sentido de no tirar de argumentos religiosos, manteniéndose en el campo de lo puramente político, que es lo suyo. Nada sorprendente hay en que Conesa, uno de los primeros sanchistas, sea favorable a los indultos, ni en que el pepero Miras los rechace; más difícil lo tiene Cs. Como su dirección nacional se opone a los indultos, eso hizo aquí Ana María Vidal, la líder de la moción de la censura regional. Si ya debe de ser un mal trago para ella ver a Arrimadas viajar a Andalucía para apoyar a Juan Marín, a quien antes rehuía y que se opuso a las censuras, todavía más tiene que serlo verla confluir con Casado en su repulsa a los indultos, pero, guste o no guste, ese ha sido el giro de su lideresa nacional y aquí muchos esperaban que fuese el de Vidal.
La gentil Arrimadas ha pasado de pergeñar con Ábalos una moción de censura contra Miras a reclamar a Casado que presente una contra Sánchez, pero ¿está Vidal en condiciones de reclamar a Miras que presione a Casado para censurar a Sánchez? No lo parece. Es más, sería curioso ver a la inteligente Isabel Franco coincidir con Arrimadas en este asunto, mientras Vidal que, salvo en los indultos, se alía con el socialista Conesa. ¿No invita eso a que la dirección nacional de Cs reconsidere la expulsión de sus cuatro diputados fieles al pacto con el PP y archive el expediente de expulsión a Padín? La Convención Nacional que preparan para el 18 de julio sería una excelente ocasión para reconciliarse, otra virtud cristiana. Si el Frente de Juventudes convirtió esa fecha en el "Día del Valor", ¿tendrá Arrimadas suficiente valor para dar ese paso? Si no lo diese, y consolidase la situación actual, dejaría el campo libre para que Franco empezase a considerar sus futuras aportaciones a la política al margen de Cs. Última oportunidad para la jerezana.
JR Medina Precioso