MURCIA. Abderramán II no fundó Murcia; la refundó. Aunque quiso cambiarle el nombre, por el de Madinat Tudmir, la gente de la zona siguió llamando a la ciudad en medio del Valle del Segura, como la había llamado siempre: Myrtia/Múrsiya. Eso sí, le cambió el papel socioeconómico que tenía: de ciudad comercial de asistencia a los viajeros entre Cartagena /Cástulo (Linares) y Elche/Lorca -un cruce de caminos estratégico-, pasó a ser, desde Abderramán II, una ciudad militar, de control sobre la zona media del valle del río; de ahí la formidable muralla que mandó construir el Emir cordobés. La capital de la Cora (provincia islámica) ya no sería Ello, entre Algezares y Los Garres; ni la antigua Orihuela (Tudmir). Desde el vado donde se ubicaba Myrtia, se podría controlar mejor la zona, revuelta con luchas entre banderías diversas, años antes.
O sea, que lo que en principio se llamó Myrtia (por los romanos), luego Múrsiya (por los árabes), y por último Murcia por los castellanos, tiene 2.250 años. No 1.200, que se celebrarán, Deo Volente, el próximo año 2025.
Abderramán II, por medio de su general, un Omeya, manda traer las mejores piedras sillares de Ello (nombre ibero), y levanta murallas. Ello muere, fenece, acaba. Nace Múrsiya; año 825. En medio del valle, cruzado el río, renueva o refunda la ciudad, en adelante Múrsiya (Mursia).
Pero, ¿Quién había fundado Myrtia? Pues los romanos de Cartagena. Yo imagino que fueron los mismos licenciados de las legiones romanas de Escipión los que, tras desengancharse de las tropas romanas, por propio derecho, al estar 23 años sirviendo a Roma, buscan acomodo a su hortelano oficio anterior a la milicia, en el valle medio del Segura (entonces Teodoros, nombre griego). Todas las pedanías de la costera sur tienen toda la pinta de ser centuriaciones: es decir, tierras divididas para entregar a los centuriones desenganchados tras la conquista de Cartagena. Y el seguro poblamiento del vado del Segura/Teodoros, bajo el actual Puente de los Peligros, también. Hay que suponer que, aprovechando vado y cruce de caminos importantes, hubiera allí una venta o cambio de postas, albergue y comidas, a los trajineros que allí cruzaban el río, bien paralelos a la corriente, bien perpendiculares. Además, de ayudar y mejorar todo, los ya ex romanos, y neocartageneros, le pusieron un nombre sagrado: Myrtia, la diosa del bienestar, del dolce fare niente, del buen descanso, que tenía como planta tutelar al mirto, arrayán para los árabes. O sea, un nombre de resonancias divinales.
Ya el Licenciado Cascales, en el XVI, y el filólogo Antonio de Hoyos, en el XX, proclamaron y demostraron que Murcia, el nombre, proviene del latín. Y no es árabe. Procede de una diosa del Aventino, barrio del Trastévere romano. Hoy, una de las bocas que se abre en medio de uno de los dos graderíos laterales, del Estadio Maximo, en Roma, aún se llama Calle Murcia.
Todos saben que la caída de Qart-Hadast, ante Escipión ocurrió en el 226. Me hago la trampa de posponer un año a la fecha, para facilitar el encanto de los números redondos. Así, desde el 225 a.J.C., hasta que el 825 d.J.C. este núcleo poblacional se llama Myrtia, pronunciado como digan quienes saben. Desde ese año, se llama Múrsiya (lean simplemente Mursia). Y, desde 1266, con Alfonso X el Sabio, hasta nuestros días, Murcia. Sumen, y les sale eso: 2.250 años. No 1.200, que es la duración de la ciudad árabe.
Cabe la duda, de si, al trasladarse Ello a Murcia, esta última tiene derecho a sumar la porrada de años de la ciudad, ibera; acaso mil. Pero no lo veo así. Ello es condenada a morir, a fenecer. Abderramán II lo quiso así.
Distinto es el caso de Cartagena con Mastia. La ciudad portuaria se funda sobre el mismo suelo que Mastia, y por tanto suma su edad. De ahí, los más de tres mil años de vida.
Pues eso digo: en la ciudad de Murcia, excolonia romano-cartagenera, tendremos 2.250 años de vida, el año que viene, que será, si Dios quiere, el 2025.
Ya está.