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Aquellos soldados huertanos de las guerras coloniales que fueron olvidados

28/04/2024 - 

MURCIA. Una fase de la historia de España, ocurrida en los últimos años del siglo XIX, puso en jaque a las familias y mozos de la huerta y por extensión de toda la Región de Murcia. Aquellos acontecimientos ocurridos serían la Guerra de Cuba (1895-1898) y la de Filipinas (1896-1898). En esta época, tras la restauración borbónica, reinaba Alfonso XIII, por la muerte prematura de su progenitor Alfonso XII, pero debido a su minoría de edad regentaba el reino su madre, María Cristina. En aquel periodo, durante los cuatro años que duraron estos conflictos, presidieron el consejo de ministros: Cánovas del Castillo, Marcelo Azcárraga y Práxedes Mateo Sagasta. El origen de estos sería el nacimiento de grupos independentistas que reclamaban la emancipación de estas colonias del reino de España.

Pero para mantener los ejércitos operativos en estas dos contiendas se necesitaba mucho personal, así que el gobierno solicitaría a través de las quintas los mozos necesarios para defender las colonias españolas hasta el final de los conflictos. La huerta de Murcia y la Región no serían una excepción y a partir de 1895 fue tónica habitual la partida de soldados huertanos y murcianos hacia las guerras del ultramar. Otro asunto también común en este periodo fueron las deserciones -habitualmente los mozos que no se libraban de ir a Cuba o Filipinas eran de familias muy humildes, que no podían pagar el canon para librarse de ser reclutado- por haber un alto porcentaje de muertes, desapariciones o quedar heridos de gravedad.

A continuación nos centraremos en cómo se vivieron estos años en la huerta y en particular en Torreagüera. La única forma de las familias humildes de saber algo de sus familiares combatientes en Cuba y Filipinas, era a través de los medios escritos como Las provincias de Levante o el Heraldo de Murcia. Estas se ponían en contacto con los periódicos, dándoles el nombre y apellidos, así como procedencia de los mozos, y los periodistas se encargaban de investigar, preguntando a la autoridad militar el paradero de los militares de los cuales se solicitó información. Una vez averiguada esta, se publicaba en los rotativos todo lo recabado y si estaba con vida o no.

Gracias a estas publicaciones, podemos contar hoy, 127 años después, la incertidumbre de nuestros antepasados durante esta fase, crucial en la historia de nuestro país.

En 1895, la información aparecida en prensa muestra como se ha escrito anteriormente la huida de muchos mozos o quintos cuando eran llamados a filas, citando en sus páginas la detención por la Guardia Civil en Cañadas de San Pedro de Francisco P. L., natural de Torreagüera, reclamado por el Coronel de Reclutamiento de Infantería de Marina. Ese mismo año se hace llegar a los ciudadanos cómo era el uniforme de los soldados en Cuba, que constaba de un pantalón y guerrera llamada 'guayabera' con pliegues en la espalda y pechera, siendo de color oscuro. Pasamos al año 1896 y seguían llegando noticias desde el frente cubano: en mayo el soldado José López Sánchez de Torreagüera, del Regimiento San Quintín, fue herido y hospitalizado en el Hospital de Santa Clara.

En julio de 1896 llegarían noticias desde La Habana, donde las columnas españolas Albert y Vara y Rey batieron a las fuerzas revolucionarias dirigidas por José Maceo, derrotando a estos y resultado gravemente herido y posteriormente muerto a causa de las lesiones el líder cubano.

Espíritu soldario en la Región

Y cómo no, el espíritu solidario de los huertanos y murcianos no se iba a quedar en punto muerto en estos tiempos tan difíciles. Se abrían suscripciones populares por toda la Región para ayudar a las familias de los soldados muertos en combate, los que regresaban heridos, enfermos o con secuelas de los enfrentamientos. 

Los periódicos de 1896 se hacen eco de la donación realizada por el pueblo de Torreagüera para la causa y aparecen nombres de algunos donantes como por ejemplo el cura Manuel Aliaga, Francisco Nicolás, coadjutor, Manuel Escudero, José Escudero, José Sánchez Sánchez, etc… La comisión formada para el reparto de estas ayudas estaba compuesta por el Obispo de la Diócesis, el gobernador civil, presidente de la Gobernación Civil, presidente de la Diputación Provincial, Coronel Jefe de la Zona Militar y el Vicepresidente de la Comisión Provincial. Esta adjudicaría una ayuda a los soldados torreagüereños que regresaron de Cuba: Juan Sánchez Martínez, herido de tres balazos en Manzanillo en 1895, perteneciente al Regimiento Isabel La Católica, declarado inútil, y a José López Sánchez, soldado de infantería, con un brazo fracturado no apto para el trabajo y no curado. 

Durante todo el año de 1897 se sucedieron las noticias de la llegada de soldados a nuestra tierra, así como de los que se habían localizado en la isla. De Torreagüera llegaron José Suarez Blanco, y Pedro Vera Abellón y se localizó a Antonio Abellán Sánchez, del Regimiento de Infantería Albuera número 26 Cuarta Compañía, que embarcó en Barcelona en enero y que no fue baja, estando en Güines. Pero no solo llegaban paisanos de Torreagüera, sino también del resto de la huerta, como El Palmar, La Ñora, Era Alta, de las ciudades de Murcia y Cartagena, La Unión y de las provincias limítrofes de Almería y Alicante.

En 1898 continuó la tónica habitual de las crónicas de guerra en las colonias, la búsqueda por parte de las familias de sus seres queridos en ultramar, así como la solicitud por parte de las autoridades militares de la incorporación de soldados a sus nuevos destinos, como el radicado en Torreagüera el soldado Francisco Montoya Buendía, cabo regresado de Filipinas para incorporarse a la Octava Compañía, Primera Brigada de Administración, que sería su nuevo destino.  

Los conflictos de ultramar acabarían en 1898 con la perdida para España de Cuba y Filipinas, gracias a la inclusión de Estados Unidos en los mismos. Dejarían entre los españoles miles de heridos, de incapacitados, así como 16.000 muertos.

Sirvan estas líneas, como homenaje a todos torreagüereños, huertanos y murcianos, que de una forma u otra participaron en cualquiera de los conflictos coloniales de la historia de España, incluidos a los que dieron su vida.

*Raúl Jiménez y Lorca es cronista de Torreagüera.

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