MURCIA. Todos los organismos y centros de estudios económicos están coincidiendo en actualizar a la baja las previsiones de crecimiento de la economía mundial a causa del shock que ha supuesto la guerra en Ucrania. Este conflicto ha supuesto una disrupción en la oferta de ciertos bienes esenciales y ha paralizado el Comercio Internacional obligando a reorganizar las cadenas de suministro globales. Ciertos sectores han visto agravadas sus situaciones de desabastecimiento que empezaron con la reactivación económica tras la crisis sanitaria, lo cual también ha frenado las tendencias de crecimiento que pudieran haber en las previsiones. En España, los organismo públicos más relevantes para este tipo de previsiones económicas son el Banco de España (BdE) y la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), y entre los organismo privados podemos encontrar el BBVA research (el centro de estudios económicos del banco) o EsadeEcPol (el centro de Estudios Económicos de ESADE). Los tres primeros ya han actualizado sus previsiones de crecimiento y el último está analizando la efectividad de las políticas públicas.
"Un aumento de los tipos de interés supone un incremento del coste de endeudamiento"
El Gobierno ha anunciado que la próxima actualización de sus previsiones de crecimiento será a la baja, en línea con los datos del resto de organismos. La AIReF ha actualizado sus previsiones de crecimiento del PIB del 5,9% de enero al 4,3% a día 1 de abril; mientras que las del Banco de España han pasado del 5,4% en diciembre al 4,5%, también en las mismas fechas. Estas actualizaciones corresponden a las revisiones que hacen trimestralmente estos centros de estudios económicos, y que es la que del mismo modo conoceremos próximamente del Gobierno. En sus estudios, también han detectado un aumento de la inflación que se ha más que duplicado con respecto a sus anteriores previsiones. La situación de crisis provocada por la invasión rusa de Ucrania ha golpeado en la base del crecimiento y de la solución que Europa ha dado en las últimas crisis: la impresión de moneda para intentar estimular las economías.
El sistema financiero, que ya sufría de síntomas de sobrecalentamiento antes de la crisis sanitaria, con máximos históricos en los mercados financieros y la aparición de nuevos instrumentos de inversión descentralizados, y que no parecía estimular la economía real, ha sufrido un imprevisto en un momento muy delicado. Sin duda, es esta diferencia entre la economía real, que sufría de bajas tasas de crecimiento debido al estancamiento de las tasas de eficiencia y productividad, y la economía financiera, sobre estimulada por las políticas de los Bancos Centrales desde la salida de la crisis del 2008, la causa raíz de las situaciones de inflación que estamos viviendo, el shock en la oferta que supone el conflicto bélico en Ucrania tan solo es la gota que ha colmado el vaso.
Todo esto se ve agravado por la inevitable decisión que tiene que tomar el Banco Central Europeo (BCE) de subir los tipos de interés si no quiere empezar a perder competitividad frente al dólar. Un aumento de los tipos de interés supone un aumento del coste de endeudamiento, que recordemos que en España es sistémico (tan solo para pagar pensiones el Gobierno no solo se gasta todas las cotizaciones de los trabajadores en activo sino que nos endeuda en más de 10.000 millones al año) y representa ya más del 140% de todos los bienes y servicios producidos en España durante un año.
Este encarecimiento del endeudamiento, que desde hace más de 10 años necesita el Estado para pagar pensiones, provocará un aumento de los intereses, que de derivar en una disminución de la capacidad de pago de la deuda causará el consiguiente aumento de la prima de riesgo. Esta decisión de lucha contra la inflación contradice al vicepresidente del organismo, Luis de Guindos, quien afirmó en junio de 2021 que el periodo inflacionario que se avecinaba en Europa era "temporal" y no sistémico como se está demostrando. Esta afirmación, como la gran parte de la política del BCE desde el fin de la crisis del 2008, es otra evidencia más de la irresponsable gestión y malversación política a la que está siendo sometido este organismo controlador del sistema financiero europeo encargado de velar por el bienestar económico y poder adquisitivo de los ciudadanos europeos y no exclusivamente de sus políticos.